Agonizaba el año 1983 y con él la última dictadura militar de nuestro país. En el ciclo interminable de la vida, de las cenizas de dicho ocaso, renacía una nueva esperanza, la democracia.
En aquel tiempo, democracia era una palabra dulce a los oídos, una palabra que se saboreaba y nos llenaba el alma; una sola palabra que prometía la solución a todos nuestros problemas, una palabra que resplandecía con los destellos del oro, pero que terminó siendo sólo pirita (oro de los tontos).
Porque la democracia sola, es una idea hueca, un envase vacío, una guitarra sin melodía, un poema sin destino.
“CON la democracia se come, se cura y se educa”, recitaba hace 34 años Alfonsín; han pasado más de 3 décadas y aún hay muchos que no se dan cuenta que eso, fue sólo un canto de sirenas.
“EN democracia se come, se cura y se educa”. EN democracia y CON estudio, esfuerzo y trabajo se come, se cura y se educa. Y estas tres cosas (estudio, esfuerzo y trabajo) se pueden sintetizar en una sola palabra: inversión.
Inversión de energía, de voluntad, de dedicación, de capital, de privaciones y de honestidad.
La pregunta es ¿qué hicimos con estos 34 años de democracia?, o aún mejor ¿qué pasó con la educación, salud, riqueza, justicia, seguridad, infraestructura, crecimiento y todas esas maravillosas palabras, que llenan las bocas de los políticos y vacían mediante impuestos los bolsillos de los que producen?
Ya hace 34 años que recuperamos la democracia, pero nunca recuperamos la república. Los “ciudadanos de a pie” le hemos dejado el manejo de “la cosa pública” a los “políticos profesionales” y ellos han demostrado ser “corruptos y/o ineptos profesionales”. Decía Sarmiento: “Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la de gobierno”, ¡cuánta razón tenía el sanjuanino!
El mismo cuyano nos advertía sobre los demagogos: “Es la práctica de todos los tiranos apoyarse en un sentimiento natural, pero irreflexivo, de los pueblos, para dominarlos”. Desde aquel 1983 nos hablan de solidaridad, de justicia social y de la lucha por los más necesitados, mientras nos someten y esclavizan con impuestos y más impuestos.
Es tiempo de despertar, de ser protagonistas de nuestra historia, es tiempo de ser ejemplo para nuestros hijos, de honrar la memoria de nuestros mayores, de hacer grande a nuestra Argentina.
Es tiempo de abandonar nuestra zona de confort, de dejar de esperar que otro resuelva los problemas del país; es tiempo de dejar de “zafar” y de ponerse los pantalones largos y terminar de una vez con “El Imperio de la Decadencia Argentina”.
Es nuestro tiempo, es el tiempo de los ciudadanos honrados, de los que producimos. Por eso te pregunto… si no sos vos ¿Quién?, si no es ahora ¿Cuándo?