Resolver un largo rosario de inconsistencias en materia económica será uno de los desafíos clave para la próxima administración, de cara al escenario electoral en marcha.
Tal vez por ello los candidatos pusieron al tope de la agenda en los últimos días de campaña sus propuestas destinadas a generar empleo, contener la inflación y retomar la senda de crecimiento mediante iniciativas de apoyo al aparato productivo.
Ideas entre los candidatos sobran, pero los expertos coinciden en que la administración que suceda a Cristina Fernández deberá destinar sus mayores esfuerzos a tratar de alinear los múltiples desajustes heredados en los primeros meses.
Las restricciones cambiarias son un desafío mayúsculo y tal vez uno de los puntos más débiles del esquema en curso.
Como casi siempre ocurre cuando se empiezan aplicar planes de emergencia, los planetas se fueron alineando para crear casi una tormenta perfecta traducida en una fuerte sequía de divisas.
El cepo cambiario, que en principio permitió atenuar la fuga de capitales, terminó teniendo un feroz efecto disuasorio sobre las inversiones extranjeras, que pusieron a la Argentina en los últimos lugares entre las naciones emergentes para recibir dólares.
También trabó el acceso a insumos y generó un sistema de permisos aduaneros a través de las DJAI que puso en situación de stress al aparato productivo y alentó sospechas de corrupción.
La reapertura parcial del cepo sólo trajo mayores dolores de cabeza, a tal punto que las autorizaciones parciales de la AFIP harían que en agosto se fuguen por compra de dólar ahorro casi la misma cantidad de divisas que ingresarán por un cada vez más debilitado saldo de balanza comercial.
Así, la restricción externa, cuyo problema de fondo fue descripto con mano maestra por Marcelo Diamand, vuelve al primer plano en la política económica argentina.
En su trabajo sobre "La estructura productiva desequilibrada de la Argentina y el tipo de cambio", Diamand sostuvo la necesidad de adoptar tipos de cambios diferenciales, con un dólar más alto para la industria, que la proteja razonablemente e incentive su desarrollo exportador.
Algo similar viene proponiendo el economista heterodoxo Aldo Ferrer, como salida posible a la jaula en la que quedó encerrada la Argentina cuando decidió instrumentar el cepo.
Ferrer impulsa un desdoblamiento cambiario, con un dólar destinado al comercio exterior y otro al sistema financiero, como parte de una estrategia para posibilitar la entrada de capitales, ahora frenada.
El problema del dólar es una de las asignaturas clave por resolver, pero no la única.
En su afán por mantener una dinámica de consumo, aunque sea con respirador artificial, el gobierno disparó el gasto público a niveles estratosféricos, lo cual llevó el déficit fiscal al nivel más alto desde que el kirchnerismo llegó al poder en el 2003.
Semejante desequilibrio obliga al Estado a endeudarse a tasas cada vez más altas, y a absorber fondos de organismos públicos como la ANSeS, cuyo fondo de sustentabilidad tiene casi el 70% en bonos del Estado Nacional.
La dinámica de gastar sin miramientos generó, por ejemplo, que el Estado fuese el único que creó empleo neto en los últimos tres años, y que la estructura pública haya crecido hasta un nivel casi nunca visto, tanto a nivel nacional, provincial como municipal.
En su intento por mantener caliente el consumo, el gobierno abusó de la emisión monetaria y no se fijó en gastos.
A esto se suman los casi dos años de freno en la industria, golpeada especialmente por la caída de ventas al Brasil.
La crisis brasileña deja cada vez más en evidencia la dependencia que la Argentina tiene de ese mercado, en medio de la caída de la demanda de derivados de la soja desde China.
La inflación es otro de los temas centrales a atender por parte de quien aspire a suceder a Cristina Fernández.
El tema está muy lejos de resolverse, a pesar de los esfuerzos y la publicidad puestos en el programa Precios Cuidados.
Es que ese esquema alcanza apenas al 5% de los productos exhibidos en góndola, y están muy lejos de arrastrar al resto o de ponerles una referencia, como machacan Axel Kicillof y el secretario de Comercio, Augusto Costa.
A pesar de que se hable de una desaceleración del costo de vida, los candidatos son conscientes de que la escalada de precios sigue siendo un tema central para sacar a millones de la pobreza.
Daniel Scioli propuso un plan para bajar la inflación anual a un dígito en cuatro años. Mauricio Macri dice que puede lograr el mismo objetivo pero en la mitad de ese tiempo.
Millones de argentinos sumidos en la pobreza no tienen tanto tiempo. Necesitan que las soluciones empiecen a llegar lo antes posible.