Los llamados baños turcos, o árabes, tienen algunos miles de años y son la prehistoria de los SPA (salud por agua) modernos. Agua y vapor y altas temperaturas son un bálsamo para la salud.
En la Argentina, a fines del siglo 19, trajeron de Europa los mejores mármoles y demás elementos para hacer la versión de la antiquísima costumbre. Fundaron un espacio al que llamaron Colmegna.
Es uno de los símbolos de Buenos Aires, al igual que el Café Tortoni y el resto de esos lugares que ya son patrimonio de Buenos Aires.
El delirio de Norberto Oyarbide cuando se fue integrando a los gobiernos de turno, lo llevó a elegir Colmegna como su segunda oficina. En un espacio VIP iba a diario con su computadora y el trabajo que tenía que hacer en su despacho de Tribunales lo hacía allí.
No estaba solo. Un séquito de sus acompañantes lo rodeaba e incluso se ponían pendencieros los habitués del lugar.
Después llegaron las “falsas masajistas” (esas que le causan alergia Vera y La Alameda), aunque trabajaban por propia voluntad.
El ambiente se tornó espeso y mermó la concurrencia. La gente iba a ahí a relajarse y el “clan Oyarbide” solo agregaba una tensión innecesaria. Se sentían dueños y señores del lugar, hasta que las finanzas del lugar cayeron en picada.
Hace poco se hizo cargo del lugar otra gente, y para revertir la situación y volver a darle el esplendor de otros tiempos, tomaron una drástica decisión.
Declararon “persona no grata” tanto a Oyarbide como a otros que lo acompañaban. una forma poco elegante de decirle: “No vuelvas más, no te queremos”. También las masajistas tuvieron que emprender la retirada, dar la imagen de un prostíbulo en las sombras tampoco es bueno para el negocio.
Así es la caída de tipos que se sintieron poderosos y se llevaban todo por delante. Nos cuentan que también en lugares gastronómicos de Puerto Madero los comensales de otras mesas no ahorran insultos ni gritos hostiles cuando lo divisan en alguna de sus mesas preferidas.
El rumor dice que Oyarbide se radicará por un tiempo en el Caribe porque su vida sin poder se le volvió insoportable en Buenos Aires. Pero es difícil que los argentinos se olviden de semejante payaso que detentó poder y ostentación hasta ser considerado como uno de los íconos de la perversión kirchnerista.
Que busque otro lugar para disfrutar el SPA, no solo en Colmegna lo detestan.
Se ganó en buena ley el desprecio de todos.