Dentro del recinto de la Cámara de Diputados, se trataba en sesión si Luis
Patti podía asumir a su banca de diputado electo mientras afuera arreciaba el
fantasma indomable de la inflación. Con la voz cantante de Miguel Bonasso,
aquel brillante escritor pero político bifronte, se montaba un show mediático
destinado una vez más a tapar la realidad acuciante. Porque la estampida
inflacionaria, que fagocitó las buenas intenciones de Roberto Lavagna, sigue
estando ahí a pesar de la sonrisa de su sucesora Felisa Miceli:“En
el acumulado entre enero y noviembre, el tomate redondo subió el 117,6%, la
papa el 85.7%, el zapallito el 82,4%, el zapallo el 41,2%, los huevos de gallina
el 22,4%, las carnes, según los cortes, entre el 19,8% y el 26,1%, y el pan
lacteado el 20%. Estos productos de aumentos en productos de consumo masivo
explican porqué la “sensación
térmica” de la población respecto de la inflación es muy
superior al índice promedio. Con estos valores, se estima que en los últimos
meses habría crecido la cantidad de indigentes y el número de pobres. El nivel
actual de pobreza es del 38,5% (14,7 millones de personas), según la última
medición del INDEC para la primera mitad de 2005. Y esto sucede porque las
familias que están en el umbral de la pobreza o de la indigencia son
mayoritariamente trabajadores “en negro”, beneficiarios de planes sociales,
jubilados y desocupados. Y estos sectores siguen sin empleo, tienen ingresos
congelados o recibieron aumentos inferiores
a la suba de los precios de los productos básicos”, según
un nota de Ismael Bermúdez en la edición de Clarín
de
ese mismo martes 6.
Más allá de la acusación de que Luis Patti participó en
apremios ilegales durante la dictadura militar, es inobjetable que fue electo
por voto popular mal que le pese a Bonasso y compañía. Y en rigor de verdad,
Cristina Fernández de Kirchner asumió como senadora bonaerense a pesar de que
no cumplía con las generales de la ley. Puesto que ni siquiera pudo votar allí,
a causa de que en casi treinta años de residencia en Santa Cruz, no tuvo tiempo
hacer cambio de domicilio. Salvo en su momento el diario Perfil,
ningún otro medio puntualizó acerca de cómo una candidata a senadora pretendía
representar a una provincia, de la que estaba ausente casi tres décadas. ¿Dónde
está eso de la igualdad ante las leyes, entonces?
Cosmética por dos pesos
El pase del año
de Eduardo Lorenzo, alias Borocotó,
además de indignar profundamente a la sociedad civil, constituyó la
postal más flagrante de la desidia de la corporación política vernácula.
Pero anteriormente de este escandalete, existieron otros sucesos deleznables
como el que puntualiza un despacho de Urgente
24 del citado día:“Hay
algo más que resulta de difícil comprensión: ¿por qué Remo Carlotto, hijo
de la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo se muestra tan decidido en el caso
de Patti pero, por ejemplo, ni abrió la boca, siendo funcionario de Derechos
Humanos bonaerense, cuando el Grupo Clarín impidió el ADN a sus 2 herederos,
Marcela y Felipe Noble Herrera, o como se llamen originalmente?”. No
sólo Remo Carlotto no dijo nada al respecto, sino que su madre fue funcional a
la truchada del sempiterno complot
de la derecha, destinado para salvar al insalvable Aníbal Ibarra.
También, a un mes de la explosión en Haedo, los usuarios de TBA
siguen padeciendo lo indecible cuando retornan a bordo del ex Sarmiento. El sábado
3, un poco después de las 13 horas, un convoy que se dirigía a Merlo sufrió
un principio de incendio en uno de los vagones delanteros antes de llegar a
Ramos Mejía. Y en la semana anterior, se multiplicaron los padecimientos de los
sufridos usuarios mientras que el secretario de Transporte imitaba con su
silencio pétreo a la esfinge de Gizeh. O sea, hace lo que más sabe, la del
otario.
No sólo habría que invitarlo gentilmente a un tour, a bordo
obviamente del ex Sarmiento, para que constate lo relatado, sino que también se
podría extender el convite al resto del gabinete nacional para que constaten
con sus propios ojos como se sobrevive más allá el Oeste bonaerense. Pues en
Agustín Ferrari, Mariano Acosta y Marcos Paz las calles de tierra siguen
estando demasiado alejadas de los aplausos y las sonrisas de los flamantes
diputados que asumieron en el comienzo de la tarde de dicho martes.“Si
así no lo hicieren, El y la Patria los demanden”, reza el final
del juramento. Ante esto, queda una pregunta maldita. ¿Porqué la mayoría no
apoya su mano derecha sobre la Biblia? ¿Tendrán miedo que se le calcine?