El argentino es muy vivo, y más si el tema se encuadra dentro de la pasión futbolera. De más está decir que es un país futbolero hasta los huesos y ni Hugo Moyano vacía la ciudad como el superclásico River Plate – Boca Juniors.
En ese sentido, es dable destacar que de las 500 entradas de cada uno de los equipos que salieron a la venta no llegaron a agotarse, dicho sea de paso, hubo quienes las devolvieron, ¿La razón? Los onerosos valores de los vuelos a Madrid.
Al momento del lanzamiento de las entradas a la venta, los vuelos, cuanto menos, se triplicaron, y algunos incluso incrementaron su pecio por encima de lo descomunal. Hubo quienes confirmaron haber pagado un vuelo sin escala con un costo normal de 20 mil pesos, entre los 60 mil y los 100 mil pesos. Una locura de la viveza argentina.
Incluso, es tan vivo, tan piola el argentino, que para el River-Boca en Madrid, el Gobierno español se vio en la necesidad de disponer 5 mil efectivo policiales para resguardar la seguridad, cuando en un clásico local, protagonizado por el Real Madrid y el Barcelona, solo se utilizan dos mil uniformados, menos de la mitad.
Ese es el argentino, y esa es la mirada que tiene el mundo de este maravilloso aunque infectado país. Un lugar tan extraño que precisa trasladar un partido al exterior para poder jugarlo sin generar ningún tipo de detrimento, tanto para la ciudadanía como para los mismos jugadores profesionales. Aunque sí puede estructurar un encuentro entre los mayores líderes mundiales con una organización primermundista. Ojo, teniendo como primer mandatario al otrora presidente del Club Atlético Boca Juniors.
Ni hablar de los barras que tuvieron la oportunidad de acudir al partido y que hubo quienes no pudieron asistir, aquellos que habían adquirido su entrada para el partido que debería haber acontecido en el Monumental y que, culpa de un grupo de inadaptados, no puedo llevarse a cabo.
Argentina es un país tan extraño que hay comerciantes que se quejan por la caída en ventas, sea cual fuere la actividad y hacen un remarca de los precios por encima de la inflación con el argumento de “lo que se viene” y más allá del bien común.
La Argentina es un lugar raro, contradictorio, donde todo funciona al revés, el que se aviva gana y el que actúa como se debe… pierde.
Tal vez el presidente Mauricio Macri tuvo razón en aquella conferencia de prensa en la que manifestó que debemos “alejarnos de la cultura de la viveza criolla”.