Lo que ocurre actualmente con el apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI) peticionado por el Gobierno generó un “dájà vu” en la sociedad argentina, recordando estragos sufridos, en especial con la crisis sucedida en el año 2001 y obviamente la iglesia no se iba a quedar callada.

Por el momento la iglesia no mostró una posición especifica respecto de ese hecho, aunque si salió a hablar el presidente de la Pastoral Social, el obispo de Lomas de Zamora, el jesuita Jorge Lugones, quien criticó tajantemente la decisión tomada por el Gobierno.

Pero es dable destacar que no criticó únicamente al oficialismo por pedir una especie de salvavidas al Fondo Monetario Internacional, sino que también cuestionó duramente al ente internacional mencionando algo así como que ya se sabe lo que debe esperar la sociedad, es decir, un ajuste aún más fuerte.

Si se viaja un instante al pasado, el FMI históricamente fue muy criticado por los planes de ajustes que, al fin y al cabo, terminaban siendo asaz recesivos y enfriaban todavía más la economía.

Por tanto, cada país que cocinaba la misma receta, no lograba pararse antes de terminar aplastado por el mismo peso de la deuda y, consecuentemente, sus ostentosos intereses.

Cuando la deuda fue adquirida por De La Rúa, en un punto el Fondo se cansó y no le brindó más ayuda económica a la Argentina, lo que eventualmente terminó con el famoso “corralito”, el cual todavía se muestra fresco en la sociedad Argentina.

Aunque, es necesario destacar que por esa política de tan severo ajuste con efectos recesivos, el FMI en ese entonces se vio en la obligación de pedir perdón, no solo evidenciando, sino que además aceptando que, irrebatiblemente, esos aprietes tenían un efecto altamente negativo.

Existe una anécdota en la que en el peor momento de la imagen del FMI, en donde el organismo aceptó que las recetas que manejaban eran erradas, cayó, a fines de los 90, el director gerente del Fondo Michel Camdessus.

En ese momento el episcopado quería ver a los obispos, y de hecho estuvo con ellos, pero faltaba uno en la cúpula que no estuvo presente en la reunión con Camdessus, ni más ni menos que Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como el papa Francisco.

El actual papa de la iglesia católica se encontraba en el edificio, pero se mostró inquietante y decidió que no quería presenciar la reunión, ni siquiera para hablar en persona sobre las políticas de aquel entonces del FMI, por lo que resolvió escaparse por una puerta lateral.

La sociedad esta exhortada a creer lo que los especialistas aseguran, y es que el FMI actual no es el mismo ni se maneja con la misma metodología que el de principios de milenio.

Sin embargo, es sabido que algo se le va a pedir al país a cambio de esta ayuda, algún ajuste de cinturón, por más pequeño que sea, se deberá llevar a cabo.

Por tanto ¿Qué es lo que la iglesia está próxima a plantear?

Tal como la iglesia ha hecho históricamente, (hipócritamente o no) va a apelar a la equidad con preguntas que van a ser un tanto complicadas de responder: ¿Quién va a padecer más las cargas de un ajuste?, ¿Va a ser un ajuste socialmente equitativo?, ¿Los que están abajo terminarán siendo los principales pagadores del ajuste en la Argentina?, ¿Qué desafío tiene la clase política y los negociadores argentinos para que el ajuste que haya que hacer sea lo más equitativo posible?, palabras más palabras menos, esas serán las preguntas del ente religioso.

Es dable destacar que de usarse los montos de los que se hará acreedora la Argentina de forma responsable y en pos de sacar adelante a la Republica, los intereses que el FMI vaya a imponer deberán ser pagados automáticamente con el crecimiento económico al que el país supuestamente se está acercando.