En el año 1978 Octavio Paz publicó su ensayo “El ogro filantrópico”, que, a partir de la experiencia mexicana nos muestra la forma de dominación y dependencia que puede producir un Estado, en esa época dominado por el partido PRI, que bajo el supuesto manto de la filantropía, anestesia conciencias, subsidia, asiste, corrompe con grandes sumas de dinero financiando toda suerte de instituciones, fundaciones, medios de comunicación, universidades, propiciando una atmósfera de degradación social y política que poco a poco destruye las instituciones democráticas de un país. Ahora mismo estamos viviendo una situación similar bajo la siniestra y global manipulación de George Soros, un ogro multimillonario que disfrazado de filántropo, igual que el PRI en México, pretende destruir los fundamentos, no sólo de un país sino del mundo occidental entero y reorganizarlo a su manera. Los ogros en términos generales son seres mitológicos malvados, grotescos, que muchas veces viven en grandes castillos y se dedican con alevosía a secuestrar pobladores para tenerlos como esclavos o sirvientes. Este ogro contemporáneo es muy temido y odiado en el mundo a pesar que invierte gran parte de su fortuna, calculada actualmente en unos 23.000 millones de dólares, en tratar de imponer su ideología, un esquema peligrosísimo de dominación para las democracias contemporáneas. Uno de sus instrumentos predilectos es la aplicación de una globalización despiadada para someter mejor a las naciones.
¿Y quién es este ogro super villano internacional que afirma de sí mismo, y lo confiesa al New York Times en el año 1994, “soy una especie de Dios Ex Machina”, o sea un ser providencial, todopoderoso que aparece para solucionar todos los problemas del mundo. A su biógrafo Michael Kaufman le confiesa “soy un tipo de loco que quiere tener impacto mundial y que lo reconozcan”. Hay más aún, en su libro “Soros sobre Soros”, expresa abiertamente “no acepto las reglas, las leyes impuestas por otros (…), y en tiempos de grandes cambios en el mundo las leyes normales no se aplican.” Evidentemente Soros cree ser alguien que puede decidir qué leyes acepta y cuáles no.
Sabemos que este despiadado especulador ha sido parte y es parte de escabrosas tramas políticas, sociales y económicas en el mundo que han destruido las economías y las monedas de varios países, arruinando las vidas de miles y miles de ciudadanos honestos. Con sus billones ha logrado construir un imperio y tener una voz importante en la alta política de los EEUU como así también en varias capitales europeas. El imperio de Soros constituye un poder global como si fuera un Estado, como la FIFA, como Google. El escritor norteamericano de bestsellers Jim Denney en su libro “The New Reagan Revelation” del año 2011, describe la maldad que irradia el especulador de origen húngaro, cuyo verdadero nombre es Gyorgy Schwartz, “Soros es potencialmente más peligroso que una bomba nuclear. Actúa en la sombra y con determinación usando su dinero y poder manipulando nuestra economía y nuestro sistema político. Un misil nuclear puede destruir una ciudad. Soros puede destruir nuestro estilo de vida.”
El ogro, que dice ser filantrópico, ha logrado efectivamente introducirse en el más íntimo círculo del poder de Washington D.C. Financió masivamente la frustrada campaña electoral de Hillary Clinton. Gracias a filtraciones de Wikileaks de las últimas semanas hemos sabido que el magnate acostumbraba darle directivas en política exterior cuando ella tenía a su cargo el Departamento de Estado. Evidentemente Soros no logró su objetivo final y Donald Trump pasó a ser su gran enemigo, que ahora hay que destruir, sea como sea. Eso sí, logró últimamente un gran éxito en Canadá, bajo el gobierno de Trudeau, con el nombramiento de Chrystia Freeland, como nueva ministra de relaciones exteriores de este país. Freeland es una activa periodista con una larga y estrecha relación con Soros, habiendo servido a sus intereses en el Financial Times, en el Washington Post y en otros medios de comunicación. Es una pieza importante para el esquema de dominación global por parte de Soros.
La idea central de Soros es buscar de imponer en el mundo una globalización rabiosa, una globalización que termine con las fronteras, que disuelva las naciones, minando el sistema democrático de poder elegir gobiernos independientes que representen las diferentes culturas de comunidades con raíces históricas diferentes. Para Soros conceptos como patria, tradición, religión son desechados de plano y quiere combatirlos. En esta idea de globalización rabiosa se haría cargo del poder una especie de elite plutocrática. El instrumento central para lograr estos fines de penetración en nuestra sociedad lo representa su ONG, la Open Society Foundation, constituida en el año 1993 y que hoy en día tiene oficinas con representantes en por lo menos 39 países, contando con un presupuesto de aproximadamente de unos 900 millones de dólares anuales. La lista de fundaciones asociadas y subvencionadas por la Open Society es interminable. Dentro de los EEUU llega al centenar, lo mismo en Europa y en el Medio Oriente.
A través de sus ONGs Soros ha tomado muchas veces causas justas y aceptables como pantallas para esconder detrás de ellas sus verdaderos objetivos de desestabilización mundial. Su accionar más importante se centra actualmente en el tema de la inmigración masiva, en el tema de cómo dominar los medios de prensa, en la órbita de derechos humanos, justicia, protección de intereses de minorías, el tema del Medio Oriente, la liberación total de los estupefacientes. Su rol en favor de la masiva e incontrolada ola de inmigración de países musulmanes hacia Europa es actualmente uno de sus objetivos más caros, lo que ha motivado ya una reacción fuerte por parte de los países del Este europeo hacia sus maquinaciones, con el resultado que muchas de sus ONGs han sido expulsadas de países como Hungría, Polonia, Eslovaquia y la República Checa. Su archienemigo allí es justamente el primer ministro de Hungría, país donde naciera Soros, Viktor Urban. El nuevo gobierno austríaco, que asumirá en diciembre próximo, contempla ya también la expulsión de sus representantes del país. En Italia, a pesar de una fuerte oposición por parte de diferentes partidos políticos pudo infiltrar en el ministerio de Justicia a Costanza Hermanin como consejera política. Hermanin es una activa colaboradora de la Open Society que trata de imponer la agenda de Soros en el tema de la inmigración indiscriminada que llega a Italia.
No dejemos de mencionar la masiva influencia de Soros en los medios de comunicación, principalmente en los EEUU. Más de treinta importantes medios de prensa tienen vinculaciones directas con fundaciones de George Soros. El Poynter Institute en la ciudad de St. Petersburg en la Florida juega un rol importante en la formación de nuevos periodistas a través de becas. Aquí se elabora un código periodístico, el IFCN (International Fact-Checking Network), que determina fundamentalmente qué artículos son verdaderos o falsos, algo que nos trae en mente el mundo orwelliano.
Y bien, tenemos que estar muy atentos a los próximos movimientos de George Soros. Ya son tantas las pruebas de la peligrosidad de este ogro filantrópico que cree ser Dios que bien podemos afirmar, como el gran detective ficticio belga de nuestras lecturas juveniles, Hercule Poirot que “una coincidencia es sólo una coincidencia, dos coincidencias son un indicio, tres coincidencias son una prueba” y las pruebas en su contra, que es un ogro y no un filántropo, son ya lapidarias.