“La
última vez que lo ví, mi papá me habló de Kamchatka,
y
esa vez entendí.
Y cada vez que jugué, papá estaba conmigo.
Y cuando el partido vino malo, me quedé con él
Y sobreviví.
Porque Kamchatka es el lugar donde resistí.”
(Kamchatka,
un film de Marcelo Piñeyro)
La rueda de la locura no para de dar vueltas, en esta Argentina donde parece
que los alienados definitivamente tomaron el hospicio. Sus principales
personajes políticos, irremisiblemente dedicados desde el oficialismo a
trenzarse verbalmente contra el duhaldismo, han olvidado las formas y pisotean
la memoria colectiva. Uno de sus principales referentes, el piquetero virtual
Luis D´Elía, volvió a las andadas pero esta vez fue más lejos. Conminó al
gobierno kirchnerista a que se deshaga definitivamente del ministro Roberto
Lavagna, por considerarlo demasiado lejano de la construcción del país
en serio. ¿Quién le escribe los libretos a este señor, Parrilli
o Kunkel?
¿O en su defecto, la gente
de Cuatro
Cabezas, tan identificados con este erario que en la mañana del
martes 30 lanzaron al aire el radioteatro Amor
en el piquete? En el mismo, los piqueteros que pretenden cortar la
Avenida 9 de julio son reprimidos por “jets
del Ejército, tanques y NAPALM”. También una anciana destroza
un patrullero mientras Norma, la protagonista, es requerida sentimentalmente
por el comisario de la Federal Di Gallo, quien amenaza con propinarle una
golpiza en la oscuridad del calabozo pues ahí no hay cámaras de TV. Mientras
tanto, la ofensiva contra Lavagna sigue en otros frentes sobre todo en el
terreno mediático.
Como muestra, en el programa Almorzando
con Mirtha Legrand (del martes mencionado)
el periodista de Clarín
Gerardo Young se refirió a que “todos
los economistas están de acuerdo con otorgar aumentos de sueldos, salvo
Lavagna. Pues es un gobierno que le gusta acumular, y lo que hace con esto es
pagar la deuda externa”. Pero la decisión de esto no sólo pasa
por Economía, como bien el citado debe saber, sino también es una resolución
política avalada desde hace tiempo. Lo cual resulta risible, puesto que
Kirchner se la pasa pegándole al FMI cada vez que puede y comparativamente
resulta que es la administración argentina que más dinero le erogó bien
puntualmente. ¿Doble discurso? Más bien, cuádruple.
Los dilemas de la sinrazón
“Se está de un lado o del otro, porque la
sociedad apunta a que los
dirigentes hablen con
total sinceridad. Algunos
suelen ponerse nerviosos y dicen 'qué nivel de ruido que hay', pero en la
Argentina se escondió mucho debajo de la alfombra. Nuestra propuesta es
para los peronistas, los radicales, los socialistas, los independientes,
piensen como piensen. Queremos trabajar por la gente, por los que menos tienen
y para que la clase media argentina recupere la movilidad social”,
sostuvo el maestro de la dicotomía oficial cuando encabezó un acto en
Temperley, partido de Lomas de Zamora, cuyo intendente Rossi tuvo el buen tino
de no asistir. Quizá haya sido alertado que los últimos guarismos
independientes reflejan que la imagen de Cristina Elizabeth Fernández de
Kirchner retrocedió 11 puntos, y que su discurso confrontativo y
genuflexo hacia su marido le alejan cada vez más de la clase media
pauperizada y baja del territorio bonaerense. Y para seguir arrojando nafta a
la quemazón, el ministro del Interior Aníbal Fernández declaró el lunes 29
que se metía la marcha peronista directamente en el tujes (muy doloroso por
cierto), en obvia alusión a la puja por la identidad justicialista que
mantiene el kirchnerismo con el duhaldismo. Algo así como quien la tiene más
larga, viste Mirtha.
Precisamente,
el titular de la cartera política se vanaglorió del megaoperativo que impidió
que las organizaciones de desocupados volvieran a apersonarse sobre el puente
Pueyrredón, un signo evidente para ganarse el huidizo voto de los porteños
hartos de la desidia de Ibarra.
Pero esto nuevamente hace que se escape la tortuga, porque
la militarización del espacio público no erradicará la cuestión piquetera.
Porque esto se subsanará solamente con la creación de empleos dignos,
acordes con el monto de la canasta familiar y acabar con subempleos de 200
pesos cada uno. Hace poco, un artículo de La
Nación puntualizaba que existen 2 millones de argentinos que
trabajan más de 8 horas percibiendo ese monto. Sin más, esto es un nuevo
atropello a la razón.
Por eso, frente a tanto sinsentido es dable concebir en la
mente y fuera de ella territorios libres como Kamchatka,
desde donde se pueda resistir sin violencia para evitar que esta
picadora de carne siga andando.
Fernando Paolella