“No llego a fin de mes”, “Toda la plata que recibo por el esfuerzo de mi trabajo, ya tiene destino y dueño”, “El sueldo que me pagan, no me alcanza para vivir”, estas son algunas de las expresiones que escuchamos comúnmente
Que el salario no alcanza resulta evidente para la gran mayoría del pueblo trabajador. La inflación superó el 40 % anual en 2016 mientras los salarios del sector registrado se incrementaron 33,3 % promedio. De este modo, la pérdida del poder de compra entre los trabajadores registrados del sector privado es del 6 %.
Entre los estatales, tomando como referencia el convenio Sinep de la Administración Pública Nacional, la caída del poder de compra alcanza al 8 %, según el Observatorio del Derecho Social de la CTA. En la jubilación mínima la perdida fue de 7,1 % en 2016.
Cuando se consideran todas las categorías (registrados, no registrados, cuentapropistas, etcétera), el ingreso promedio desciende hasta $ 11.127 para 16,4 millones de habitantes comprendidos en los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) en el tercer trimestre (julio-septiembre) de 2016.
En el sector de trabajadores no registrados (en “negro”), la pérdida de poder de compra del salario fue mayor. Se trata de casi 4 millones de trabajadores, con los ingresos más bajos y las peores condiciones laborales.
El salario mínimo (muy mínimo) pactado por el Gobierno, las patronales y la CGT se encuentra en $7.560 desde septiembre. Existían por entonces 6,6 millones de trabajadores que tenían ingresos por debajo de $ 6.800 y no alcanzaban ese mínimo. Asimismo, el 50 % de los hogares tenía ingresos totales menores a $ 14.000.
Las trabajadoras y trabajadores del Indec, organizados en Ate, estimaron la canasta de consumo mínimo para una familia en $20.875 al 31 de octubre. Como aclaran en sus comunicados, se refieren “a valores de mínima y no implican un modelo de lo que sería una canasta óptima”. En los próximos días darían a conocer estimaciones más recientes.
Actualizando por inflación el costo de la canasta familiar a diciembre, lo que debería cobrar de bolsillo cualquier trabajador no debería bajar de $ 22.000.
Por otro lado hay otra realidad, a veces gastamos más de lo que tenemos.
Para corregir el déficit financiero, recurrimos a los préstamos de amistades o a las diversas entidades financieras —sean bancos, financieras, cajas municipales, cajas rurales, cooperativas, entre otras—.
Los préstamos son soluciones a corto plazo, los cuales tienen que ser planificados y organizados para no volver a caer en el mismo problema. Sí dicho préstamo es solucionado a conciencia y bien estructurado, el mismo servirá para resolver nuestro déficit de caja y corregir aquellos errores que cometimos y no deberíamos volver a cometer.
Pero, si seguimos con el mismo comportamiento, esta situación no hará más que empeorar el perfil financiero ante cualquier entidad del sistema financiero.