Este artículo no está basado en algo comprobable, ni mucho menos se podrá argumentar de manera empírica ya que está inspirado en una "historia no comprobable".
El meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz, quien fue pionero en el desarrollo de la teoría del caos, llegó a la conclusión de que el más mínimo cambio en determinado sistema puede provocar, a lo largo del tiempo, diferencias abismales e incalculables si ese cambio no hubiese ocurrido.
Esta teoría es más conocida como el "efecto mariposa". Su nombre se debe a la famosa frase o proverbio chino que declara: “El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo”. Dicho en otras palabras, el "efecto mariposa" es historia no comprobable.
Indudablemente, existen hechos que no solo marcaron la historia, sino que cambiaron su rumbo, y en nuestra historia reciente existe uno muy particular que en el momento que ocurrió absolutamente nadie hubiese imaginado que, dicho acto, iba a cambiar sustancialmente la historia argentina. Fue cuando el 28 de octubre de 1983, durante el cierre de campaña del Partido Justicialista, por las elecciones generales del 30 de octubre, el entonces candidato a gobernador por la Provincia de Buenos Aires, Herminio Iglesias, frente a una multitud de alrededor de un millón de personas, en el centro del palco y enfocado por todos los canales de televisión, prendió fuego un ataúd con las siglas de la UCR y una corona mortuoria.
Las encuestas para esas elecciones daban, algunas, vencedor por muy poco margen al Dr Raúl Alfonsín; otras también por escasa diferencia favorecían al candidato peronista, Italo Luder, y muchas pronosticaban un "empate técnico".
La realidad es que, efectivamente, hasta el día del acto justicialista en la Av. 9 de Julio, lo único concreto era que quien resultara electo presidente iba a lograrlo por un escaso margen, y cuando la diferencia es tan estrecha, cualquier acción puede modificar el resultado.
Fue entonces que, por el acto de la quema del ataúd se señaló Herminio Iglesias como el responsable de la derrota, resultando triunfante la UCR con el 51,75% de los votos.
Y aquí comienza la historia no comprobable o el efecto mariposa; y la pregunta es: ¿Qué hubiese ocurrido si Herminio no hubiese quemado el ataúd y el peronismo hubiese ganado las elecciones?
Lógicamente, además de imposible, sería improbable saber que hubiese ocurrido en nuestro país habiendo sido gobernado por Luder en lugar de Alfonsín, pero de lo que no caben dudas es de que muchas cosas no hubiesen ocurrido y hoy serían diametralmente opuestas, especialmente en todo lo que a Derechos Humanos se refiere. Por ejemplo, ¿Qué medidas hubiese tomado el gobierno Justicialista con los responsables del “proceso”? ¿Se habrían animado a enjuiciar y enviar a prisión a los genocidas cuando todavía tenían las armas en sus hombros? Y con los guerrilleros ¿qué hubieran hecho? Vale recordar que la plataforma política del Justicialismo proponía una especie de indulto implícito o encubierto o de hecho o como más le guste llamarlo, tanto para los militares como para los subversivos; esto abre otra incógnita: ¿No hubiese sido “olvido y perdón”?
Recordemos que, absolutamente todos los kirchneristas y menemistas que participan, y participaban en política en aquel entonces, formaban parte del mismo justicialismo que proponía un indulto colectivo tanto a militares como terroristas. Si, exactamente los mismos que hoy se rasgan las vestiduras repudiando la dictadura pero, casualmente, no solo no condenan los actos delictivos y terroristas de Montoneros, ERP, FAR, FAP y otras organizaciones subversivas —que, dicho sea de paso estaban identificadas con el peronismo de izquierda— sino que además los justifican, los indemnizaron y premiaron con cargos de distinto tipo y color.
Como dijimos al principio, estamos hablando de historia no comprobable, y es imposible determinar, como si fuese ciencia exacta, que hubiese ocurrido si Herminio no hubiese quemado el ataúd aquel 28 de octubre de 1983. Seguramente, la realidad, hoy sería muy distinta en muchísimos órdenes, pero fundamentalmente sería diametralmente opuesta tanto para los militares que participaron del proceso como para los terroristas.
Eso es indiscutible, tan indiscutible como que Herminio Iglesias, sin proponérselo, obviamente, cambió la historia y como el oportunismo y la hipocresía con la que se embanderan hoy absolutamente todos los peronistas, especialmente los kirchneristas.