¿Qué es la justicia social distributiva? ¿Qué es lo que encierra esta frase grandilocuente, seductora, falsa, demagógica y sobre todo injusta?
Hablar de este tema, vilmente tergiversado por quienes lo concibieron y asumido por la mayor parte de la ciudadanía como positivo merced a un adoctrinamiento metódico y maquiavélico de la dirigencia, es al menos políticamente incorrecto y un suicidio
social. A pesar de ello, voy a intentar desvelar la iniquidad que encierra su práctica.
Comencemos a desglosar esta patraña. La justicia no puede ser nunca social, la justicia sólo puede ser aplicada a los hombres; la determinación de los méritos y las responsabilidades es un hecho absolutamente individual. La sociedad no es un ente autónomo, no tiene derechos y por lo tanto no se le puede administrar justicia.
Aplicar la justicia implica dar a cada quien lo que merece, o sea, si el acto practicado es correcto amerita dar un reconocimiento, pero si el hecho cometido es un delito hay que condenarlo. ¿Podemos condenar una sociedad?
Si nos limitamos a realizar un análisis superficial podríamos decir que si, que se habría ensayado esto en distintos momentos de la historia (valga como ejemplo la funesta condena de la sociedad judía por parte del nazismo); pero si lo pensamos mejor, veremos que los condenados, los que padecieron de aquel horror, eran individuos, personas de carne y hueso que tenían en común la condición de ser judíos; no padeció de torturas ni masacres un ente etéreo llamado la sociedad judía.
Por otra parte, la quimera distributiva es el condimento exacto necesario para que esta obra maestra de sumisión perversa se esconda bajo el disfraz de santidad. La idea de un Robin Hood, que despoja a los ricos para darle a los pobres, tiene ribetes que son mínimamente peligrosos. Primero considera que el rico no merece tener lo que tiene, que su riqueza la obtuvo abusando de otros.
Luego supone que el pobre es necesariamente un explotado, que es una víctima de los poderosos. Por último, cree que un iluminado burócrata tiene la capacidad de determinar cómo deben repartirse los bienes para que se haga justicia.
La primera herramienta de extorsión que utilizan estos titiriteros es la solidaridad compulsiva. Esta es una intimidación moral que se ejerce sobre los que más tienen para que resignen parte del fruto de su trabajo. Luego a este botín lo distribuye entre los más necesitados, como si fuese un esclarecido mesías que se queda con el reconocimiento y la gloria, como si lo repartido fuese propio.
Después se ajusta la presión impositiva sobre los más pudientes, con el dinero que se obtiene de ellos, se financian las loables y necesarias obras de educación y salud pública (servicios que paradójicamente no utiliza este sector de la sociedad que hace el aporte). Pero sucede que además, parte de estos fondos, se malversan en forma discrecional a través de planes sociales o subsidios, la caridad institucionalizada es un modo sutil y oculto de sometimiento.
El asistir en forma continua y sistemática con limosnas a quienes no encuentran el camino para desarrollarse en el plano económico, en lugar de brindarles el asesoramiento y las herramientas necesarias para alcanzar su autonomía, mantiene a estas personas en un estado de modorra y servidumbre. Y si hay un siervo hay un amo, ese amo es el que le da las migajas diarias, manteniendo su poder vigente gracias a este artilugio de opresión disfrazado de beneficencia.
Ahora veamos porqué es injusto todo esto. En primer lugar, se le quita la autarquía a quienes dependen de esta dádiva para poder sobrevivir, se les quita la esencia de su condición de seres humanos, su derecho a la autodeterminación, su libertad.
Por otro lado, quienes deben aportar al mantenimiento de estas familias, por lo general numerosas, deben resignar anhelos propios a favor de terceros desconocidos. Para ilustrarlo mejor, digamos que soy un padre de clase media con dos hijos y me hubiese gustado tener un tercer hijo; pero mí presupuesto familiar no me permite traer al mundo a otra persona y brindarle la comida, salud, educación, vestimenta y demás elementos que considero es mi deber otorgarle.
Frente a este cuadro de situación se me ocurre plantear los siguientes interrogantes ¿Es posible, que si no pagase tantos impuestos para subsidiar a familias con muchos hijos y pocos recursos, hubiese podido traer al mundo el vástago que resigné? ¿Es justo que yo deje de tener un nuevo y deseado descendiente, consiente de no poder encuadrarlo dentro de lo que considero paternidad responsable, para que otros tengan hijos con alegre ligereza? ¿Qué clase de asistencia tendrán estos niños hacinados, fruto de la falta de comprensión de que la paternidad es una moneda que tiene dos caras, una la del derecho a ser padre y la otra la de la responsabilidad que esto conlleva?
Lo cierto es que el dinero que se me confisca para mantener toda esta parafernalia no es mío, no me pertenece. Ese dinero es el de mis hijos por nacer, que nunca tuvieron ni tendrán el derecho a existir; a ellos les deben las explicaciones estos truhanes.
De esto deberían ocuparse los medios y no del casamiento de Dalma Maradona, ni como estaban vestidos en el casamiento de Iudica, ni si Claudia Villafañe tiene cuentas OFF Sore, DE ESTO HAY QUE OCUPARSE Y PREOCUPARSE, pero claro, hay que mantener el pan, que cada vez es menos y el circo, que cada vez es más grande.
Tengo entendido que Argentina pertenece a la civilización occidental. El discurso de esta civilización es un discurso de argumentación NO CONTRADICTORIA. Distinto es el caso de la civilización musulmana, donde la contradicción está permitida (solamente hay que leer el Corán). Dado esto como premisa entonces el remanido argumento de la justicia social que los peronchos exhiben como su piedra filosofal, en un razonamiento accidental, la JUSTICIA SOCIAL es una contradicción en términos. Por lo tanto nada de lo que se predica allí puede resultar bueno. Más aun cada vez que se quiere adscribir el término “social” a algún valor en el sentido axiológico, el valor cambia de dirección: así hablar de “responsabilidad social” convertimos la cosa en una “irresponsabilidad absoluta”. Solamente el tan remanido tema de la “igualdad”, la “distribución del ingreso” etc.. solo pueden ser llevadas a cabo a través de la FUERZA. O sea no son naturales al hombre hay que IMPONERLAS. Comparto lo que dice el Sr. López Quillemain. Es claro que los políticos aman, adoran lo abstracto: términos como pueblo, patria, sociedad les encantan. Ellos creen ser los elegidos por “dios” para curar los males de este mundo. Ahora bien las personas hace tiempo que no creen más en que los políticos le van a arreglar la vida. Ellos medran con la democracia para arreglar su propia vida. Y algo tan simple como el valor más preciado: LA LIBERTAD, encuentran en el político un rechazo absoluto. En verdad ellos odian la libertad. Se la pasan diciendo y regulando, legislando para coartar a sus semejantes
DECLAMATIVAMENTE, no hay gobierno que no diga que VA A GOBERNAR PARA LOS POBRES.Tambièn del GREMIALISMO surgen las mismas declaraciones, Y para que hablar de los sectores POLITICOS CON CUOTAS DE PODER, pues es necesario hacer esta disquisición, porque para los que estàn fuera de las estructuras de poder, es muy fácil criticar y PROPONER soluciones revolucionarias.. Lo cierto es que ARGENTINA, además de estar contenida EN LA CABA Y CONURBANO, se acuerdan del NOA Y NEA pobre, PARA HABLAR DE LA POBREZA Y POSTERGACION EN LA ARGENTINA. Ojalá el PLAN BELGRANO, que busca descentralizar y cortar con la migración hacia grandes urbes de la pampa humeda, no sea otro verso mas. Pero lo cierto es que se GOBIERNA PARA DONDE HAY ELECTORES, por miseria especulativa. ¿Adonde se volcaron los subsidios mas importantes en materia de gas,electricidad,agua potable,transporte público? ¿En las Provincias del NOA Y NEA acaso? ¡NO, en la CABA Y CONURBANO! Por algo Alfonsín respondió a la pregunta de que si se había arrepentido de algo en su gobierno, diciendo: "Si, me arrepiento de no haberme mudado a Viedma aunque sea en una carpa". La hiporesia Argenta es terrible, TODOS QUIEREN SER PRIVILEGIADOS e IMPONEN SUS CONDICIONES POR SOBRE EL PUEBLO, en nombre de los "DERECHOS Y REINVIDICACIONES" sin importarles que revientan al que no tiene voz ni aliento para hacerse escuchar. Para colmo es común que ENCIMA LOS USEN PARA HACER NUMERO "DE PUEBLO". La OLIGARQUIA no es solo de los empresarios,banqueros, sino tambièn lo hay en la POLITICA, ONG SOCIALES,COOPERATIVISTAS, disfrazados de "progresistas", que se reunen en casas quintas o departamentos de Puerto Madero a ver como "les solucionamos" los problemas al pobrerío......¡Ah, incluso citando frases del Papa Francisco! En Argentina vienen gobernando en mayor tiempo PARTIDOS QUE SE DICEN DE ORIENTACION SOCIAL ¿Y como estamos? ¡A claro despuès dicen que Menem era JUSTICIALISTA pero fué un "traidor"! ¡DOS VECES HICIERON CAMPAÑA CON EL Y POR EL ! Los PROGRES DE LA ALIANZA, dicen: "De La Rúa nos traiciónó" ¿Acaso eran lelos para que UN dubitativo sin poder los "manipulara"? Luego vemos que los mismos que ACOMPAÑARON A MENEM "vieron la luz progre" y se convirtieron y tambièn gobernaron por DOS PERIODOS, terminando aliados con los mismos lelos que habían FRACASADO y no pudieron "hacerle frente" al "temible" De La Rúa. ¡FARSANTES!¡ Y para que hablar del Sindicalismo con sus mutaciones y puja de intereses de rasgos mafiosos! Hoy vivimos una TRANSICION para ver si LA REPUBLICA se pone en práctica ALGUNA VEZ EN LA HISTORIA DE LA CONSTITUCION DESDE 1853. ¡Toda una incognita!
Sorprende la ignorancia del cronista. Yo también creía que lo políticamente correcto era lo correcto desde el punto de vista de la política bien entendida. Grave error. Lo políticamente correcto es lo que coincide con la doctrina posmarxista o posmodernista. En ese sentido, la justicia social es políticamente correcta y desde el mismo punto de vista la Justicia individual hasta puede ser considerada discurso de odio, como suele interpretar el progresismo a la conden a aun chorro si éste proviene de un grupo social definido como vulnerable u oprimido. Hay que ponerse las pilas porque nos siguen madrugando con el factor sorpresa.
En cuanto a la pobreza, según datos de 2017, el 15% de la población entre 15 y 55 años es pobre y esos pobres tienen la mitad de los chicos de 0-14. Para darse cuenta de eso basta con razonar que los chicos no son pobres por su cuenta o debido a la economía sino que si son chicos pobres es porque nacen de adultos pobres. El resto de los 15-55 son el 55%, y se estima que tendrían la otra mitad de los chicos, esta vez no pobres. Está claro que el crecimiento demográfico de la pobreza triplica al crecimiento demográfico de la no pobreza. Esas tasas de crecimiento demográfico no significan otra cosa que una invasión de pobres que supera cualquier tasa de desarrollo soñada para la economía. La única solución es parar el crecimiento demográfico ya mismo y poner todo en la calidad y exigencia educativa para que las generaciones de chicos pobres no multipliquen la pobreza y la mala educación. De no hacerse eso en forma urgente, hay tres escenarios inevitables: El primero es que en un par de generaciones, o sea treinta años, los pobres van a ser mayoría sea cual sea el resultado económico y mucho antes ya no va a alcanzar la guita para seguir escondiendo la pobreza con planes sociales. El segundo es que la mayor parte de la población va a estar mal criada mal alimentada y mal educada, con bajas posibilidades de insertarse de manera productiva o positiva en la comunidad. El tercero es que la sobrepoblación de pobres coloca al país en emergencia permanente y eso pone en un segundo plano la destrucción y contaminación del medio ambiente de manera mucho más acelerada. De modo que la destrucción y el despilfarro de los recursos naturales está prácticamente garantizado. Todo en nombre de los pobres y la justicia social.