A la incesante catarata de malos resultados económicos y sociales difundidos en los últimos días se le sumaron noticias negativas desde Estados Unidos y Brasil, que retrasarían la reanimación del aparato productivo y encarecerían el endeudamiento argentino.
Todo este difícil panorama tiene como telón de fondo una verdadera batalla política que enfrenta al Gobierno con la oposición por el impuesto a las Ganancias.
Más allá de la suerte que pueda correr el proyecto para modificar este tributo que pagan millones de trabajadores, el intenso debate, que incluyó duros cruces entre funcionarios del Ejecutivo nacional y los principales líderes del Frente Renovador de Sergio Massa, dejará huellas en ambos lados y recalentará el clima político en un año electoral.
El contexto previo no es nada alentador, sobre todo si se tiene en cuenta que durante los procesos electorales, el empresariado prefiere postergar inversiones, que justamente es lo que más se necesita para reactivar y en lo que el gobierno realizó más concesiones.
En medio de esta puja, todos los indicadores económicos y sociales volvieron a encender una luz roja y prácticamente signaron la suerte del 2016, como un año pésimo que deja un pronóstico preocupante.
El último informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) asegura que la desocupación está casi en dos dígitos y que el 54% de la población activa no tiene empleo de calidad.
Según la UIA, la producción industrial se desplomó más del 8% en octubre y cierra el año con una caída cercana al 5,5%, con una capacidad instalada apenas por encima del 60%.
También esta semana el INDEC difundió el Indice de Precios al Consumidor (IPC): 1,6% para noviembre, con una suba de casi 2% en los alimentos y bebidas, el rubro que más impacta en los sectores de menores recursos.
Además, la inflación oficial volvió a ubicarse por debajo de todos los indicadores privados y los relevamientos realizados por las provincias y la Ciudad de Buenos Aires.
"La inflación depende de muchas cosas, la veo más cerca del 25%. Si Estados Unidos insiste con la suba de tasas y se complica el financiamiento y el endeudamiento externo, podemos enfrentar un salto más fuerte del dólar y más inflación", advirtió el economista de La Gran Makro, Agustín D Attellis.
En el frente externo la Argentina tuvo una mala noticia: la Reserva Federal de los Estados Unidos elevó las tasas de interés, que suma al efecto desalentador que fue para el gobierno el triunfo de Donald Trump.
Esta decisión actúa como efecto disparador en las tasas de interés y que constituye un factor de preocupación de cara al 2017 cuando el país deberá renovar deuda por unos 30.000 millones de dólares.
Al viento de frente que representa esta política monetaria de Estados Unidos, se le suman las flojas perspectivas que muestra la economía brasileña, principal socio comercial de la Argentina.
Un reciente informe del Banco Central de Brasil alertó sobre una caída del 0,48% de la actividad económica durante octubre y acumuló en un año un desplome del 5,29%, que obligó al Gobierno de Michel Temer a impulsar un plan de emergencia.
En medio de este adverso contexto externo, en las últimas horas empezó a recalentarse un conflicto comercial con China, el gigante asiático.
Tras las denuncias argentinas por supuestas maniobras de dumping en la importación de tubos sin costura y por las declaraciones del ministro Francisco Cabrera, en cuanto a que el Gobierno no reconocería a ese país como economía de mercado.
El Gobierno chino expresó su "preocupación" por estas medidas y le exigió al Ejecutivo que "acate" las normativas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Un incipiente conflicto que de acentuarse será un nuevo factor de preocupación para el gobierno.