Hay dos días en la vida de Verónica Mutal y Rodrigo Pérez que no se van a olvidar jamás. Porque se les estrujó el alma, primero de angustia y después de felicidad. La Vero y el Rodri son una pareja de aguerridos cordobeses que se aman profundamente. Se conocieron trabajando. Él era proveedor de ella. Especialista en luces, sonidos y tecnología, Rodrigo le facturó un servicio a Verónica para una fiesta. Ella se gana la vida organizando eventos: casorios, bar y bat mitzvá, cumpleaños y todo tipo de celebraciones. Es un lindo trabajo siempre asociado a la felicidad. Ese día se cruzaron las miradas, se adivinaron los cuerpos y se enamoraron. Se casaron, progresaron y tuvieron dos hijos hermosísimos. Franco y Santiago.
Hasta ahí, esta historia rosa parece que no tiene noticias. Pero yo le hablé de los dos días que nunca se olvidarán.
El primero, el más terrible, fue cuando le diagnosticaron a Santi una leucemia linfática aguda con cromosoma filadelfia positivo. A los padres se les hizo un agujero negro en el alma. El dolor y el llanto les ocupaban todo el cuerpo. Un día Santiago tuvo un poco de fiebre como tantas veces tienen todos los chicos del mundo. Lo controlaron pero no le dieron demasiada importancia. Al otro día los llamaron del jardincito del colegio San Martin. Santi se había desmayado. Con urgencia fueron al sanatorio Reina Fabiola y se les cayó el mundo encima. Santiago, ese mocoso maravilloso tenía cáncer en la sangre. Se le veían suaves manchitas en la piel. Estaba muy anémico porque producía una enormidad de glóbulos blancos.
No lo podían creer. Estaban planificando un viaje soñado a Disney los cuatro. De pronto, recibieron ese terremoto en el corazón: Santiago debía hacerse un trasplante de médula. Se asustaron. Se aterraron. Y buscaron información por cielo y tierra. Aprendieron que el trasplante de médula necesita de un donante único que no es muy fácil de encontrar. Hay un caso en 40 mil que pueden donar médula. ¿Escuchó bien? Solo un caso en 40 mil. Recurrieron al banco del INCUCAI que a su vez está vinculado a otro de alcance mundial. El que fuera compatible con Santiago podía estar en China, en Israel o en La Rioja. En cualquier lado. Pero no iba a ser fácil encontrarlo.
Toda la familia fue a donar sangre que es el primer paso para donar médula. Todos se hicieron el estudio de histocompatibilidad. Ese código genético queda archivado en el INCUCAI. Y allí apareció el segundo día que jamás olvidarán en sus vidas. Franco, el hermanito mayor de Santiago que tiene apenas 3 añitos, era absolutamente compatible. Tenía casi el 100% por ciento de compatibilidad. Todos se abrazaron, lloraron sin parar pero de alegría. Utilizaron palabras como milagro, bendición y agradecimiento. Bajo el mismo techo, en la camita de al lado estaba el donante que necesita Santiago. A Verónica y Rodrigo les volvió el alma al cuerpo. Respiraron aliviados. Volvieron a sonreír.
Los hermanitos son muy compinches. El más grande le transmitió la pasión por los superhéroes. Hay que ver a los dos chiquitos disfrazados y jugando. Es la imagen de la alegría y el futuro. Son fanáticos de los Vengadores y juegan con los encastres del Lego, igual que Yoav, el hijo mayor de Ariela, una de las mejores amigas de Verónica.
A Santi le dicen el Toro. Nació con 4 kilos 100 gramos y se mostraba siempre muy fuerte. Dejó el chupete enseguida, no se enfermaba nunca y sin embargo un día maldito le dijeron que tenía leucemia.
Ahora Santi está en la segunda de las cinco quimioterapias que debe hacerse antes del trasplante. Hay días en que sus abuelos maternos, Liliana y Alberto entran a la habitación a verlo y festejarle sus mohines. Otro día les toca a los abuelos paternos, a Ana y Chiche. Pero hay días en los que Santi está con las defensas bajas y a la terapia intensiva solo entran Verónica y Rodrigo, con batas blancas y barbijos y el máximo cuidado porque tienen que evitar que cualquier virus lo enferme.
En esos dos días que no olvidarán, el joven matrimonio pasó de la oscuridad a la luz. Tuvieron la inmensa suerte de que el donante de Santi pueda ser su hermanito mayor. Pero quedaron tan marcados por la experiencia y tan agradecidos a los de la obra social de la universidad, a los médicos y a las enfermeras que quisieron hacer algo por todos los que están en la misma situación de Santi. Armaron un video creativo y lleno de información sencilla para que todo el mundo done, para que todo el mundo sepa que es muy fácil y nada peligroso tener ese mínimo gesto solidario.
Si vos donas un riñón en vida, como hizo Sandra Mihanovich, por ejemplo, o la esposa de Lanata, es un gesto de entrega maravilloso. Pero en este caso, las células madres que vos donas las recuperas en 48 horas. Y te lleva apenas media hora de tu vida. Así de sencillo y nada peligroso es.
Primero hay que donar sangre. Allí te identifican desde el punto de vista de tu compatibilidad. Y esa información queda grabada en un banco mundial de datos. Algún día te pueden llamar porque hay alguien que necesita de vos. Si eso ocurre. Hay que poner los dos brazos. Por uno te sacan sangre y por el otro vuelve a ingresar. Pero mientras tanto pasó por una máquina que te saca células madre que, insisto, recuperas en dos días. Y listo. En media hora salvas una vida. Eso es un milagro. Eso es dar vida, dar a luz a una persona sin parir. Dar vida por hermandad y humanidad, por solidaridad de hacer el bien sin mirar a quien. Porque vos ni conoces al que lo recibe. Puede ser que hable otro idioma, practique otra religión y viva en otras latitudes.
Reconozco que yo tampoco tenía información sobre este tema. Ignoraba los procedimientos. Tal vez no ayude el tema de llamarlo “trasplante de médula”. Suena a que te tienen que hacer una intervención quirúrgica y sacarte una parte de tu médula para trasplantarla. Como si fuera un riñón. Y ya te dije que nada que ver. Es solo una transfusión de sangre.
El video que hicieron Verónica y Rodrigo y la campaña que llevan adelante es para los demás. Su hijo Santiago no necesita un donante. La vida le regaló un hermano compatible. Le recuerdo. Hay una posibilidad en 40 mil.
Hoy Verónica y Rodrigo están más tranquilos y confían en la ciencia. Su forma de decir gracias fue sumarse a la campaña llamada “dona sangre, dona médula y dona vida”.
Cuando se pueden distender un minuto y se sientan frente a Santiago que juega con Franco, Verónica y Rodrigo sueñan de la mano mientras escuchan “Juntos a la Par”. La letra, al principio dice: “Le he pedido tanto a Dios/ que al final oyó mi voz/ por la noche a más tardar/ Yendo juntos a la par.
A la par de Santi y Franco. Santi en hebreo se llama Jaim que significa vida. Y a Franco lo bautizaron Scholem que es algo así como una mezcla de serenidad y sabiduría. Juntos a la par: la vida y la sabiduría. Santi y Franco. Juntos contra todas las leucemias y a favor de todas las solidaridades. Dona sangre y médula. Dona vida.