Si algo le faltaba a la elocuencia de la imagen que acompaña a esta nota, es su
procedencia. Pues para sorpresa de muchos, la misma forma parte de la portada
del sitio web de Presidencia de la Nación. La misma, fue enviada gentilmente
por mail por el destacado guionista Ricardo Talesnik, lector de este medio. Esto
aconteció el miércoles 31 de agosto, y este martes 6 de septiembre,
precisamente Hilda Chiche
González de Duhalde afirmó que sus oponentes “están
usando espacios del Estado para hacer actos políticos. Hay impunidad hasta en
las fotos. Uno las mira en los diarios y dicen ‘Presidencia de la Nación’.
Son fotos de campaña hechas con recursos del Estado. Han elegido este
estilo”.
Precisamente, este es el punto pues aquellos que se
vanaglorian de ser los heraldos de la nueva política no vacilan en repetir los
peores vicios de la vieja sin reconocerlo.
Mientras dos de los injustamente detenidos por los incidentes
de la Legislatura, Pablo Amitrano y César Jerez, están internados en el
Hospital Vélez Sarfield a causa de un severo cuadro de deshidratación por
llevar adelante una huelga de hambre, el ministro del Interior Aníbal Fernández
militariza el centro porteño “y pasa
de prohibir los camping a acusar de extorsión para denostar la lucha contra el
hambre y la pobreza, no sólo de los que viven la gravísima condición de
desocupados sino también de quienes reclaman por
salarios que se hunden ante el aumento sistemático de precios, todas
responsabilidades del Gobierno que él integra”, según
un comunicado del Bloque Piquetero Nacional emitido ese mismo martes. Pero
claro, el justicialista
Fernández se olvida que, hace casi exactamente 60 años, otros
desocupados y trabajadores como los que impidió acceder a la Plaza de Mayo el
viernes pasado, se lavaron sus pies en las fuentes del histórico paseo porteño.
Lo hicieron a pesar de las críticas de los tilingos
y el horror de las señoras gordas de Barrio Norte, como ahora el oficialismo
cerca con rejas la Casa Rosada, el Congreso Nacional, el Palacio de Tribunales,
la Legislatura y la Jefatura porteña.
Fotos y estampitas
Un
popular chiste relata que, en la última cena, el Maestro les conminaba a los apóstoles
que estaban en los costados a amucharse un poco, porque de lo contrario no salían
en la estampita. Y el mismo Perón solía decirles a aquellos que pugnaban con
retratarse con él en el exilio de Puerta de Hierro, una frase de hierro:
“Mire que con la foto no se arregla nada, eh”. Hubo algunos que
hicieron caso, pero otros como Augusto El
Lobo Timoteo Vandor, intentaron valerse de este recurso para hacer la
suya y terminaron muy mal.
Realmente,
causa un poco de escozor la imagen de la primera dama cantando el Himno Nacional
con su diestra sobre el pecho, a la usanza estadounidense, mientras a su espalda
se observa al canciller candidato Rafael Bielsa con los dedos en V.
Pues un mal pensado inferiría que mientras adelante se observa la
imagen clásica del coloniaje ideológico (del que Raúl Scalabrini Ortiz y
Arturo Jauretche se darían una panzada de carcajadas), detrás se refugian
algunos resabios setentistas que se salvaron del huracán del fin de la
historia. Sobre todo, teniendo en cuenta de la revelación publicada por este
medio, que el justicialismo, según palabras de la citada señora de Duhalde,
había fracasado en su misión de impartir la justicia social cuando le tocó
gobernar la Argentina. Y si justamente, el ideario del militar estadista fue
embarrado por las espurias intensiones que aquellos que se autoproclamaron sus
herederos, la tarea para reconstruir el país será más que ardua.
Un Francis Fukuyama a la derecha, por favor.