Ficha Técnica / Artística
Título original: Juegos de Amor y de Guerra.
Dramaturgia: Gonzalo Demaría.
Dirección y Puesta en Escena: Oscar Barney Finn– Género: Drama.
Reparto: Luisa Kuliok (La Madre), Diego Mariani (El Teniente), Walter Bruno (El Hijo), Sebastián Holz (Celeste Imperio), Diego Vegezzi (El Cadete). Producción: Mónica Benavidez – Arte y Escenografía: Alejandro Mateo. Iluminación: Leandra Rodríguez – Maquillaje: J.M. Pont Ledesma, O. Mulet.
Vestuario: Mini Zuccheri – Música: Sergio Klanfer – Fotografía: Javier Mollo.
Peinados: Paula Molina – Diseño Gráfico: Leandro M. Correa.
Asistencia Artística: Mauro J. Pérez, Lucía Cichitti, Mónica Benavidez.
Prensa y RR.PP.: Alfredo Monserrat / www.alfredomonserrat.com.ar
Sala: Centro Cultural de la Cooperación. Av. Corrientes 1543/ Sala Solidaridad. Tel: 5077-8000 / Boletería interno: 8313/ Costo localidades: $ 350.-/ $ 250.- Reservas: Alternativa Teatral – Web: www.alternativaentradas.com.ar
País: Argentina – Año: 2017– Duración: 80 min.
Fecha de estreno: 07-07-2017 – Funciones: viernes y sábados: 22.30 Hs. / domingos 20 Hs.
El director de cine y teatro argentino Oscar Barney Finn, cuyos trabajos exhiben el exquisito método y solidez interpretativa de los que tienen formación y saben, vuelve a la Calle Corrientes con “Juegos de Amor y de Guerra”. Ahora, dirigiendo a la pareja protagónica Luisa Kuliok y Diego Mariani, con la producción de Mónica Benavidez. Una pieza necesaria para entender los convulsionados años ‘40: la posición de nuestro país en una contienda mundial, los sistemas totalitarios en Europa, y la prehistoria del peronismo. La dramaturgia comprometida con la historia y los conflictos de clase; una mirada crítica a los convencionalismos e hipocresías.
Argumento. Buenos Aires, 1942. Argentina y su neutralidad en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, hay dubitaciones y simpatías por Eje Roma-Berlín. El Gobierno de Ramón Castillo no se resuelve: a favor de los alemanes o de los aliados. Un predicamento que parece solucionarse el 4 de junio de 1943 -con La Revolución de los Coroneles y golpe de Estado militar. Signando la suerte y la entronización histórica del militar Juan Domingo Perón. Con este trasfondo, se inscribe la presenta obra basada en un hecho real que conmovió los cimientos de la institución militar y el de una familia tradicional. La Madre (Luisa Kuliok), El Hijo (Walter Bruno) y El Teniente (Diego Mariani), atravesados por pasiones, violencia, extorsión, perversidad e intereses políticos y económicos. Lucha de clases, mascarada social, y los cambios políticos que despuntaron los inicios de una nueva época.
El texto del autor Gonzalo Demaría, trabaja la tensa relación de encuentro /desencuentro de una pareja sui géneris: Luisa Kuliok (La Madre / Carolina), una mujer snob presa de las convenciones sociales y del qué dirán – femme fatale – mujer destructiva, fascinante, demoníaca, que seduce a su paso. Su partenaire, Diego Mariani (El Teniente/Federico), rememora ser el hijo del verdulero que llegó a oficial del Colegio Militar. Él es un militar fuerte, aguerrido y determinado a sustentar hasta lo último su condición que lo estigmatiza. ¿Qué une verdaderamente a esta pareja de opuestos? En el fondo, son dos trepadores que les importa las formas más que el contenido de su moralidad secular. El resto del elenco: Walter Bruno (El Hijo), Sebastián Holz (Celeste Imperio), Diego Vegezzi (El Cadete). El hijo de Carolina, es un joven oficial con trastornos de conducta y una sexualidad no resuelta. De carácter introvertido, tiene vergüenza de su madre. Es el malestar en la trama que precede a la tragedia. Su personaje es el que sostiene el clímax del relato.
Barney Finn se vale de “montajes alternos”. Utiliza el recurso de las bambalinas transparentes, para multiplicar el espacio escénico y la narrativa visual. La escenoplástica asocia a los protagonistas de una época con guiños políticos que cuestiona la legitimidad del poder político: «La Década Infame» y el mandato de Castillo. “Juegos de Amor y de Guerra”, una comedia dramática tensa, profunda y movilizadora por los elementos jugados. Tópicos universales de bioética aporta al debate: el suicidio, la decisión capital, el travestismo, el sexo y el género, en un espacio-tiempo donde el conservadurismo popular invisibilizaba a las minorías diferentes.
El director de “Doña Rosita la Soltera” (2006), trabaja el monomontaje. Una puesta arriesgada: 1 mesa larga, 10 gorras militares, 2 sillas y 1 banco. Las bambalinas juegan un papel superador: domina la entrada y salida de los actores a escena. El mutis por el foro con precisión de joyería suiza, y las cuidadas escenas que pueden herir la susceptibilidad del espectador. El Régisseur está en todos los detalles. La montación – como lenguaje – se articula con un vestuario de época realista. Mediante el juego de luces se suceden los actos. El texto es anafórico: el último acto retoma la escena del primero. Un inteligente recurso de alteración del espacio-tiempo en la secuencia. Es el ser o no ser, la declamación, la culpa y la exoneración. Las frases cristalizadas del guión, son pedagógicas para comprender y conceptualizar la pieza: “Es tarde para todo, menos para ganarle al amor” /“La mujer comienza a pensar como un varón” / “A las minas les gusta el uniforme” (... miradas machistas del teniente).
El Teniente (Mariani), compone un personaje duro – “el semental criollo” – que tiene en claro el espíritu de cuerpo tan caro para las instituciones castrenses, contrapunto con la escena de desnudez de El Hijo (Bruno); la metáfora del vaciamiento, la crisis del joven oficial. Se entrega a un final preanunciado. La música no es incidental y melosa, es una partitura empática que simplifica narrativa. Hay tiempo para citas de adicciones a estupefacientes impensadas en la dinámica de la obra.
El amor y la guerra concluyen. El odio no. Un soberbio protagónico de Luisa Kuliok, nos obsequia su lírica en el uso de las emociones; su poder declamativo y su ubicación en el espacio escénico, condensa el exitoso Rendezvous donde el espectador, la obra y el autor, se encuentran y manifiestan: « ¡Me aferro a lo último que me queda: mi odio!» ¡Touché!
Sebastián Holz (centro). Como Celeste Imperio, un artista travestido. Instantes de musical y prosa afrancesada, con pinceladas de melodrama que multiplica la pieza.
Luisa Kuliok y un Rendezvous superador: « ¡Me aferro a lo último que me queda: mi odio! »
Puntaje de la obra de teatro: 4 Tribunas
Puntaje actor protagónico: Luisa Kuliok 5 Tribunas ¡Imponente!
Referencias:
5 Tribunas: excelente /imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta / buena
2 Tribunas: regular
1 Tribunas: mala /pésima
Gustavo Contarelli
Qué alegría poder ver otra vez a la enorme artista Luisa Kuliok. Derroche de calidad atemporal.