El gobierno de la República Argentina no descansa ni un minuto, cuando de atacar a quienes piensan diferente se trata. Es su esencia, su ADN.
Ahora, a través de una solicitada, publicada en los principales diarios del país, ataca -una vez más- al Poder Judicial en general y al fallecido fiscal Alberto Nisman en particular.
Coloca el gobierno nacional al fiscal muerto en la posición de "abanderado de la desestabilización política" y critica al procurador desaparecido -en circunstancias aún no esclarecidas- por su "falta de lógica y sustento jurídico", en la denuncia que presentara pocos días antes de su muerte.
Para el gobierno nacional, toda persona o entidad que que no aplauda rabiosamente cada una de sus acciones, que no siga a rajatabla cada sílaba de su "relato", o que, directamente, se atreva a intentar una crítica a su gestión, es automáticamente etiquetado como desestabilizador, golpista, traidor, gorila, vendepatria, empleado de la embajada de EEUU, siervo de los "medios concentrados", entre otros piropos...
El gobierno nacional, cuando siente que es atacado, se abroquela y contra-ataca. Envía a su vanguardia (por lo general, oscuros personajes sin el más mínimo escrúpulo, que hasta sus propios jefes suelen negar o ningunear) a decir cualquier disparate, sea por los medios de comunicación tradicionales, sea a través de las redes sociales. Luego, algún funcionario de segunda o tercera línea intenta explicar lo inexplicable, argumentando que lo que se dijo, en realidad, no quiso decirse ni es la opinión oficial, pero que -en el fondo- es verdad lo que se transmitió...
Luego de este juego macabro de dimes y diretes, llega finalmente la palabra oficial, los retos, los gritos, los deditos levantados desde los atriles oficiales, las solicitadas. Ahora le tocó al fiscal Alberto Nisman. Otra vez.
Un comunicado oficial lo ataca y lo denuesta. El ya no está para defenderse. Pero el valiente gobierno nacional sigue atacando a un muerto, creyendo que su poder no sólo es absoluto... También eterno y supraterrenal.
Marcelo Carlos Romero
Fiscal de la Pcia. de Buenos Aires
Especial para Tribuna de Periodistas