Un familiar cercano a Hugo Anzorreguy, ex titular de la SIDE en el menemismo, sería integrante de la sociedad propietaria del departamento en Le Parc en el cual vivía Alberto Nisman. El dato se conoce en el Gobierno desde el fin de semana y alimenta nuevas ideas entre los funcionarios que buscan avanzar contra el agente de inteligencia Antonio “Jaime” Stiuso en el expediente de la fiscal Viviana Fein. Para eso debe alimentarse la hipótesis de la supuesta presión o amenaza que Nisman habría sufrido por parte de sectores de la ex SIDE. Ya el testigo Diego Lagomarsino dio algunas pistas en esa dirección.
“Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto”, es el textual de Cristina Fernández de Kirchner que da inicio a esas conjeturas. El Gobierno espera que la investigación avance en la relación que Nisman tenía con la SIDE y por eso el dato de Anzorreguy es vital. El jefe de la SIDE menemista tenía una relación excelente con Stiuso, que trascendió a la década que el abogado pasó entre los espías.
Y es que Anzorreguy fue el inventor de la relación entre la SIDE y los jueces federales en los 90, ese canal que ahora el kirchnerismo intenta desarticular. Fue quien decidió que los espías comenzaran a trabajar con los jueces en tiempos en los cuales estos solo tenían la colaboración de la Policía Federal y en algún caso extraordinario de la Gendarmería. La SIDE, como una policía paralela que pinchaba teléfonos, seguía testigos y revisaba documentación en coordinación de los jueces, es la principal herencia de Anzorreguy.
Stiuso encajó perfecto en ese esquema desde un cargo medio en la dirección de Contrainteligencia. Sus agentes iban tras los pedidos de los jueces y él pudo recuperar el terreno que había perdido durante la corta gestión de Juan “Tata” Yofre.
Los jueces se alinearon con los espías y fueron testigos privilegiados de la feroz rivalidad que se inició con la Policía Federal y que terminó con dos custodios de Anzorreguy muertos en extrañas circunstancias. Obviamente la lealtad de los jueces estaba para con la SIDE y sus infinitos fondos reservados con los cuales la Federal solo podía soñar.
En el vínculo con Stiuso y Anzorreguy es donde el kirchnerismo encuentra la fundamentación del nivel de vida que llevaba Nisman que superaba ostensiblemente su salario de 100 mil pesos mensuales. A la vez, desde la fiscalía de Fein llegan otros trascendidos tan imperdibles como reservados: en la caja fuerte del departamento de Nisman habría 800 mil de dólares en efectivo.
Estas elucubraciones hacen que hoy todos estén pendientes de la denuncia que el legislador Gustavo Vera va a presentar contra el ex director de la SIDE por presunto enriquecimiento ilícito. Alimenta además la fantasía de funcionarios y gobernadores que dicen que el caso Nisman tendrá un final como el del caso Cabezas a fines de los 90: una muerte que conmueve al país, una orden de detención contra un hombre encumbrado (Yabrán) y el capítulo final con un suicidio estridente (Letra P).