El día del trabajador fue instaurado en 1889 París por la Segunda Internacional Socialista (reunión del comunismo internacional), como homenaje a los Mártires de Chicago, sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados por participar en la huelga que reclamaba la jornada de 8 horas, iniciada el 1 de mayo de 1886 y que tuvo su punto álgido el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket.
En Estados Unidos y en otros países sajones, esta fecha es considerada patrimonio del comunismo (que ciertamente lo es); en Estados Unidos, desde 1887, se celebra el día del trabajador el 1° lunes de Septiembre, en conmemoración del desfile de “los Caballeros del Trabajo” de 1882 (quienes se distanciaron de los sectores involucrados a la violencia de Haymarket, pese a que sufrieron también medidas represivas).
Es interesante observar que las fechas del motivo de la conmemoración del día del trabajador y de su oficialización, por parte de la Segunda Internacional Comunista (1886-1889), son posteriores a la de Estados Unidos (1882-1887).
Yendo al tema de las condiciones laborales, es frecuente (y francamente anacrónico y falaz, buscando una manipulación ideológica), el comparar dichas condiciones de trabajo con las actuales. Lo correcto es compararlas con las condiciones previas, incluso remitiéndose a los tiempos previos a la revolución industrial y así ver cómo evolucionaron.
Podemos observar que la reducción de las horas de trabajo diario tiene una franca relación con el aumento del producto bruto per cápita, o sea, mientras más riqueza se genera, menos se trabaja. Esto es claro en el cambio entre 1950 y 2000.
Las horas de trabajo de hombres mujeres y niños, fueron reguladas en Inglaterra en 1496 (trabajo agrario y artesanal previo a la revolución industrial, aún con esclavitud y servilismo), donde se fijaba un máximo de 15 horas diarias. Vemos que en la primera etapa de la revolución industrial, llegaba a las 11 horas diarias de promedio… ¡lo mismo que en la etapa agrícola previa a dicha revolución! Por lo tanto la industrialización no generó una “explotación” sino que continuó con el hábito de trabajo de la era agrícola.
En 1833 se sancionó en Inglaterra la primera ley de protección del trabajo infantil, donde se prohibía el trabajo de niños menores de 9 años y se limitaba el horario a 8 o 12 horas a los púberes de 14 y 18 años respectivamente.
En 1842 se prohibió el trabajo de menores y mujeres en las minas, mientras que en 1844 y 1847 se redujeron aún más las jornadas laborales de los adolescentes en la industria.
Las mejoras en la calidad de vida se reflejan en cifras irrefutables. En 1720, antes de la revolución industrial, vivían en Inglaterra 6 millones de personas y había un 40% de mortalidad infantil. En 1820 (sólo 100 años después), la población aumentó a 18 millones de personas y la mortalidad infantil cayó a un 25%; la esperanza de vida pasó de 30 a 40 años en solo un siglo.
Las mujeres y los niños dejaron de trabajar, como venían haciéndolo a lo largo de toda la historia de la humanidad, no por las leyes sociales o el buen corazón de los políticos, empresarios o sindicalistas; fue debido a la mejora del ingreso per cápita. Ese mayor ingreso económico de todo el mundo (operarios incluidos) también es la responsable de la disminución de las jornadas laborales de los hombres.
La Organización Internacional del Trabajo, en octubre de 1919, estableció el convenio por el que se limitan las horas de trabajo en las industrias, a ocho horas diarias o cuarenta y ocho horas semanales. Pero esto llegó luego de que Henry Ford estableciera ese régimen laboral en ¡1914!... 5 años antes ¡e incluso Ford brindó mejoras sustanciales de los sueldos! Todo ello, nuevamente, debido a una mayor renta per cápita, como se puede ver en el cuadro.
Para finalizar, me permito dejar el siguiente razonamiento y una pregunta final que tiene relación con el título.
Antes de la revolución industrial, lo poco que conseguían atesorar los trabajadores se lo llevaban la iglesia y la nobleza, ellos eran los explotadores. En la era industrial, según Marx y su plusvalía, el fruto del trabajo del obrero se lo lleva el empresario, los nuevos explotadores.
Entonces, hoy en Argentina, donde el estado se lleva el 50% del fruto del trabajo de los que producen, ¿es el estado el nuevo explotador y contra él debemos rebelarnos? Los que producen trabajan el feriado puente del 30 de abril, los que viven del estado (o sea los que viven de los que producen y pagan impuestos para mantenerlos) no… algo no está bien…
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8- Adaptado de A.Maddison, The World Economy. A Millennial Perspective, OCDe, París, 2011; A.Maddison, The World Economy: Historical Statistics, OCDE, París, 2003; Naciones Unidas, Wordl Populations Prospects, The 2004 Revision, Nueva Yordk, 2005; A. Maddison, Phases of Capitalist Development, Oxford University Press, Oxford, 1982.