Social, y culturalmente, los argentinos venimos, como dice el tango, cuesta abajo. El clic fue en diciembre de 2001. El instante en el que el pueblo (el pueblo agitado por la oposición) echó a un presidente fue el principio de la parte final de la decadencia.
A partir de ese momento cualquiera se sintió con el derecho de hacer lo que quiera. Desde cortar calles, tomar colegios, insultar a un policía o golpear a una maestra porque desaprobó a un alumno.
No hay dudas de que durante el kirchnerismo, bajo el pretexto de "inclusión social" esto llegó al nivel que hoy padecemos. Como no podía ser de otra manera, todo fue al revés de lo que se decía. En lugar de incluir, terminaron promoviendo mayor desigualdad.
Trapitos, limpia vidrios, manteros, barra bravas, todo deviene de lo mismo, la cultura de la incultura.
En estos últimos días vimos como un trapito, en la localidad de San Martín, patoteó y golpeó a un joven que no quiso pagarle por "cuidarle el auto". Algo común, que en algún momento todos vivimos.
Pero el caso más llamativo y contundente es la detención de Milagro Sala. No vamos a ahondar en los hechos que se le imputan ya que no es el punto central de esta nota; solo podemos decir que de ninguna manera se puede defender a esta persona. No resiste el menor análisis.
El punto en cuestión es que hoy hay personas que, por intereses creados obviamente, la defienden. Algo tan inentendible como ver a algunos políticos asistiendo a programas de televisión tratando de defender el accionar delictivo de los "trapitos".
¿Qué es lo que se justifica? ¿Qué es lo que se defiende? ¿Qué se pretende argumentar?
Todo, en nombre de la "inclusión". No señores, eso no es inclusión, sino todo lo contrario. Eso es tratar de someter a personas de determinado estrato social para convertirlos en rehenes e idiotas útiles.
No son excluidos sociales, son víctimas, y son víctimas, precisamente, de quienes dicen defenderlos. Por lo tanto, esa dirigencia que dice defender los derechos de los más humildes, a través de organizaciones sociales las cuales muchas son pantallas para estafar, como quedó demostrado, por ejemplo, con "sueños Compartidos", además de hipócritas son doblemente culpables. Primero por perjudicarlos, segundo por engañar a personas humildes y hacerles creer que los defienden, cuando en realidad los están usando.
Evidentemente estamos atravesando por una considerable crisis de valores, donde se victimiza, incluso, a los delincuentes.
Hace varias décadas que venimos cuesta abajo. Durante la década menemista el deterioro social se acrecentó notablemente, pero durante la "década ganada", eso que podemos denominar como "la cultura del aguante" no solo se celebró de una manera más que llamativa, sino que además fue defendido, fomentado y justificado.
De todo lo que heredó el nuevo gobierno, sin dudas, lo peor es esta crisis de valores que estamos atravesando. Solucionar esto va a llevar varias décadas, o generaciones.