“Nuestros jueces son absolutamente incompatibles; todo lo pueden hacer, menos justicia”. Bertold Brecht
Esta semana, algunos de los mayores exponentes de la corrupción del Fuero Federal en lo Criminal, quedaron bajo fuego amigo. Víctor Manzanares, el eterno contador de la familia Kirchner y guardián de todos sus negros secretos, contó al Juez Claudio Bonadio que el ex par de éste, Norberto Oyarbide, le había dado instrucciones acerca de cómo confeccionar la pericia que le permitiera sobreseer rápidamente a Néstor y Cristina, como en efecto hizo, en una de las causas por el enorme enriquecimiento ilícito que, ¡en blanco!, habían exhibido.
Lo mismo sucedió con Carolina Pochetti, la viuda de Daniel Muñoz, ese secretario privado de Néstor que, misteriosamente, se llevó muchos kilos (los bolsos se pesaban) de dólares a los Estados Unidos para comprar un sinfín de inmuebles valiosos. Esta viuda desde 2016 denunció al Juez Federal Luis Rodríguez por haber exigido, y obtenido, US$ 10 MM para desestimar las acusaciones que pesaban en 2015 contra el matrimonio; este magistrado, imputado antes por Elisa Lilita Carrió y Ricardo Monner Sans, entre multitud de actos sospechosos había rechazado detener a Julio de Vido en la causa de Río Turbio, y liberado, sin que la causa estuviera en su Tribunal, a Juan Pablo “Pata” Medina, el violento sindicalista de la construcción.
La siempre conocida inmundicia en que se mueven muchos de quienes ¿imparten justicia? en el emblemático edificio de Comodoro Py –tanto física, por incuria, como moral- nuevamente resuma y exhibiéndose ahora bajo los tiros de la propia tropa kirchnerista, que dispara indiscriminadamente contra quienes fueron sus mayores cómplices judiciales durante la década saqueada.
Ya que ni las abrumadoras pruebas colectadas en el poker de causas por las que irá a juicio oral este año parecen ser suficientes para desmitificar a Cristina, resulta lícito preguntarse si queremos volver al pasado reciente, a la persecución a la prensa, al saqueo sin límite y a la total impunidad. ¿Es posible imaginar un futuro con ella nuevamente Presidente?; con la República Bolivariana quebrada, ¿de dónde obtendría los fondos que le permitieran evitar otro default?, ¿cómo sostendría, entonces, su insensato populismo?, ¿con qué fondos enfrentaría los reclamos sociales?, ¿qué bienes produciría el país para su reparto sin inversiones de ningún tipo?, ¿a cuánto llegaría la inflación?, ¿se sostendrían las escasas inversiones en energía que hemos obtenido?, ¿qué pasaría con las causas de corrupción pendientes?
Cuando elegimos a Macri, los argentinos evitamos convertirnos en un remedo de la doliente Venezuela. Este año, una vez más, tendremos que decidir qué queremos para el futuro de nuestros hijos y nietos porque, como dicen las encuestas, ese riesgo mortal sigue estando en el fondo de las urnas. Hemos demostrado en innumerables oportunidades a lo largo de nuestra historia que tenemos una fuerte tendencia suicida pero confío en que la tragedia que enluta hoy a nuestros hermanos, a los que se mata por falta de alimentos y remedios, cuando no por las balas de la salvaje represión del tan corrupto régimen pro-cubano, sirva como espejo en el que contemplemos ese futuro, y votemos en consecuencia.
El actual gobierno ha cometido, sin duda, todos los errores posibles, comunicado muy mal y errado en las recetas económicas, y lo estamos pagando con recesión, inflación, tasas altas, desempleo, caída del poder adquisitivo, etc., pero no pretende ir contra la prensa libre ni “democratizar” la Justicia. No se trata del mejor gobierno posible pero, sin duda, es el menos malo de los dos que llegarán a la instancia final.
Aún hoy, cuando casi ha terminado su ¿primer? mandato, la administración pública sigue plagada de quintacolumnistas que sabotean hasta las más insignificantes acciones. Más grave aún, ha aumentado los impuestos –y creado otros- a niveles impagables, ha incrementado fuertemente los subsidios sociales para obtener paz en la calle, cada vez interviene más en la economía pese a ignorar sus reglas, y no ha promovido el juicio político de tantos jueces que han utilizado la excelsa función que la Constitución les confiara sólo para proteger a los corruptos, enriquecerse por el camino y perseguir hasta el asesinato a los militares que combatieron la subversión.
Es por esto que le propongo que nos encontremos el jueves 14 de marzo, a las 19:00 hs., frente al Palacio de Tribunales, en Talcahuano 550, para reiterar nuestro reclamo ciudadano por una Justicia independiente, seria, eficaz y rápida, en la cual los jueces deban rendir examen cada cinco años para permanecer en sus cargos, paguen sus impuestos y sus declaraciones juradas de bienes sean públicas y exhibidas en Internet.
Y para exigir que el Consejo de la Magistratura actúe con celeridad ante las denuncias de corrupción contra los magistrados, destituyéndolos cuando corresponda, e impida que éstos simplemente sean trasladados a otros fueros o se retiren con jubilaciones enormes, como ha sucedido en la mayoría de los casos.