Hace pocos días, sucedió en el Hospital Masvernat de Concordia, Entre Rios; un hecho dramático que conmocionó a todos aquellos que se enteraron del mismo, a pesar de la poca trascendencia que se le dio en los renombrados medios nacionales (llamativo ¿no?).
Una niña de 13 años, ingreso al hospital cursando un embarazo de más de 20 semanas de gestación y junto a sus padres quienes la acompañaban, solicitaron se practicara un aborto.
Más allá del sinnúmero de vericuetos que presenta el caso, los que sólo titularé, hay un análisis más profundo que deseo realizar. Pero enumeremos algunos datos accesorios que se rescatan de los testimonios que publican diferentes medios entrerrianos:
-La niña tendría una relación con un joven de unos 15 años, quien sería el padre del bebé. En un principio no se habría alegado violación, tesis que se invocó luego de la participación del abogado de parte (invocar violación obliga a realizar el procedimiento sin más que una declaración jurada).
-Ante la negativa en primera instancia por parte de los médicos, la jueza Belén Esteves, titular del juzgado 2 de Familia de Concordia, sólo programó una audiencia (que fue suspendida al definirse la aplicación del protocolo) e informó que “ningún juez de esa ciudad otorgó autorización judicial para la interrupción del mencionado embarazo, dado que se trata de un caso no judiciable por existir normativa que regula el aborto no punible”.
-El Director del Hospital Masvernat, el Doctor Miguel Ragone, explicó desde el punto de vista médico la "inviabilidad" del feto que no supera las 22 semanas. El facultativo se pregunta qué se hace con un feto de 24 semanas, que tiene posibilidades de supervivencia y agrega “nosotros como médicos deberíamos tener la conducta de asistirlo”. Para finalizar sentenció “hay baches en la ley”.
-El médico ginecólogo y obstetra Fernando Rivas, sentenció: “esto no fue un aborto, esto fue un parto inmaduro lo cual es mucho más grave”. También agregó que “la colega que le tocó lo vivió tan presionada y, te diría, cuasi amenazada de que le iban a hacer una demanda penal si no hacía o no intervenía en el Protocolo, en enfermería lo mismo”.
-Por su parte, el Ministerio de Salud de Entre Ríos hizo lo que mejor saben hacer los políticos; declaraciones vagas y ambiguas.
-El abogado Pedro De la Madrid, consejero de la familia, dijo que “fue una decisión totalmente contraria a derecho. Fue así que decidimos ir a la Justicia, pero en estos casos no tiene que haber una intervención judicial”, también agregó que “fue una pérdida innecesaria de tiempo ir a la Justicia. Se perdieron dos semanas por la oposición burocrática en el hospital a acceder a practicar un aborto que está establecido en el protocolo”, “el hospital debió hacer la práctica desde un primer momento”.
Con respecto a los dichos del abogado, llama la atención la frescura con la que identifica a un aborto con un “trámite burocrático”, como si se tratase de la compra de papel higiénico. Califico como “oposición burocrática en el hospital” al cuidado y reparo por parte de los profesionales ante un tema tan delicado como lo es la práctica de un aborto. Incluso el presunto “apriete” a la médica para que realice el procedimiento, amenazándola con una demanda penal, cobra más verosimilitud a la luz de estas declaraciones.
Al respecto, es llamativo que para realizar una amputación de una pierna “no viable” en un paciente “enfermo” y cuya vida corre peligro, deban llenarse requisitos legales tanto o más complejos que para realizar un aborto.
Pero lo realmente preocupante, es el hecho de que el neonato habría nacido con vida y que habría estado (hay quienes dicen hasta 10 horas) abandonado hasta que finalmente hubo de fallecer.
¿Es esto cierto? Los testimonios de los testigos y las declaraciones de las autoridades y los políticos al respecto parecen ser contradictorios. Pero sin dudas algo pasó y algo muy terrorífico; tan terrorífico que llevó a no menos de 7 profesionales a presentar el formulario de “objeción de conciencia” luego del episodio; tal como lo confirmaron las propias autoridades del hospital.
Al respecto el Dr. Fernando Rivas dijo: “acá en el hospital tenemos una mezcla de sentimientos, entre sorprendidos, angustiados y contrariados” y agregó “la mayoría del plantel de Maternidad va a presentar o ya presentó la objeción de conciencia que es una declaración jurada, personal de cada uno, y que la ley nos habilita a que presentándola estamos librados de cometer un aborto”.
¿Se entiende el peligro que encierra esta situación de dejar morir a un niño (niña en este caso, ¿femicidio?) que nace vivo?
En Canadá (país que suele estar a la cabeza del mundo en todo lo que implica posmodernismo), se ha abierto el debate sobre el “aborto postnatal”; si, el asesinato del bebe apenas nace. No hay que ser demasiado lúcido para establecer un paralelismo entre los abortos tardíos, los postnatales y la costumbre de los espartanos de arrojar desde los acantilados a los hijos “defectuosos”.
¿Cuál es el límite de este ataque a los valores éticos y a los derechos humanos por parte del posmodernismo o posverdad?
¿Cómo es posible que se obligue a un médico a dejar morir a un bebé en una chata, porque “salió mal” el aborto? Situación muy cercana al salvaje “aborto posnatal” propuesto en Canadá.
¿Hasta qué punto mi “derecho” a una vida sexual plena, justifica mi “derecho” a realizarme un aborto, como medio de resolver las irresponsabilidades e imprevisiones (las menos de las veces el embarazo es por violación) que tuve al copular?
Me resisto a entregar mi integridad y mis valores a esta caterva de sátrapas, quienes sólo piensan en destruirme como individuo, como ser racional, como persona dueña de un pensamiento crítico que le permite distinguir lo bueno de lo malo, lo debido de lo indebido, lo justo de lo injusto, la vida de la muerte. Seré para ellos, un enemigo implacable.