Siempre se dijo que la policía era la “mafia perfecta” siendo que las Fuerzas de Seguridad controlan los ilícitos ¿Pero quién los controla a los llamados “tranzas camuflados”?
En estos últimos momentos, se dio a conocer una noticia que sorprendió a propios y ajenos, sobre un oficial de la Policía Federal Argentina (PFA) que transportaba un abultado cargamento de marihuana.
Según lo trascendido hasta el momento, el oficial Carlos Antonio Galeano eludió un control vehicular que realizaba la Prefectura Naval Argentina en el Km 7 de la ruta provincial Nº5, en las cercanías de la localidad correntina de Itatí.
Al intentar evadir el control, a bordo de una Kangoo, Galeano, quien prestaba servicio en la delegación Corrientes de la fuerza, se aproximó a la banquina y volcó, luego de las requisas realizadas sobre el vehículo se encontró el insólito cargamento.
Este uniformado había ingresado a la Policía en el año 2012, pero a principio de este mes de marzo, tras el control médico anual policial, le habían otorgado una licencia por algún inconveniente psiquiátrico.
Actualmente Galeano se encuentra en manos de la Justicia, que está a cargo de la investigación, pero, paralelamente, la PFA realiza investigaciones dentro de la institución para tratar de averiguar si hay algún colega involucrado en este hecho.
Si bien lo acontecido puede resultar algo sorprendente, no es un caso aislado, uno de los últimos que se conoció, sucedió el viernes 23 de febrero de este corriente 2018, cuando personal del Comando de Prevención Rural de San Cayetano, detuvo al policía de la Provincia de Buenos Aires, Andrés Fernández de 35 años, con clorhidrato de cocaína y 30 mil pesos en efectivo, presuntamente proveniente de la venta de estupefacientes.
No es casual que haya sido encontrado junto a Maximiliano Olivera de 27 años, acreedor de frondosos antecedentes penales, tales como robos calificados por el uso de arma; tenencia de arma de fuego y estupefacientes; y resistencia a la autoridad.
También se puede mencionar el famoso (por lo inusual) caso del poli-narco delivery Jerónimo Menéndez de 37 años, quien en 2015 salió a las calles de Avellaneda con el patrullero a hacer lo que verdaderamente quería, vender drogas, usando el uniforme como una pantalla.
Jerónimo no solamente vendía drogas, las cuales repartía con el patrullero, sino que además se lo acusó de vender armas; liberar zonas; extorsionar; proteger comercios sin habilitación y a vendedores menores de estupefacientes a cambio de dinero; entre otras cosas.
Ni hablar si se mira mucho más hacia atrás, durante el menemismo, donde la policía era la cortina perfecta para traficar y vender narcóticos.
Es dable destacar que este artículo no pretende desmoralizar ni a la policía ni a ninguna de las fuerzas de seguridad, dicho sea de paso, se pueden mencionar también oficiales honestos, como Luis Augusto Weckesser, redactor del libro “Día ‘D’ de Droga”, quien ha hablado mucho sobre los vínculos de Coppola, y otros líderes “empresarios”, con la droga.
También, vale aclarar que el Ministerio de Seguridad hace lo suyo tratando de transparentar el asunto, de hecho, hubo un gran incentivo por parte de la cartera que conduce Patricia Bullrich para que se instalen cámaras tanto en los puestos de control como en móviles, sobre todo en los operativos. Tal como dijo Pablo Costa (hombre de confianza de la ministra) finalizando el 2016: “La intención es prevenir actos de corrupción y la comisión de ilícitos por parte de los efectivos”.
La realidad es que el negocio de las drogas y los uniformados siempre se encontraron en algún punto “tomados de las manos”, no es en todos los casos, incluso, se estima que es una reducida minoría. Sin embargo, siempre va a estar aquel que no se apegue a las normas y leyes, y trate de sacar provecho de su placa, por suerte, en estos tiempos, más temprano que tarde la verdad termina saliendo a la luz.