El diario ABC de España vuelve a poner el foco sobre la Argentina, pero no por algún logro oficial sino más bien por el escándalo que envolvió hace algunas semanas a Cristina Kirchner luego de que un joyero revelara que la presidenta gastaba hasta un millón de dólares por año en joyas.
Así transcurre la crónica del diario español, en la cual se menciona el caso Nisman y aparecen amenazas al hombre que se animó a revelar el secreto presidencial:
«Vas a terminar como Nisman». Esa frase habría sido la gota que colmó el vaso del exjoyero «kirchnerista» Sergio Hovaghimian. Este antiguo empleado de la prestigiosa joyería Jean-Pierre, la firma porteña que supuestamente habría surtido a Cristina Fernández de Kirchner con collares de perlas por valor de 2,5 millones de euros, abandona hoy Argentina tras un mes de intimidaciones. «Sergio se va hoy a Estados Unidos», explica a ABC su abogado, Martín Pagano. Sigue la estela de Damián Pachter, el periodista argentino que tuvo que refugiarse en Israel tras recibir amenazas por haber adelantado en Twitter la muerte del fiscal Alberto Nisman.
Según Pagano, el joyero que destapó que la mandataria argentina habría comprado sus joyas «en negro» (con dólares sin declarar a Hacienda) ya no puede soportar el infierno en el que vive desde que habló en exclusiva para ABC y para la revista argentina «Noticias». «Le dijeron que le va a pasar lo mismo que a Nisman», dice el abogado, que añade que su cliente incluso habría recibido amenazas de muerte por parte del personal del programa de protección de testigos. «Ayer volvió a recibir amenazas telefónicas y ya no puede más», concluye el letrado, que ya tiene poderes para continuar defendiendo a Hovaghimian en un juicio laboral contra la firma Jean-Pierre y para iniciar otra causa por las intimidaciones y el intento de homicidio del que ha sido víctima en el último mes.
«Tengo las maletas preparadas para irme del país. Tengo que volver a trabajar, pero no sé si seguiré viviendo en Argentina», dijo Hovaghimian a ABC en una entrevista exclusiva publicada el pasado 24 de enero. En dicha entrevista se le preguntó al ex «joyero K» -como lo llama la prensa de ese país- si temía terminar como el fiscal Nisman, que apareció muerto en su casa horas antes de presentar un informe que detalla el papel de Fernández de Kirchner en un atentado que se cobró la vida de 85 personas. «Lo de Nisman es distinto, porque él fue contra el Gobierno. Yo no tengo nada que ver ni nada que denunciar del Gobierno. Mis pruebas y mi juicio son contra Jean-Pierre y sus dueños. Si algo me pasara sería a ellos a quienes habría que investigar», respondió el testigo. Sin embargo, sus declaraciones sobre los gastos millonarios de la jefa del Estado sí han cobrado fuerza suficiente como para incomodar a la Casa Rosada.
Perlas malditas
A mediados de diciembre, el joyero confesó a la revista argentina «Noticias» que Kirchner se habría gastado hasta 850.000 euros anuales en gargantillas de perlas «South Sea» («de los Mares del Sur»), que se distinguen por su gran tamaño y su variedad de matices y colores. Ese testimonio, en el que se detalla que la presidenta compra «en negro» y «a través de intermediarios», fue utilizado por la ONG Paso por Paso (un homólogo argentino del colectivo Manos Limpias) para presentar una denuncia contra Kirchner por supuesto enriquecimiento ilícito, blanqueo de capitales e incumplimiento de sus deberes de funcionario público.
En su conversación con ABC, Hovaghimian reconoció que no cree que la causa contra Kirchner prospere. «Aún no me han llamado para declarar. Seguramente no ocurra nada», admitió. También intentó desdecirse, ofreciendo una versión confusa sobre el escándalo de los collares presidenciales. «Yo nunca dije que la presidenta comprara joyas en Jean-Pierre. Yo lo que dije es que los empleados sabíamos, porque nuestro jefe lo decía a los cuatro vientos, que la presidente compraba sus joyas allí», afirmó.
Tras brindar estas entrevistas, Hovaghimian recibió amenazas telefónicas e incluso fue agredido en su domicilio de Buenos Aires. La Justicia lo incluyó dentro del programa de protección de testigos, pero él admitió no sentirse seguro. «No sé si es mejor que los guardaespaldas sepan dónde estoy o que no lo sepan», aclaró ABC. «Les dije: ‘‘Ya se murió el primero’’ (en referencia a Nisman). Y me respondieron: ‘‘Y bueno… qué vamos a hacer’’».