Andrés Zerneri es un artista argentino autodidacto que desarrolló su oficio en la pintura, el dibujo y la escultura. Comprometido con la realidad social, militó en la agrupación H.I.J.O.S. y participó del colectivo multidisciplinario ACHA (Arte como Herramienta de Acción). En sus manos estuvo la realización de la estatua de Juana Azurduy que reemplazará a la de Colón detrás de la Casa Rosada. La construcción del monumento a la “Mujer Originaria” también está a su cargo.
En su estudio ubicado en Palermo sirve el café recién batido y dispara que “el arte no es un fin sino un medio”. A través de la donación de bronce, en forma de llave en su mayoría, es que se hace posible la construcción. Andrés señala que “El proyecto es producto de mucha gente que participó donando llaves que ya no le servían y sin duda la suma de todos ellos es la escultura”. Lo importante de una obra de esta índole, como remarca el artista, es que “representa el documento físico de la voluntad del pueblo y no de un grupo reducido”.
La colecta ya lleva varios años en pie y cuenta con el apoyo de personalidades como Estela de Carloto, Ricardo Darín y el recientemente fallecido Eduardo Galeano, entre otros.
El objetivo de conseguir las nueve toneladas de bronce para la construcción está casi concluido. “Si nos hubiésemos planteado juntar el bronce a como de lugar, quizá ya lo hubiéramos terminado”, remarca el escultor. La cantidad de personas para la construcción del monumento es una estrategia, no una finalidad. Por este motivo, Zerneri resalta la importancia de “hacerlo sin dinero y con la participación mínima de la mayor cantidad de gente posible”. El artífice deja claro que “la organización no se da solamente en dirección a la construcción, sería una pavada que hagamos tanta movilización para que el resultado final sea simplemente sumar un estatua a nuestro patrimonio escultórico”.
Sin duda, eventos de estas características requieren organización y logística, no solo en términos de costo. El mapa de medios convive en una ciudad chiquita, Capital Federal, y se busca el impacto al ubicar una escultura que va a medir diez metros de alto, justo donde confluyen los medios de comunicación más grandes de todo el país y de alcance nacional. Andrés hace hincapié en que “Tampoco vamos a pensar que haciendo la escultura estamos haciendo la revolución, pero sin duda se va hablar de que se construyó producto de la solidaridad de la gente”. El arte como medio de transmisión de un mensaje.
Derrumbar el pedestal
La escultura va a estar al ras del piso, al alcance de todos, es la Pachamama, una mujer que sale de la tierra, y su creador destaca: “No está erigida sobre ningún pedestal, es un punto de vista distinto a la adoración que Europa nos inculco, y principalmente tiene mucha mas cantidad de dueños”. La diferencia fundamental con todo el patrimonio escultórico es que no viene de un decreto ni una partida de dinero de un gobierno en particular, sino de “la forma más legitima para crear en el espacio público” según su autor. Una vez finalizado, será donado al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con la condición que sea emplazada en substitución de la figura del General Roca. Se plantea, que al momento de su traslado, se repita lo sucedido con la estatua del Che Guevara en Rosario, construida también por Zerneri, donde no se aceptó dinero de ninguna entidad política.
El reemplazo no va de la mano de la venganza o la revancha. Andrés deja claro que “hay que ser coherente con lo que se pide con respecto al monumento de Roca. Que se traslade y se explique quién fue, qué hizo. Se caería en la simpleza si se pidiera que se destruya o se le corte la cabeza, no sería inteligente de nuestra parte buscar eliminarlo, ya que no pretendemos borrar la historia”. Si hay algo que destruir, es el pedestal sobre el cual se lo tiene.
La totalidad de la foto
La resistencia de los pueblos originarios, la participación, el trabajo, la otra parte del cuadro donde se ve al hombre blanco asesinando, se puede empezar a comprender con mayor claridad tras los aportes de historiadores como Osvaldo Bayer, que a través de libros como “Historia de la crueldad argentina- Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios”, nos acercan información certera basada en documentos (quien todavía dude de su veracidad, no dude en visitar la biblioteca para constatarlo) que permiten tener otra perspectiva y brindan un mayor peso a las palabras o los pensamientos. “Leer como Roca o Sarmiento se refieren a los pueblos originarios, catalogándolos de infrahumanos, seres despreciables te hace replantear que no podemos seguir sosteniendo pedestales u homenajes, pero no todo el mundo se da cuenta”. El trabajo pedagógico de los que más información tienen, todavía no ha tenido la mejor forma de invitar a los otros a un marco de respeto. “Argentina es muy susceptible a las antinomias, si decís algo en contra de Roca te convertís, por así decirlo en progresista”, sostiene el artista. Como al comienzo dispara nuevamente y dice: “No es nuevo que dentro de esa antinomia eterna tener reflexiones de izquierda sea un poquito más costoso que tener reflexiones de derecha. Las de de derecha son muy exitosas, facebookeras, fáciles, rápidas, simpáticas y tienen punch”.
Se está encontrando la forma de discutir desde un terreno menos dicotómico quien fue Roca, “muchos se respaldan en que fue un tipo que generó los cimientos de un estado Nación y simulando compartir algo con Roca- evalúa por dos segundos lo expresado y continua- porque no lo comparto, lo acepto, pero la campaña al desierto estuvo bañada en odio, sangre y una equivocación total, eugenésica, que era lo que sostenía las teorías de la limpieza racial”.
Grandes pensadores compartían esta mirada. Entre otros: Herber Spencer, Francis Galton, Charles Richet y Alexis Carrel. Grandes mentes, ideas erradas.
Una mirada diferente
Entre Colón y Juana Azurduy se defiende al primero, porque es lo conocido y se defiende lo que conoce. “La vuelta es más larga para decir qué bueno que esté Juana Azurduy que tiene que ver más con nuestra independencia que Colón, que se relaciona más con la esclavitud y el robo de oro”, reflexiona. Y en sus palabras descansa un hecho que muchos quieren ignorar, América ya había sido descubierta previo a la llegada de los europeos. La mirada está cambiando. Ya no se dibuja el 12 de octubre con ojos españoles viendo indios en la playa, sino que está empezando a situarse desde la contemplación de los indios viendo las tres carabelas, y esto para Andrés significa “un pequeño aporte para ver la totalidad del cuadro”.
Los tiempos cambian y el ser humano, quiera o no, debe adaptarse a estos cambios, que no es lo mismo que justificar el tiempo. La campaña al desierto fue un genocidio, pero no es el único que aun hoy en día, se niega. Según la “Convención para la prevención y la Sanción del Delito de Genocidio” aprobada por la Organización de Naciones Unidas en 1948: “Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial, o religiosos como tal:
1) Matanza de miembros del grupo;
2) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo:
3) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
4) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo;
5) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
Si se justifica que todo genocidio previo a esta definición no es tal, también estaríamos borrando la categoría a la matanza del pueblo judío a mano de los nazis, o el asesinato del pueblo armenio por parte de los turcos.
Producción periodística: Néstor Genta