Sucede con el excéntrico Donald Trump en Estados Unidos y su alocada propuesta de salir a librar "guerras comerciales" por el mundo, y en menor escala, aunque no por ello menos sorprendente, en la Argentina, con las desventuras de lugartenientes que acompañan a Mauricio Macri en su gestión presidencial.
La intrigante experiencia en la que se encuentran inmersos los argentinos desde diciembre de 2015, al ser gobernados por funcionarios "emprendedores" en la gestión privada y al mismo tiempo millonarios, muchos de ellos, agrega nuevos e inesperados capítulos prácticamente cada semana, como si se tratara de una novela de televisión, pero actualizada en tiempo real.
El foco de atención varía, al compás de ocasionales actores que se turnan en el ejercicio del protagonismo, desde el ministro de Finanzas, Luis Caputo, hasta sus colegas de Energía, Juan José Aranguren, y de Hacienda, Nicolás Dujovne, pasando por el jefe de los espías en la Argentina, Gustavo Arribas, o el ya "renunciado" Valentín Díaz Gilligan.
Es extensa la nómina, pero siempre existe -al parecer- espacio para albergar a un entusiasta más en esta comparsa a contramano de las pretensiones de transparencia, honorabilidad y sobre todo excelencia que enarbola el frente Cambiemos, sabido es, como parte de su estrategia de comunicación para tratar de diferenciarse del kirchnerismo y agigantar la "grieta", de la que tanto rédito ha logrado obtener en las urnas.
Hace apenas horas que se bajó Alberto Abad de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y al frente de ese organismo asumió en su lugar Leandro Cuccioli, hasta ahora secretario de Servicios Financieros de la cartera de Finanzas y hombre de suma confianza de Caputo... ¡Ah!, dicho sea de paso, también posee cuentas en el exterior del país.
"Es un especialista en evasión fiscal", comentó sobre su designación el jefe del bloque de diputados kirchneristas, Agustín Rossi... ¿Crítica o "elogio" sarcástico, habida cuenta del puesto en el que se desempeñará Cuccioli? Un cargo en el que se necesita aplicar "mano dura" contra los evasores...
Un dato más: su entronización en la AFIP se produce días antes de que comience a debatirse en el Senado -el martes próximo- el proyecto de ley sobre mercado de capitales que impulsa Macri y que ya tiene media sanción en la Cámara baja.
Así como ocurrió con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, el Gobierno parece dispuesto a inmolarse por los funcionarios a los que la oposición acusa de evadir impuestos mediante transacciones "off shore" o de mantener vínculos con fondos de inversión que compran bonos que emite la Argentina (Caputo, por ejemplo).
La pregunta que se impone es, ¿hasta qué punto Macri, cuya imagen bajó considerablemente a comienzos de año con relación a fines de 2017, estará dispuesto a pagar un costo político alto para mantener en funciones a sus ministros más cuestionados, tomando en cuenta el frente electoral que se avecina, con los comicios presidenciales de 2019?
"Emprendedores off shore"
En Estados Unidos, donde la ciudadanía parece más proclive a escandalizarse por eventuales escándalos sexuales de funcionarios que por estafas y fraudes financieros con potencial para dejar a miles de familia en la mismísima bancarrota, el magnate Trump mantiene en vilo a propios y a extraños con sus ocurrencias altisonantes, por no decir alocadas.
Ahora advierte con patear el tablero económico mundial librando "guerras comerciales" sencillas de "ganar", como él mismo espetó en las últimas horas. A propósito, cualquier gravamen que Trump decida establecer por ejemplo para la importación de acero y de aluminio -en principio, del 25 y del 10 por ciento, respectivamente- tendrá un impacto negativo en la Argentina, que exporta ambos productos a ese mercado norteamericano.
Aquí en el país, la agenda económica que procura llevar adelante Macri, y cuyo rumbo y gradualismo fueron confirmados por el propio Presidente el pasado jueves 1 de marzo durante la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso, se ubica en las antípodas del proteccionismo que pregona Trump.
En la Argentina, las preocupaciones de los "emprendedores" o "entrepreneurs", para describirlos en lenguaje de "zona norte", también difieren por lo general de aquellas que suelen mortificar a los adalides del gabinete que encabeza el magnate estadounidense: por estas latitudes no se habla tanto de sexo, sino de otras vías de escape a la que han recurrido funcionarios del gobierno macrista para canalizar, tal vez, angustias contraídas durante sus actividades como "hombres de negocios". Por ejemplo, ¿cómo preservar sus ahorros?
Aquí también los escándalos surgen cuando sale a la luz, por intermedio de la prensa generalmente, la basura escondida bajo la alfombra, y desde el mismo comienzo de la gestión de Cambiemos, las trapisondas no han cesado de girar en torno de las operaciones financieras "off shore" en las que están involucrados integrantes del Gobierno, incluyendo al propio Macri y sus supuestos vínculos con los Panamá Papers.
A cada rato, cada semana, se conocen nuevos casos, nuevas denuncias y acusaciones; se agregan más y más eslabones a la cadena de infortunios que han forjado en los últimos meses personajes como Caputo, Arribas, Dujovne, Aranguren, Díaz Gilligan, entre otros, y más recientemente Cuccioli, flamante administrador general de Ingresos Púbicos. Es parte del riesgo y del "encanto" del votar a "entrepreneurs".
Guardar el dinero en el exterior del país parecer ser una tentación irresistible para funcionarios del Gobierno argentino, una debilidad de la que solo se ven forzados a rendir cuentas, a regañadientes, cuando terminan inmersos en revuelos mediáticos o en conflictos judiciales, como los que protagoniza por estos días Arribas, con su presunta vinculación con empresas ligadas al Lava Jato brasileño que le pagaban coimas: se lo acusa de haber recibido 850.000 dólares.
El funcionario lo niega y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, salió a defenderlo enérgicamente; de todos modos, da la sensación de que esta intrigante experiencia de ser gobernados por "emprendedores off shore" aún está lejos de satisfacer la capacidad de asombro de la opinión pública argentina.