Hay dos cosas que la democracia republicana no puede tolerar: los corruptos de estado y la violencia golpista. Sobre la cleptocracia que gobernó con el kirchnerismo durante más de 12 años hemos hablado mucho y seguiremos hablando porque todos los días hay una causa que se mueve y mil pruebas que se confirman. La verdad: cuesta encontrar un funcionario honrado en el gobierno anterior.
Pero hay algo muy grave que viene ocurriendo en cuenta gotas pero que se fue acelerando en catarata en los últimos tiempos. Hablo de los violentos, de los que producen atentados, agresiones directas, extorsiones, y ataques de todo tipo. El gobierno de Macri y los gobernadores deberían estar muy atentos ante esta situación. Porque los que apelan las bombas incendiarias saben cómo comienzan pero no saben cómo terminan.
Es cierto que son grupos minúsculos repudiados por la inmensa mayoría de los argentinos pacíficos. Pero hay que encender una luz de alerta sobre el tablero de la democracia porque el odio puesto en acto puede generar un crecimiento geométrico de la violencia y terminar en tragedia. Ya nos pasó a los argentinos. No podemos permitir que nos vuelva a pasar.
¿A qué sucesos explosivos me refiero? Hay muchos y de distinta magnitud. Pero le nombro algunos: Un paquete bomba estalló en las manos de dos empleados de Indra, la empresa encargada del escrutinio provisorio. Al presidente Macri lo emboscaron varias veces y apedrearon el vehículo que lo trasladaba. A la gobernadora Vidal la intentaron intimidar con todo tipo de operaciones: ingresaron a su despacho y revisaron sus cajones, dejaron dos cartuchos en la puerta de su casa, intrusaron el domicilio de su jefe de gabinete Federico Salvai y varias agresiones más que la llevaron a tener que vivir con sus hijos en una unidad militar. En plena democracia.
Las botellas con nafta y fuego y los palos y piedras con que atacaron a policías en el Congreso de la Nación. Quemaron la emblemática estación de El Maitén, incendiaron cascos de estancia y le dieron palizas a varios puesteros en la Patagonia. Lo último fueron las bombas molotov contra el senado bonaerense que quemaron muebles y mampostería, las piedras que rompieron los vidrios del despacho de Salvai y los bidones con nafta, pólvora y mecha que intentaron hacer volar por los aires a varios autos estacionados al lado del Ministerio de Seguridad que conduce Cristian Ritondo. Son los mismos que atentaron con fuego, piedras y pintadas insultantes a la Catedral o destruyeron la Casa de Chubut de esta Capital. O pusieron un artefacto explosivo en Círculo de Suboficiales de la Gendarmería de Córdoba.
Por lo menos tres policías y dos gendarmes resultaron heridos con estos ataques planificados. Insisto en que solo le estoy nombrando algunos hechos. Pero fueron muchos más. Amenazas de muertes telefónicas a las más altas autoridades de la Nación, hackeo de algunas páginas. La pregunta se cae de maduro: ¿Quiénes son estos salvajes antidemocráticos? ¿Quiénes utilizan los explosivos para tratar de imponer sus ideas? Digamos primero que esa gente debe ser capturada lo antes posible para que tenga su consecuente juicio, castigo y condena. Los responsables tienen distintos orígenes. Por un lado están las mafias que el gobierno de Vidal está desarticulando.
Hablo de la policía acostumbrada a cobrar coimas y cometer todo tipo de delitos con sus uniformes y armas reglamentarias. Hablo de extorsiones, trata de personas, vínculos con los narcos, torturas, abusos de poder. Sólo en lo que va del año, la limpieza que hacen Vidal y Ritondo ya sancionó a 3.141 policías y a 195 de ellos los llevó a la cárcel. No es poco.
Desde que asumieron el gobierno, se han abierto 15 mil expedientes con muchos castigos y suspensiones. Se compara su nivel de vida con las declaraciones juradas y sus ingresos y aparecen policías enriquecidos con sueldos medianos o bajos. Hay que sumarle las mafias del servicio penitenciario y las de La Salada. Ahí hay lavado de dinero, contrabando, aprietes de patota barras brava de todo tipo y coimas.
Son muchos los negocios ilegales que María Eugenia cortó de un sablazo y por eso, los perjudicados odian a esta gobernadora. Porque son negociados y estafas históricas que les permitían tener un nivel de vida de ricos y ahora se cortó. Los anteriores gobiernos eligieron mirar para otro lado, pactar con las mafias o ser cómplices para repartir el botín. Ahora se cortó toda recaudación ilegal.
A las mafias se las persigue legalmente; no se las apaña. Esto es parte del cambio que Cambiemos prometió. Es una batalla colosal y peligrosa pero indispensable. Por algo tuvieron que desplazar en estas horas al mismísimo jefe de inteligencia de la policía bonaerense. Pero otra gran parte de la violencia fue ejecutada por pseudo anarquistas y auto titulados mapuches que no representan y que, por el contrario manchan, a ese pueblo originario noble y trabajador. Todos tienen contacto con La Cámpora, las Madres de Plaza de Mayo y a Elizabeth Gómez Alcorta, como abogada en común con Quebracho y Milagro Sala.
Su líder, Facundo Jones Huala, una especie de subcomandante Marcos del subdesarrollo, una caricatura de combatiente propuso a lucha armada para construir un estado dentro de la Argentina. Un delirio total que también impulsa en Chile y por eso el gobierno de Michelle Bachellet está pidiendo su extradición. Hicieron 77 atentados en Chubut, Río Negro y Neuquén. Están asociados a residuos que quedaron de las FARC, y criminales similares que existen en Bolivia, y Perú. De hecho en esos tres países, en los consulados argentinos, hubo atentados con bombas molotov y pintadas pidiendo la aparición de Santiago Maldonado.
Por supuesto que Maldonado debe aparecer y que es responsabilidad del estado encontrarlo y garantizar las protestas pacíficas de todos los sectores. Pero los más extremistas que rodean a Cristina y ella misma aprovechan este drama para acusar al gobierno de Macri de ser poco menos que el Videla que lo hizo desaparecer a Maldonado. Un despropósito y una locura que necesitan para que su inflamación ideológica coincida con una realidad que sueñan y desean pero que no es verdad.
Si la gendarmería o cualquier otra fuerza de seguridad, detuvo, hirió, apresó o peor aún, mató a Maldonado debe ser castigada con todo el peso de la ley. Pero hay que probar que eso fue así. No se puede castigar a nadie por sospechas o expresiones de deseos incomprensibles. No hay un solo dato preciso. Y eso que se secuestraron computadoras y teléfonos de 65 gendarmes. Estela Carlotto y varios de sus pares, acusan a Patricia Bullrich casi de haber secuestrado ella o Macri a Santiago Maldonado. Están profanando una vez más conceptos sagrados. Están banalizando y vaciando de contenido lo que pasó en la dictadura, con miles de detenidos desaparecidos, torturados y asesinados en campos de concentración.
Se les nota demasiado su desesperación por lastimar la investidura presidencial. No terminan de comprender que el pueblo votó otra opción y no al chavismo kirchnerista que nos llevaba al colapso de Santa Cruz. Una vez más quiero hablar de Alerta Roja sobre el tablero democrático. Tanto los uniformados resentidos y vengativos como los mesiánicos que se creen vanguardias revolucionarias contribuyeron a la peor de las tragedias argentina que fue el terrorismo de estado. La inmensa mayoría de los argentinos está harto de los violentos golpistas de todo tipo y de los ladrones de estado. La inmensa mayoría quiere construir un país en paz, más igualitario y con más libertad. Sin corruptos ni criminales.