Y llegamos al post-23 de octubre, fecha que deparó resultados electorales previsibles y otros no tanto. Porque en la provincia de Buenos Aires, si bien se esperaba un triunfo del colágeno y las extensiones sobre el delantal y las ollas (léase la shoppping-woman Kristina y el ama de casa doña Chiche), no se creía que iba a ser por tanta ventaja. Pero sucedió como en la tele, ¿vio?. Parece que atrae más una cara bonita –en este caso la que se llevó la mayor cantidad de botox- que el prototipo de una señora de barrio. Sólo eso, al fin y al cabo, porque en capacidades y propuestas coherentes... mejor ni hablar. La cuestión es que “vuelve el rico a sus riquezas, vuelve el pobre a su pobreza, y el señor cura a sus misas”, como canta Serrat. Terminó la fiesta. Habrá nuevos legisladores, que en diciembre jurarán en vano, una vez más, y asumirán sus cargos. Y todo seguirá igual, el “cambio para que nada cambie”.
Porque seguiremos sin gobierno dedicado a sus funciones ni Congreso que trabaje, como debe ser, la mayor parte del año. ¿El motivo?. Que ya mismo comenzará la lucha y las campañas para las presidenciales del 2007, por lo cual a la ciudadanía le esperan las mismas tribulaciones y el abandono que vio desfilar durante todo este año por la misma causa: pelea sucia por espacios de poder.
Porque el ministro del Interior se verá fortalecido para seguir apañando el corretaje de droga en su feudo quilmeño, acompañado aquí por laderos como su testaferro municipal, el presidente del club “cervecero” y los punteros de las unidades básicas; y en el bar de la calle Marcelo T. de Alvear de su propiedad, junto a otros amigos-socios, entre ellos el secretario de Transporte; y en otros puntos del país como la salida libre al exterior que es el puerto de Campana.
Porque seguiremos sin saber un comino sobre las responsabilidades oficiales respecto de las “valijas blancas” de Southern Winds, ni sobre los dineros de la provincia de Santa Cruz enviados al exterior y que, según se voceó en su momento, regresarían al país.
Porque tampoco sabremos en qué quedó la proclamada anulación del decreto por el cual se controlarían las comunicaciones de todo tipo –telefónicas, por celular, correos electrónicos, etc.- control cuya vigencia era efectiva a partir de septiembre último. Y hay muchos “por qué” más.
Así que, sin ánimo de ser pesimistas, poco es lo que podemos esperar en lo que resta del actual período de gobierno, salvo el acentuamiento de la soberbia por parte de la des-pareja monárquica, la continuación de los “aprietes” a la prensa que no está comprada o es genuflexa del poder central y otras cuestiones ya conocidas.
De todas maneras lo primero en aparecer a la luz quizás sea el recambio en el gabinete, ya que en primera instancia quedarán vacantes las carteras de Relaciones Exteriores y Desarrollo Social por la emigración de sus actuales titulares al Congreso. Todavía es una incógnita el nombre de sus reemplazantes, si bien suena el nombre de Graciela Ocaña para reemplazar a la hermana gemela presidencial. Por su parte la situación del ministro de Economía, Roberto Lavagna (respaldado como es sabido por Eduardo Duhalde), es tal vez la incógnita mayor. En los últimos días la palabra más empleada por el titular de Hacienda es “ni”, ya que al preguntársele si se va o se queda responde que “ni sí ni no”.
Veremos con qué nuevas perspectivas –si hay alguna- puede contar el país a partir de este día después.
Carlos Machado