Una escena patética e inolvidable. Daniel Tognetti —el mismo que ahora le da trabajo a Amado Boudou porqué dice estar en la pobreza—, en la cocina de la casa de Pity Álvarez registrando el momento en el que consumía hongos de podredumbre de un guiso que llevaba semanas fuera de la heladera.
No fue el único que lo entrevistaba, no por su calidad de músico, sino para regodearse con su marginalidad extrema. Álvarez estaba escribiendo su destino final frente a las cámaras que lo veían como producto de un buen rating, a costa de sus vicios y terminó como era de prever, asesinando y preso en un psiquiátrico.
¿Y haberlo internado antes para cuidarlo de él mismo y también cuidar a otros de su locura? Respuesta difícil, pero ya es tarde para lágrimas.
El otro “loquito” que sigue poniendo en peligro vidas ajenas es Marcos Di Palma (le gusta que lo llamen “Marquitos”, pero ya es un bobo grande para llamarlo con diminutivos).
Cada tanto alardea de sus acrobacias aéreas sobre poblaciones que corren peligro con sus vaivenes arriesgados sobre las cabezas de gente inocente que vive asustada por malabares suicidas de un tipo que no está en sus cabales.
En caminos y autopistas pisa el acelerador a fondo y luego cuenta sus hazañas en TV como si fuera juego de niños, justo en un país donde el nivel de mortalidad por accidentes viales es el más alto del mundo.
¿Alguna autoridad hará algo con Di Palma antes de que ocurra una desgracia? ¿Le siguen manteniendo el permiso de pilotear avionetas cuando ya demostró su irresponsabilidad en su máxima potencia? ¿O hay que esperar una desgracia para lamentarse de no haber tomado medidas cuando aún se estaba a tiempo?
No creemos que Di Palma pueda pasar con éxito un examen psicofísico para obtener su licencia de vuelo o su registro de conducir. Físicamente puede estar en condiciones, pero psíquicamente con solo escucharlo salta a la vista que no tiene “los patitos” en orden.
Las autoridades de cada caso tienen que tomar una medida drástica, si no para proteger su vida que el mismo Di Palma desprecia con sus dichos, la vida de inocentes que corren peligro de muerte cada vez que el ex Marquitos sube a una avioneta o a un bólido.
¿Alguien hará algo antes de que hablemos de él como hoy lo hacemos con la crónica de una muerte anunciada como en el caso Pity Álvarez?
Nadie va a hacer nada pero cuando pase algo todos se van a lamentar y hasta es posible que se hagan marchas pidiendo justicia o el cambio de las leyes.
Esta basura de periodismo empezó en los noventa, cuando disfrazado de compromiso y supuesta empatía, empezaron estos reportajes a marginales y loquitos, no solo "visibilizándolos" (perdón por el término modernoso progre), sino también que ensalzándolos como si fueran un ejemplo de virtud. Tognetti, Cicciolli, ese de TyC que conducía esa basura llamada "El Aguante", Souto creo que se llama, haciendo siempre el guiño cómplice con lo marginal e ilegal, porque de esa manera se mostraban "solidarios" y piolas. En fin, pura demagogia. También hicieron su contribución la onda progre de ese entonces: Rock & Pop, Página/12, CQC, etc.