Hoy apareció, afortunadamente en buen estado de salud Michelle Medula, la adolescente de la que no había noticias, desde que había desaparecido de su casa en Palermo.
El caso era muy angustiante, porque la chica se había ido por su propia voluntad después de una discusión familiar. Los padres estaban enojados porque se llevó muchas materias y le sacaron el celular, que a esta altura ya se ha convertido en una parte anatómica para los chicos.
Ayer un amigo me hablaba de su preocupación, que va en esta misma dirección. ¿Cómo manejar el tema de los adolescentes cuando no estudian, no se comprometen con sus responsabilidades y además se exponen a situaciones riesgosas sin la menor consciencia del peligro?
Recordemos que la palabra adolescente proviene del latín “adolescere” que quiere decir crecer, desarrollarse. Adolescencia es la condición y proceso del crecimiento. No tiene que ver con “adolecer” con “c”. Adolecer con c es sufrir carencias, vicios o padecer enfermedades.
Cabe aclarar esto porque se escucha con toda liviandad, incluso a especialistas, hablar de la adolescencia con una connotación negativa que no le hace justicia a esta etapa fundamental en la que el acompañamiento no es fácil. Pero es imprescindible.
La adolescencia es crecimiento, y el crecimiento es cambio. En esta etapa que puede ir más o menos de los 10 a los 20 años, los cambios son enormes porque se abandona la infancia y se ingresa en la adultez, con todo el desarrollo físico y psíquico que esto implica.
Durante la adolescencia, más específicamente durante la pubertad, se produce la madurez sexual; el adolescente está listo físicamente para reproducirse, la revolución hormonal que este desarrollo genera es importantísima y tiene consecuencias emocionales muy relevantes.
No nos vamos a meter en temas específicamente médicos, pero está claro que los cambios de la personalidad, la relación con las otras personas, la forma de alimentarse, todo se transforma como consecuencia del crecimiento físico y del desarrollo hormonal.
Los chicos necesitan desarrollar la independencia, los padres dejan de ser las figuras centrales y eso es positivo, aunque muchas veces nos cueste asumirlo. Pero claro, más que nunca necesitan referentes, de lo que sí y de lo que no, ¿quiénes serán los nuevos referentes?
Bueno, depende de cada chico; pueden ser músicos, deportistas, un escritor, un hermano mayor, un actor y actualmente podríamos incluir también a los youtubers, instagramers e influencers, personajes con mucha presencia en las redes.
Vamos un poco más profundo: a nivel cognitivo, el pensamiento del adolescente evoluciona hacia el razonamiento hipotético-deductivo, es decir, que está listo para observar un hecho, formular una hipótesis, deducir las consecuencias y extraer una conclusión.
Esto es lo que se intenta estimular desde la escuela, pero convengamos que ellos pueden no estar preparados para poner en práctica este tipo de razonamiento en su vida privada, donde todo parece estar más regido por los impulsos.
Vemos también cómo desarrolla un espíritu crítico hacia todo lo que lo rodea y hasta ese momento le parecía lo “normal”. El adolescente suele ser idealista y a la vez experimentar un cierto desencanto por la realidad, esto, claro, los hace vulnerables a cualquier tipo de captación, y en este punto es muy importante que tengan en los padres figuras que infundan una autoridad asertiva para poder guiarlos sin entorpecer la búsqueda de autonomía, pero alertándolos de los peligros.
Dicho de manera clara, los chicos a esta edad pueden ser la presa más buscada para sectas, agrupaciones extremas y todo tipo de fundamentalismo que levante las banderas de la crítica despiadada al sistema y ofrezca como salida una propuesta mesiánica.
Todas estas búsquedas intelectuales y del ámbito social se combinan con cierta extrañeza hacia sí mismos, un nuevo cuerpo, con nuevas sensaciones. Van a sentir nuevos placeres pero también nuevas preocupaciones.
En todo momento se advierte que los chicos buscan una nueva identidad, quieren construirla con retazos de lo que fueron de niños y con lo que los embelesa de la vida adulta. Por eso es muy importante las relaciones que vayan desarrollando porque eso los forja: los amigos, las parejas, los vínculos con los mayores, con sus docentes.
Si bien los adolescentes pueden ser intempestivos y emocionalmente cambiantes, nunca se puede naturalizar la violencia, el abuso o las actitudes autodestructivas. Así como en la niñez es muy importante la presencia y el cuidado constante de los padres, en la adolescencia es fundamental dar aire a los chicos; pero es imprescindible guiarlos y escucharlos y permitirles tomar sus decisiones.