Por más que les echemos la culpa a los yankees, a las multinacionales, a los "medios económicos concentrados", a los "medios hegemónicos de comunicación", a la opresión capitalista, y/o a todo lo que se le pueda ocurrir, estamos como estamos porque somos como somos, perfectos argentinos.
Seamos honestos y pensemos lo siguiente: ¿A alguien le llama la atención o sorprende la lamentable tragedia ocurrida con el submarino ARA San Juan? En lo personal, no solo no me sorprende, sino que me llama la atención que, milagrosamente, en nuestro país no ocurran más desastres de los que ya padecemos.
Este tipo de tragedias, como la de Cromagnon, la de Once, la de los 42 gendarmes muertos en el accidente del 15 de diciembre en Jujuy, e incluso el asesinato de Nisman y hasta las muertes de Santiago Maldonado y el mapuche muerto por Prefectura, entre otras tantas, no nos pasan por casualidad, nos pasan porque no somos un país serio, y todo, absolutamente todo, se hace en función a intereses personales.
Construimos un país en el que festejamos que se pueda viajar prácticamente gratis en el transporte público a través de subsidios millonarios que se robaron empresarios socios del Estado, y en el que pagar una factura bimestral de luz, gas o agua era más barato que dos atados de cigarrillos.
Construimos un país en el que aplaudíamos poder ver fútbol gratis, financiado a través de la ANSES y que además servía para propaganda política en favor del gobierno. Único caso en el mundo, como la prohibición de que vayan a los estadios simpatizantes del equipo visitante porque no somos capaces de terminar con la violencia generada por cuatro delincuentes amparados por dirigentes y políticos.
Pero no solo eso. Construimos un país en el que un ex presidente que hizo volar un pueblo entero para ocultar pruebas ocupa una banca en el Senado, junto con otra ex presidenta que no puede justificar de ninguna manera los miles de millones de dólares que declara.
Construimos un país en el que ex terroristas asesinos no solo están libres, sino que ocupan cargos públicos y cobran indemnizaciones y sueldos exorbitantes por haber sido, precisamente, delincuentes. Otro caso único en el mundo.
Construimos un país en el que un integrante del máximo tribunal de justicia regenteaba prostíbulos, y se jacta de ser un ejemplo de garantismo defendiendo violadores y prioriza los derechos de los delincuentes a los de las víctimas.
Construimos un país en el que cualquiera corta una calle, o una ruta nacional, o 10 adolescentes que se creen revolucionarios toman un colegio y no ocurre absolutamente nada. Un país en el que cualquiera pisotea los derechos de los demás sin importarle en lo más mínimo.
Construimos un país en el que cualquier inmigrante exige que el estado le proporcione de manera gratuita salud, educación para sus hijos y vivienda.
Construimos un país en el que no solo la sociedad se ha deteriorado en estos últimos años, especialmente después de 2001/2002, también se deterioró el prestigio de las instituciones, y lamentablemente, estos dos factores se nutren uno del otro y conforman un círculo vicioso del que será realmente muy difícil salir.
Néstor primero, y Cristina después, —aunque en realidad la obra fue comenzada por Perón en 1945— dejaron un país que social y culturalmente está barranca abajo.
Hicieron y deshicieron todo lo que quisieron a su antojo, ya sea desde usar un avión oficial para pasear o la cadena nacional para hacer campaña. Hasta modificaron la Ley de radio difusión para perjudicar a un medio que no quiso apoyarlos cuando quisieron imponer la ley de retenciones (la 125/08) a las exportaciones de granos para perjudicar a los productores agropecuarios.
La lista de despropósitos que supimos construir los argentinos es casi infinita, y abarca absolutamente todo; lo político, lo económico y, fundamentalmente, el aspecto cultural.
Hoy sabemos que dentro de ese caos endemoniado también estuvo el ARA San Juan. Hoy sabemos, también, que La reparación del ARA San Juan costó el doble de lo presupuestado, y que además desapareció documentación clave, como la que debería acreditar la última entrega de las baterías arregladas. Y vuelvo a preguntarle lo mismo, estimado lector: ¿A alguien le llama la atención o sorprende esto? En lo personal, en absoluto.
Quiero concluir esta nota con la siguiente reflexión: Existe un axioma que dice: “Nada es absoluto, todo es relativo”, pero en Argentina... Nada es definitivo, todo es provisorio. Nada es previsible, todo es imprevisible Nada es seguro, todo es precario. Nada es preparado, todo es improvisado. Nada es probable, todo es improbable.