Ficha Técnica:
Título para Latinoamérica: Chávez Infinito.
Título original: Chávez Infinito.
Dirección: María Laura Vásquez – Guión: Alejandra Loprea, María Laura Vásquez – Género: Documental – Apta para todo público.
Reparto: Documentary. Entrevistas periodísticas, noticieros, archivo.
Montaje: Florencia Mujica – Música: Catara Estudio, Humberto Pérez, Miguel A. Machado – Fotografía: Miguel A. Machado – País: Argentina.
Año producción: 2017 – Duración: 74 min. – Estreno: 20/07/ 2017.
Cine: CINE.AR Sala Gaumont, Av. Rivadavia 1635 / Tel: 4382- 4406.
Entrada general: $ 30 – Sitio Web: www.sala.cine.ar
“Chávez Infinito” (2017) es un formato de propaganda política burda, una impostura de Documental. La idea es torpe si trata de construir un metraje político de calidad. He visto mejores argumentos en infantes de 3 años de edad. La cineasta argentina María Laura Vásquez –una reconocida activista del régimen chavista– no agrega nada nuevo al séptimo arte. Su metodología fílmica es básica y naif. Nada provocadora. 74 minutos de cinta que no aporta ideas en la representación de la realidad; el uso del montaje; la edición y la narrativa. Cine mesiánico en un monólogo alejado de los cánones de autor. ¡Todo a favor!
Argumento. La sinopsis oficial que proclama las “bondades” del proceso revolucionario de Hugo Chávez Frías (1954 -2013) en Venezuela. Es el carisma de un líder y su empoderamiento, que dejó la mayor grieta social y política que subsiste y se agrava hasta el presente. La estructura narrativa curiosamente poco habla de los orígenes del militar ex-cara pintada. Sólo su conversión al “Socialismo del Siglo XXI”, el asalto al poder y su muerte. Hay un sólo discurso, voces a favor, nunca la visión crítica y objetiva de los indicadores de desarrollo del país. A través del seguimiento de ocho protagonistas (amantes del paraíso chavista) –en pseudo-formato documental– retrata las andanzas de un mesías histriónico, su liturgia populista alienante y la construcción hegemónica del poder.
Desde la primera apertura de plano, la prosa es mesiánica y apocalíptica. El rostro del “Comediante” Chávez (por error llamado Comandante), en un preámbulo redentor y costumbrista: monólogos autorreferenciales/salvíficos de la grey tercermundista. Retrotrae la estética de «República Bananera», gobernada por un dictador de poca monta, que entroniza al enemigo común: el demonio capitalista y al imperio tan temido. Jamás, los errores son propios y la autocrítica hace mutis por el foro. Hay una fascinación por la construcción imaginaria de un paraíso inexistente. Así, la diégesis narrativa se funda en la posverdad: la construcción de una ficción integrista, la caza de brujas, la persecución política a los opositores y a la prensa independiente. Para tal fin –creó en 2010– el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), la “Gestapo chavista”. Claro está, esto último no aparece en los fotogramas.
El guión, deliberadamente se posa en los momentos más tensos de la prehistoria del chavismo, el retrato del caos y la necesidad de un liderazgo autoritario y popular. Los incidentes del “Caracazo” (1989) y eje del mal, el imperialismo norteamericano. Con la llegada del redentor, la liturgia se instala con su aparato represor que silencia toda oposición. Jamás hace mención a lo que dejó el régimen chavista: la inflación más alta del mundo, la hambruna, la disgregación social, la migración de miles de ciudadanos por ausencia de esperanzas de una realidad que quiso transformar. El género apocalíptico sitúa al espectador en el futuro, pero hablando en tiempo presente. Así, el fin de la historia lo entroniza y legitima. Ahora bien, si esta estética fuese observada por espectadores de países desarrollados y democráticos como Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, ¿qué pensarían? ¿Cómo entender un proceso dinámico donde un líder demagogo y antidemocrático se postula como deidad?
Lo fundante no es lo que uno es para sí –sus creencias /mitología– sino lo que es en sí: los procesos sociales fundados en hechos. Hay una sola conclusión lógica y posible: La Venezuela de Hugo Chávez, es un proceso de violación sistémica de los Derechos Humanos; de concentración económica de un capitalismo de amigos del Comandante, y de populismo para las clases bajas. Se filma a los amanuenses entre lágrimas por la muerte del líder absolutista. La metodología del “Divide para reinar”, el lenguaje de lo jugado se instala. El espectador debe recurrir a los créditos finales para conceptualizar: el agradecimiento por el apoyo de la empresa Total Oil and Gas Venezuela, sin la cual no hubiese sido posible la financiación de tal propaganda del régimen imperante. Sin más, es el cine de la miseria y sus secuaces.
“Chávez Infinito”, es una antropología del héroe, nunca villano. Lo desnaturaliza. No hay dubitaciones. Es la sacralización de un presidente: “Santo Hugo Chávez”. No hay voces ni miradas que lo confronte. Se monta un ejército de genuflexos y alcahuetes a tiempo completo. En la pantalla cinemascope, la metáfora del dictador de “Costa Pobre” (símil personaje del entrañable Alberto Olmedo). Todo un escenario litúrgico (La Revolución Bolivariana) versus lo profano (aquellos que se oponen al tirano). En la sacralización del populismo, cristalizan las frases: “el verdadero socialista es feminista”. / dice el Comediante Chávez. A su lado, la mirada de un confundido Rafael Correa. El bolivariano “exprópiese”, fue denunciado por Marisabel Rodríguez (la segunda ex esposa del presidente) en varias oportunidades por violencia doméstica y familiar contra su persona. Evidencias de un golpeador y machista empedernido, una virtud no soslayada en la película. ¡Touché! Sí, José Vicente Rangel –reconocido plumífero rentado y ex vicepresidente de Chávez /2002-2007/– es la voz del entrevistador que marca el tono de la retórica integrista.
En conclusión, el verborrágico Comediante-Comandante devenido en dictadorzuelo Hugo Chávez Frías, cual predicador religioso, impuso el dogma anticiencia: “Yo Creo” / “Si creo el mito se transforma en realidad” (SIC). Se valió del pensamiento mágico y sus fabulaciones para perpetuarse en el poder. El cine de “Bombardeo de amor” (Love Bombing) / el “Amemos al líder” – que infunde confianza y lava cerebros como en las sectas – desnuda la psicopatología política de una realidad alienante que duele a la condición humana. ¡Venezuela, despierta a la libertad y al mundo!
Pensamiento mágico chavista: “Si creo el mito se transforma en realidad”. Propaganda política rentada en formato documental.
Gustavo Contarelli
Puntaje de la película: 1 Tribuna ¡pésima!
Puntaje actor protagónico: Género Documental
Referencias:
5 Tribunas: excelente /imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta / buena
2 Tribunas: regular
1 Tribunas: mala /pésima
Asistimos a los últimos destellos de autoritarismo del régimen chavista (como dice el artículo) de República Bananera". Lo que deja es destrucción, muerte y subdesarrollo. Muy triste final.
Pobrecita María Laura Vázquez Directora y guionista, que gastó tanto tiempo en pavadas. Con comentar solamente las aventuras con las amantes, entre las que se cuenta la Ex azafata Alicia Castro, seguramente se ganaba un premio. Pero hay gente que nace sin cerebro, que podemos hacer.
Para los kaka y zurditos pusilánimes busquen en youtube entrevistas a Chavez en los 90 donde elogiaba el neoliberalismo, decía que había que asociarse con EEUU y abrirse al mundo. Están los videos, él mismo diciéndolo, al igual que están los videos de Nestor kirchner elogiando a Menem y festejando la privatización de YPF. Es simple, solo hay que entrar a YouTube. Se animarán los simios cerebro lavados o tienen miedo de confrontar la verdad. Chavez fue un ladrón común y narcotraficante, al igual que Nestor kirchner, Lula da Silva, Correa y el bola Evo. Juntos formaron el NARCOSUR, vendiendoles a los giles el relato de la "patria grande" y del "demonio de EEUU". Los giles compraron. La diferencia es que en Venezuela hay un poco más de giles que en Argentina. Aunque acá todavía quedan muchos. Solo tienen que entrar a youtube y ver la verdad por sus propios ojos y las palabras de sus " líderes" mesiánicos.