Hace una semana, escribí un artículo en el que indicaba, cuales creía debían ser las prioridades del gobierno, luego de su victoria en las últimas elecciones: recuperar la paz cotidiana (seguridad y justicia), bajar los impuestos (y el gasto público), desburocratizar y educación.
Los tres primeros puntos de este “cuarteto”, estuvieron incluidos en el discurso dado por el presidente Macri; el que me haya anticipado no fue un acto profético sino de sentido común.
Sin duda, el reconocimiento del delicado estado en el que se encuentra nuestro país (una novedad si lo comparamos con el gobierno anterior), es un avance muy importante que hay que reconocer. Ahora bien, una vez establecido el diagnóstico las preguntas son: ¿está dispuesto Cambiemos a aplicar las medidas “poco simpáticas” que hay que instaurar? ¿Tendrá el apoyo suficiente de la ciudadanía, de los políticos, de los jueces y de los sindicalistas como para hacerlo?
Al respecto, tengo mis serias dudas de que la corporación política-judicial-sindical-burocrática esté dispuesta a “soltar el dulce” tan fácilmente, estos “malcriados” se resistirán sin dudas a abandonar su parasitismo.
Tampoco considero una posible solución, el esperar que el crecimiento económico “absorba” el déficit; pues, aunque eso sucediese (cosa que creo una fantasía), el problema cultural de fondo permanecería intacto y tarde o temprano, volveríamos a sumergirnos en la miseria.
El gobierno deberá desarrollar estrategias sagaces por las que obligue a las provincias, a la justicia y a los sindicatos a asumir sus responsabilidades, dejándolos expuestos en sus malversaciones, en sus inoperancias, en sus corrupciones y en sus enmarañadas máquinas de impedir (burocracia).
Imagino una idea puntual. Nacionalizar (transitoriamente) la educación y salud estatal de todo el país y devolver el cobro de impuestos a las provincias, las que deberán coparticipar un porcentaje al gobierno nacional para el funcionamiento general del país. De este modo, cada provincia será más autónoma y deberá responder ante sus habitantes, acerca de los impuestos que cobra y de su destino, sin poder “echarle la culpa” a la Nación.
Estamos en un momento de inflexión, el que nos transformemos en un país serio, en una república de verdad, dependerá de las próximas medidas que tome el gobierno; confiemos en que no desperdiciemos esta nueva oportunidad de terminar de una vez por todas con El Imperio de la Decadencia Argentina.