El insípido anuncio del jefe de
Gabinete –acompañado por el no menos insípido vocero presidencial- sobre los
nombres de los nuevos ocupantes de las carteras de Economía, Relaciones
Exteriores, Defensa y Desarrollo Social, ha dejado muy pronto atrás esa
insipidez para anunciarlos y adquirió, con el correr de las horas, cantidad y
diversidad de sabores para degustarlos.
El presidente Kirchner, demasiado estimulado por los
resultados obtenidos en las elecciones de octubre último, ha decidido completar
con una maniobra brusca el giro a la izquierda que insinuó desde hace dos años,
darle a la sociedad una bofetada setentista para que tenga en claro quién es el
que manda y, para que le quede más claro aún, asumir la totalidad del poder público.
Porque a muy pocos escapa que con las nuevas designaciones, todos ex
militantes en los años de plomo, es la monarquía que hoy gobierna el país
quien se hace cargo ahora de los cometidos de esas áreas, por más titulares
que tengan a su frente.
Lavagna perdió finalmente una dura guerra contra los “gordos”, los
empresarios “cartelizados” –en especial del rubro alimenticio, a quienes
una semana atrás había puesto por el suelo-, y particularmente contra el
cajero presidencial Julio DVD, ésta de larga data y tratándose de alguien
defendido a rajatabla por el presidente, y también contra el propio Kirchner,
ampliamente superado en imagen por la del ahora ex ministro de Economía, mérito
suficiente para exacerbar los celos del rey desnudo. Le sucede una Felisa Miceli
que arrancó su carrera quince años atrás de la mano, precisamente, de quien
hoy reemplaza, aunque ya había manifestado hace tiempo sus simpatías por el
“proyecto” (?) kirchnerista. Es de esperar que su gestión en tan importante
cartera no repita fracasos como el robo a las cajas de seguridad en pleno Banco
Nación, entonces bajo su presidencia.
En la Cancillería no resultó muy sorpresivo el
ascenso de Jorge Taiana al lugar que ocupaba antes Rafael Bielsa, como también
podía esperarse que a Desarrollo Social arribara, pese a que muchos jugaban sus
fichas a Graciela Ocaña, alguien que parece haber secundado muy bien a ésta en
el PAMI.
Queda para lo último la llegada, y por primera vez en
la historia de un área tan significativa, de otra falda: la de Nilda Garré al
ministerio de Defensa. Para el análisis
de muchos, esto parece una lisa y llana provocación de Kirchner a las Fuerzas
Armadas, y no sólo por el hecho de haber designado allí a una mujer, que en
estos tiempos tan modernos podría tomarse como un dato menor. Lo que no es un
dato tan menor es el origen de Garré, la ex esposa de Juan Manuel Abal Medina,
como importante “cuadro” montonero, ni las estrechas relaciones que anudó
con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, durante su estancia en la
embajada argentina en aquel país. Con esta designación, Kirchner parece estar
diciéndoles a los militares que no pueden esperar ni un gesto amistoso de él,
que la cuerda seguirá tensándose, que la presión continuará y que no podrán
esperar nada condescendiente hacia ellos. Ni siquiera algo tan “light” como
el aumento salarial postergado desde hace quince años, y tan prometido en la
cena de camaradería que en julio pasado reunió por un rato y permitió
intercambiar algunas tibias sonrisas entre presidente y uniformados.
Habrá que seguir con atención a partir de ahora las
jugadas que elaborarán los nuevos ministros, particularmente los que portan
polleras, conduciendo áreas tan clave como Economía y Defensa, quienes
concitarán seguramente la mayor atención, no sólo local sino internacional.
También habrá que observar si el presidente Kirchner no se ha transformado en
Ourobouros, el gusano mitológico que comenzó por morderse la cola, para
continuar ávidamente y terminar devorándose a sí mismo.
Carlos Machado