“Yo tuve un proceso de lealtad indisoluble con mi gobierno” “he recuperado la capacidad de pensar, reflexionar y decir lo que realmente pienso. Ya no estoy atado por las obligaciones que me determinaban el hecho de ser gobierno" Miguel Ángel Pichetto.
Este es un ejemplo lamentable de sumisión. Lamentable por la falta de calidad cívica con la que mancha la envestidura del cargo de Senador de la Nación, lamentable porque ningún ser humano debe someterse a los deseos de otro, lamentable por la auto justificación de quien decide ser siervo.
El desparpajo con el que algunos reconocen haber vendido su dignidad, es nauseabunda. La misma con la que otros venden su presencia en un acto por un chori, su voto por un subsidio, su honradez por unos pesos.
Quien es leal a otra persona o a una institución por sobre sus valores y principios es un esclavo. Solo un masoquista que desprecia su persona puede elegir convertirse voluntariamente en algo que vale menos de lo que vale un animal.
Lamentablemente nuestros políticos parecen integrar un zoológico en lugar de algún estamento del gobierno. El solo hecho de abroquelarse en bloques partidarios dentro de ambas Cámaras, es un insulto a la condición humana. El ser arreados como ganado, acatando la orden del mandamás en cada votación, sea por falta de convencimiento, por falta de comprensión, por pobreza mental o por “obediencia debida”, es denigrante.
Solo si somos fieles a nuestros principios, si somos leales a la ley fundamental de “el respeto al prójimo”, de “el respeto al ser humano como institución”, de “el respeto a su individualidad y libertad”; entonces habremos entendido lo que implican de verdad los tan manoseados y desfigurados derechos humanos.
Los Alfredo Palacios, los Leandro Alem, los Domingo Sarmiento, ¡se deben estar revolcando en sus tumbas! al ver la caterva que ocupa las bancas.
Es tiempo de que los argentinos de a pie comencemos a ocupar espacios en las instituciones intermedias (bibliotecas, clubes, centros vecinales, gremios, colegiaturas) y desterremos a quienes viven de nuestro esfuerzo. Y a lo mejor, luego de algunos años de transmitir en estos espacios valores como el honor y el respeto, broten de ellos líderes políticos que lleven a nuestro país al lugar que soñaron nuestros próceres y nuestros abuelos.
Debemos asumir el compromiso, debemos salir de nuestra zona de confort, debemos rebelarnos contra la resignación, debemos llevar adelante la Rebelión de los Mansos.