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Los por qué de CFK y el New Yorker (Gate)

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HIPOCRESÍAS E INCOHERENCIAS
HIPOCRESÍAS E INCOHERENCIAS

La reciente secuencia en la cual CFK adelanto la total transcripción de la entrevista que le fuera realizada por Dexter Filkins, periodista de la revista norteamericana The New Yorker (video incluido) y el contraste con la publicación de la nota en Estados Unidos deja al desnudo, una vez más, la psicología del oficialismo en su máxima expresión, nada menos que de boca de su principal exponente.

 

Recordemos que CFK anticipó la nota a través de su cuenta de Twitter y su página web, elogiando al periodista extranjero en quien destacó su condición de “multipremiado y ganador del premio Pulitzer”. La Presidenta califico a la charla como “excelente” y obviamente se sintió más que confiada respecto a su performance en la misma. Sin embargo, Cristina se equivocó en su evaluación y ese material “crudo” que resultaba de la conversación sería la base a partir de la cual Dilkins criticaría con dureza a la mandataria. Aquellos interesados podrán encontrar tanto la transcripción de la conversación como el video en el sitio oficial de la Presidenta; en tanto que la nota escrita por Dilkins fue levantada por numerosos sitios y portales, incluyendo los principales periódicos argentinos. Para quienes tienen tiempo, sugiero el video que también está en YouTube ya que obviamente presenta muchísima más riqueza.

No pretendo enfocarme en el contenido de las afirmaciones de CFK en esa conversación, sino analizar cuestiones que parecerían de forma, pero que realmente hacen al fondo de las cosas y permiten ver cómo piensa la Presidenta sobre la realidad y sobre los medios.

 

¿Por qué hablar con el New Yorker?

Empecemos por una necesaria digresión: la mayoría de los argentinos no conoce al The New Yorker, ni debería. Se trata de un tipo de revista que combina reportajes, ensayos, humor, etc. Se publica semanalmente y si tuviera que pensar en alguna publicación argentina similar, se me ocurre que las desaparecidas revistas Humor y Satiricón se acercarían al menos parcialmente. La revista se edita desde 1925 y actualmente tiene una tirada de más de un millón de ejemplares. Es interesante notar que con el paso de las décadas The New Yorker se ha transformado en una publicación de culto con fieles seguidores en todo el mundo. Ello a pesar de que los eventos culturales que se mencionan y comentan en sus páginas transcurren principalmente en la Ciudad de Nueva York.

La descripción de la revista a la que Cristina accedió a recibir lo dice todo. La primera conclusión es obvia:

Cristina no da notas a TN, a Clarín o a La Nación, pero tampoco las da en 678, en Diario Registrado o en Página/12. Tampoco lo hace en cualquiera de las publicaciones, portales y programas radiales controlados por grupos afines al Gobierno. Sin embargo, concedió muchísimo tiempo a una publicación que es un ícono de Nueva York, la Capital del Mundo al que ella dice no preferir, pero en el que curiosamente su hija vivió mientras estudiaba cine. Cristina disfrutaba los viajes a esa ciudad con Néstor, eligiendo casi siempre el Four Seasons como alojamiento. En uno de sus viajes ya como Presidenta, Cristina optó por contener su rechazo frente a ese lugar y como terapia se compró (según el New York Times) unos veinte pares de zapatos diseñados por el francés Christian Louboutin a cinco mil dólares el par.

Resulta sumamente revelador que una Presidenta que no convoca a reuniones de gabinete, que no llama a conferencias de prensa y tambaleó frente a un grupo de estudiantes en Harvard, elija recibir a un periodista del The New Yorker. Clasismo y snobismo en su máxima expresión. Si lo que interesa es la comunicación directa “con la gente”, uno no puede más que asombrarse por la elección del medio. Pero esa preferencia revela una gran preferencia por ser reconocida y apreciada por ciertos grupos, más cercanos al “círculo rojo” de Macri que a una presidenta Nac & Pop.

Esto recuerda que hace unos pocos días vimos la foto de Fito Páez como anfitrión en su casa de una cena para Aníbal Fernández y Martín Sabbatella. En la foto se ve a Fito tocando el piano sobre cuya tapa se observa un Iphone y una botella de vino Rutini. Al fondo de lo que llega a captar la imagen, se observa a la mucama que mira desde la cosa. Sobre el piano, mientras escuchan tocar a Fito están apoyados Aníbal, Sabbatella y sus esposas. Otro ejemplo distinto de lo mismo: un discurso populista y antiamericano para la gilada y acciones que poco tienen que ver con eso.

Volviendo a la elección de The New Yorker por parte de Cristina, ¿cuántas solicitudes de entrevista habrá recibido la presidenta en los últimos años? Intuyo que muchísimas. Si la Presidenta hubiera elegido Granma o un periódico chavista venezolano como “Cuatro F” hubiera al menos demostrado más coherencia. Pero la Presidenta siente admiración por Estados Unidos, y de hecho utiliza expresiones en ingles frecuentemente, lo que indica claramente que sus preferencias son las que son y no las que los seguidores K quisieran.

Vayamos a la gaffe del adelanto de Cristina. El periodista con gran habilidad comenzó la charla hablando sobre los juicios a los militares diciendo que era algo inédito en el mundo. Cristina se sintió cómoda ante lo que parecían ser sinceros elogios por parte de Dilkins y seguramente se sintió más que satisfecha al terminar la conversación. Su alegría debía ser tal frente a lo que asumía como una gran performance que no pudo evitar compartir la charla vía twitter. Sin embargo, cuando la nota fue publicada, se leía entre otras cosas que “Cristina Kirchner se ha vuelto más dictatorial y, de acuerdo con las denuncia de la prensa, más corrupta…”. También se mencionó que Cristina parecía alterada cuando se habló de Nisman y se criticó el excesivo interés que demuestra respecto a su aspecto personal.

¿Cuantas notas, entrevistas, charlas y demás protagonizó Cristina Kirchner como diputada y senadora? Supongo que cientos, sino miles. Por eso me impresiona la ingenuidad de la Presidenta al pensar en forma tan lineal, creyendo que solamente porque la charla fue cordial y recibió algunos elogios, el articulo sería totalmente favorable a su gobierno. Quizás la Presidenta haya sido víctima de su propio relato: una cosa es ser entrevistada por Jorge Rial o Hernán Brienza tal como sucedió en “Desde otro lugar” allá por 2013 y otra muy distinta dialogar con un periodista norteamericano del nivel del Dilkins. Sigo a este periodista hace rato y he leído muchos de sus escritos, agudos y profundos sobre distintos temas relacionados con la problemática del Medio Oriente. Dilkins ganó el Premio Pulitzer en 2009 como parte de un equipo de periodistas reportando desde Pakistán y Afganistán.

El periodista Bennett Philip escribió el 10 de octubre de 2011 en The Washington Post que Dilkins era “el mejor periodista de Guerra de su generación”.

Este es el periodista, ahora ya más aburguesado y alejado de los frentes de combate pero siempre implacable al que CFK se enfrentó en esa entrevista. No se trataba precisamente de Diego Brancatelli u Orlando Barone, por solo dar un ejemplo del periodismo/militante/adicto.

Otra cosa que llama la atención es la subestimación que Cristina tiene del periodismo en general. Al no recibir a nadie más que a un periodista extranjero demuestra total falta de confianza en los comunicadores locales. Los de la “Corpo” son mala gente. Los propios son bastante inútiles y no se los lee o escucha demasiado.

En Estados Unidos, el periodismo que lógicamente también se mueve por intereses, se encarniza permanentemente con la figura del Presidente. En el caso de Obama he escuchado todo tipo de descalificaciones. Por citar algunos ejemplos hay conductores radiales como Rush Limbaugh y Sean Hannity que lo “destrozan” y muchas de sus afirmaciones tienen un tinte cuasi racista que es detestable. Sin embargo, Barak Obama debe dar conferencias de Prensa y no puede hacer que los periodistas de Fox u otros medios “de la derecha” se vayan del salón.

Recordemos el papel que tuvo el periodismo norteamericano durante la crisis de Bill Clinton debido al caso Lewinsky y ni hablar del Watergate.

Que la Presidenta argentina que ha hecho de su batalla contra los medios en general y particularmente contra Clarín una de sus principales banderas otorgue la que probablemente será su última entrevista como mandataria en funciones al The New Yorker, demuestra un gran fracaso comunicacional.

Quizás la próxima vez, si se decide a dar una entrevista, debería optar por un periodista K, porque los Americanos tienen ya una opinión formada sobre ella y, como puntualizó con precisión Alberto Samid, “los yanquis no entienden al peronismo.”

Un último comentario: los zapatos Loboutin mencionados más arriba son rojos…..pero solo en la suela. Apropiada metáfora de un relato que llega exhausto al final de época.

 
 

6 comentarios Dejá tu comentario

  1. exclente nota, muy bien redactada, concisa, coherente y objetiva como debe ser, ojala apreciamos similares notas a esta a diario

  2. Mr. Setton...y entonces que? despues de todo esto que? Llegamos a que? conseguimos que cosas? Nada ha pasado, nada de reacciones, y nada de especifico. Han tumbado a una serie de jueces, que en otros paises llevaria a un paro nacional o a una manifestacion enorme de reproche. Y aca? pues no ha pasado nada. Nunca pasa nada referente a ningun estado escandaloso. Porque hemos perdido la capacidad de reaccionar. La capaciadad de saber actuar en equipo. Somos espantosamente individualistas, y nadie nos da credito para nada. Su escrito es bueno, y sus esfuerzos en demostrar sutilezas, buenos tambien- Mas estamos todos estancados en un estado de inercia, esperando que venga batman a salvarnos. Nosotros somos inmodestamente comodos, esperando que alguien haga el trabajo sucio, y ese alguien si se atreve , luego sera dejado en aislamaiento y solo, sino llega a ser crucificado. Por eso, lo unico que nos queda es ladrar, y ladrar y ladrar. Y el dicho es cierto" Perro que ladra no muerde" y hace doce años que ladramos, nos tiran un hueso o una galleta para perros, y por un rato dejamos de ladrar.

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