"Somos un país sometido. Las multinacionales y los capitales concentrados junto con los medios hegemónicos son los responsables de nuestros males."
Frases como estas, y similares, -que no son más que falacias que puede esgrimir alguien para justificar nuestra propia incapacidad- las vengo escuchando desde que nací. Entonces, ahora nos quejamos de que "hasta nos robaron el súper clásico", y buscamos culpables y responsables de nuestra propia incapacidad.
En un país en el que casi todo funciona mal, es prácticamente imposible que algo funcione medianamente bien, y el fútbol no escapa a nuestra realidad.
Por primera vez en la historia de la Copa Libertadores jugaron la final dos equipos del mismo país, y tuvimos la suerte de que esos dos equipos sean argentinos, y nada más ni nada menos que River y Boca. Era la final soñada, final que rara vez se vuelva a repetir.
Pero curiosamente, fue la primera final en la historia que se jugó sin público visitante, por lo menos así iba a ser y luego, por los hechos que son de público conocimiento, eso se modificó.
Pero hubo otras curiosidades. Fue la primera final en la historia que se suspendió por cancha inundada -primer papelón- y la primera vez en la historia que allanaron el vestuario visitante -segundo papelón-.
Y cuando debía jugarse la segunda final en el Estadio Monumental, todo cambió, y más papelones se fueron sucediendo uno tras otro.
Como no podía ser de otra maneara, empezaron las especulaciones. "Cuatro inadaptados; estaba todo preparado; la venganza de los barrabrava por arruinarles la reventa", fueron versiones que iban y venían.
Lo cierto es que lo que ocurrió no fue otra cosa que más de lo mismo. Todo forma parte del descontrol al que ya estamos habituados. Descontrol que no solo asimilamos; hay algo que es peor aún: lo naturalizamos.
Y como siempre solucionamos los problemas, no atacamos a las causas, atacamos a las consecuencias, y no tuvieron mejor idea que trasladar la final de la Copa Libertadores a Madrid.
¿Qué es lo que falló? En primer lugar, fallamos nosotros como sociedad, pero seamos honestos... ¿es la primera vez que apedrean a un micro que lleva jugadores de fútbol? No. ¿Ocurre eso únicamente en nuestro país? No. ¿Se pudo haber evitado? Si, por supuesto. ¿Por qué no se evitó? Porque los responsables del operativo de seguridad, siguiendo la filosofía del "dejar hacer" recibieron órdenes de no despejar la zona por donde debía ir el micro por temor a que la gente reaccione.
Al determinarse la suspensión del partido, el Presidente de Boca se comprometió a jugarlo al otro día, pero... luego todo cambió.
Angelici, presionado por directivos e hinchas de su club decidió que no se jugaría, y que todo se dirimiría en el escritorio.
Todo esto no hace más que mostrar y demostrar lo mezquinos que somos, en absolutamente todo.
Obviamente, Boca pretendió sacar ventaja de todo esto, ¿y qué mejor que apelar a la Conmebol para ganar la copa sin correr el riesgo de una posible derrota?
Pero como el partido debía jugarse sí o sí, entonces se decidió castigar a River sacándole la localía, pero además se le permitió a Boca que lleve a sus hinchas.
Creo necesario aclarar, antes de seguir, que no soy hincha de ninguno de estos dos equipos, pero soy amante del fútbol, y este mamarracho nos involucra a todos.
La periodista española Cristina Cubero Alcalde, subdirectora del diario Mundo Deportivo, de Barcelona, escribió un artículo titulado “Les vamos a seguir robando el fútbol y hasta sus almas”. En dicha nota dice: "Sigan así, despreciando su talento, entregándolo, rindiéndose ante la plata, sintiéndose inferiores por querer ser como ellos. Sigan así y les seguiremos robando las ilusiones y hasta el alma. El fútbol es un valor que Argentina hizo bandera. Sólo un país con creatividad en las venas puede parir a Maradona y a Messi y que sólo se discuta quién ha sido el mejor de la historia, si el Diego o el primero al que les arrebatamos porque en Barcelona sí podían pagarle un tratamiento médico."
Y agrega: "La culpa no es del insensato hincha de River que lanza una piedra al autocar de Boca con la complicidad de un gobierno que se ‘relaja’ con la seguridad. La culpa es del que no entiende que este partido es una oportunidad de vida. La culpa es de Mauricio Macri por no imponer que se juega en Buenos Aires o no se juega. La culpa es de los presidentes de River y Boca que no se plantan. Porque ellos tienen la responsabilidad y el poder para hacerlo. La Conmebol se vende porque queda mejor en la foto el lujoso y ordenado palco del Santiago Bernabéu, el estadio en el que nos citaremos los ricos para ver un espectáculo desnaturalizado. Les vamos a seguir robando. El fútbol y hasta sus almas."
Y en este último párrafo es dónde Cristina Cubero Alcalde da en la tecla, cuando asevera que "La culpa es de Mauricio Macri por no imponer que se juega en Buenos Aires o no se juega. La culpa es de los presidentes de River y Boca que no se plantan", y realmente es así, la culpa no es de los hinchas que tiraron piedras, que en tal caso tienen un determinado grado de responsabilidad, la culpa de que este partido se jugara en Madrid, es de Macri.
Pero hay más, hay algo que la periodista ni si quiera sospecha, o ni si quiera intuye. Macri, es argentino, y como todos sabemos, fanático de Boca, y es un secreto a voces que en realidad es él quien sigue presidiendo el club. ¿O realmente alguien cree que su amigo el "tano" Angelici sería capaz de tomar alguna decisión sin consultarla con Macri o llevarla a cabo si Macri no está de acuerdo? de ninguna manera. Angelici es el Presidente de Boca porque Macri lo puso, es su representante, su testaferro en Boca, y Boca sigue siendo presidido por Macri.
Macri, primero es hincha de Boca, después es argentino. Siempre va a priorizar los intereses de Boca, de eso no tenga dudas, estimado lector. Por eso prefirió que la final se juegue en Madrid y no en Argentina, y ni si quiera en Sudamérica, como indica el reglamento de la Copa Libertadores.
Prefirió vender el partido y obtener una ventaja para su club, por más mínima que esta fuese.
Todo esto se hubiese solucionado de una manera muy sencilla: con un simple llamado telefónico. Si Macri le ordenaba a Angelici que se pusiera de acuerdo con su par de River de no jugar el partido fuera de Argentina, ¿qué cree usted que hubiese ocurrido?
Pero claro... Macri, Angelici, los dirigentes de Boca y por supuesto los hinchas preferían el escritorio, y a falta de este, tratar de sacar cualquier ventaja.
La culpa es de Macri, dos veces. Primero en no permitir que en el operativo del ataque al micro las fuerzas de seguridad hicieran lo que tenían que hacer. La segunda, su anhelo de ganar la copa a como sea, no importa cómo, ni cuándo ni dónde.
Ahora bien... usted podrá decir que el Presidente de la nación no tiene que intervenir en cuestiones como estas, pero sabe qué? eso sería en un país normal, que no es casualmente el nuestro, y menos con un Presidente que (valga la redundancia) fue presidente de uno de los dos clubes involucrados.
Macri es argentino, y fanático de Boca, pero... primero es bostero, después es argentino. Las pruebas están a la vista. ¿El resultado? El resultado ya no importa, es solo una anécdota.