Martin Luther King dijo “I have a Dream”, “Tengo un sueño”. Aquellos eran sueños de paz, de fraternidad y de convivencia. Quienes vivimos los trágicos años setenta en la Argentina, esta última semana, más que un sueño, tuvimos un angustiante déjà vu.
El eco de aquellas consignas violentas resonó nuevamente en nuestros oídos y no precisamente como la más maravillosa música. Canciones envejecidas, de otros tiempos que, como los vinilos gastados de entonces, suenan con ese espantoso ruido de fondo de la púa sobre el surco, hoy convertido en grieta.
Los insistentes llamados de Hebe de Bonafini a reinstalar la violencia parecen haber encontrado un terreno fértil entre las filas del kirchnerismo. Hagamos un breve repaso por las más dulces frases que pronunció Hebe estos últimos tiempos.
El 25 de junio de 2008, a propósito de las protestas de los representantes del campo, dijo:
“La presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene mucha tolerancia. Había que desalojarlos a palos y a gases como merecían”. Dijo la señora que hoy se espanta si invitan amablemente a un integrante de Quebracho munido de un garrote a despejar una calle.
El 15 de diciembre del 2009, la hoy defensora de los “mapuches” de Jones Hualas, le dijo a un grupo de bolivianos que velaban en la plaza a un compatriota asesinado:
“¡Váyanse de nuestra plaza bolitas hijos de puta! ¡Váyanse bolivianos de mierda!”
El 24 de marzo de 2017, declaró frente a un micrófono:
“Basta de ser democráticos para ser buenitos. Yo me cago en los buenos, no soy buena.”
En ese mismo acto, los oradores por primera vez en democracia reivindicaron a los grupos armados de los ‘70:
“En esta Plaza, recordamos las luchas de la militancia en las organizaciones del Peronismo Revolucionario: Montoneros, FAP, Sacerdotes por el Tercer Mundo y FAL; la tradición guevarista del PRT, Ejército Revolucionario del Pueblo”.
Tanto insistieron que finalmente lo lograron. Manuel Quieto, el cantante, por así decirlo, de la Mancha de Rolando amenazó:
“Guerra civil, violencia, sangre, estallido, el hambre no se puede tapar, espero que estén preparados para enfrentar el cambio que votaron”.
Todo indicaría que la banda que supo liderar Boudou, decidió convertirse en una banda armada. Según parece, el propio Amado Boudou se haría cargo de las armas más letales en su manos: la guitarra y el micrófono. Ante la amenaza de que el ex vicepresidente pudiera volver a cantar sobre un escenario, muchos oligarcas se estarían entregando con las manos en alto y sin resistencia.
Pero no fue el único: la escritora y periodista Ingrid Proietto escribió:
“Las armas, sólo nos quedan las armas. Si para ellos está bien que un carnicero mate a un pibe porque le robó un celular, para mí está bien cagarlos a tiros porque me afanan los votos”.
Ingrid Proietto, empleada de Tecnópolis y del Sistema Federal de Medios, cobró durante años un sueldo por parte de Estado y parece estar dispuesta a empuñar un FAL par recuperar su sueldo como empleada pública. Esas son utopías concretas y no las frivolidades que escribía La Pasionaria, suponiendo que Ingrid sepa quién fue Dolores Ibárruri.
Lo que sí es seguro es que nadie sabe quién es ni qué escribió Ingrid Proietto. Su texto más famoso fue una carta que la escritora le dedicó a Cristina en 2016 para saludarla por su cumpleaños. Entre otras frases inolvidables, expresó:
“Durante el menemismo tenía empleada con cama. Por poco que les pagáramos y por más en negro que las tuviéramos, a las peruanas y paraguayas les “convenía” esclavizarse en casas de familia”.
Pero por fin, gracias a Cristina pudo dejar esa “vida burguesa de mucha comodidad y excesos” y empezó a repartir alfajores entre los chicos pobres cuando detenía el auto en los semáforos. Parece que ahora va a llevar armas en la guantera para repartir entre los niños de bajos recursos.
Pero acaso lo más notable de su carta a Cristina sea este párrafo:
“Y sí, siempre fui un poco pelotuda y los medios no perdonan eso, donde te encuentran una rendija de boludez, te hunden”.
En este punto, Alfredo, muy a mi pesar, debo darle la razón a Ingrid Proietto: por los visto presenta varias rendijas.
Lo cierto, es que a partir de estas palabras, se las habría escuchado a Florencia Peña, Andrea del Boca y Nancy Duplaá gritar desaforadas:
-¡Que vuelvan los montos! ¡Que vuelvan los montos!
-¿Los montoneros? -preguntaron sorprendidos quienes las escuchaban.
-No los montos. Los montos de guita que recibía mi productora en la viejas buenas épocas -dijo la protagonista de “Papá corazón” entre sollozos y mohines.
-Si, que vuelvan los montos, los montos de tarasca que recibía con mi productora Mar de Fueguitos -nombre de su empresa durante el kirchnerismo- o los cagamos a tiros con armas del elementito homónimo -gritaba la actriz mientras la llamaban…. a comerlaaaaa.
-Sí, que vuelvan los montos de potota que nos caían del cielo con mi productora El árbol -antes, claro, de que se cayera de la palmera con la inesperada derrota del líder revolucionario Daniel Scioli.
Otro puntal de la vuelta de la lucha armada sería Moria. Así como en los ‘70, Montoneros cometía robos y secuestros para recaudar fondos para Revolución, Moria se encargaría de aportar anillos de brillantes secuestrados en Paraguay.
Parafraseando a los viejos cánticos, nuestros nuevos revolucionarios de la farándula hoy cantan:
Ahora, ahora, resulta indispensable
abono para Netflix
y televisión por cable.