"Un humano más" es una hermosa canción de Jorge Rojas dedicada a homenajear a los maestros rurales. Uno de sus párrafos dice:
"Un humano más de los que lucharon por un mundo en libertad, que van empujando con su luz la oscuridad.
Un humano más de los que lucharon por un mundo en libertad, que van empujando con su luz la oscuridad, los que decidieron que la vida es para honrar…"
Y realmente es así; son seres que decidieron que la vida es para honrar.
Norma Folgueral es Locutora Nacional desde hace más de 20 años. Actualmente trabaja en Radio Continental pero dedicó muchos años de su vida a la docencia en escuelas rurales.
La suya, como la de tantos otros maestros rurales, es una hermosa historia de amor y vocación en la que sin dudas, no solo se honra la profesión de maestro, sino que además, es una demostración de esfuerzo y sacrificio.
¿Por qué decidió ser maestra rural?
En realidad me convertí en maestra rural por dos razones. La primera era que quería comenzar a trabajar lo antes posible, debia ayudar a mi madre porque mi padre ya había fallecido y la segunda porque al ser de un pueblo del interor y haber nacido en una finca, lejos de la ciudad, Educar era una tarea destacada y con mucho compromiso social. Siempre me interesó ser maestra rural, y era lo que quería ser.
Me recibí de profesora para la Enseñanza Primaria en el mes de julio, y a los pocos días en mi pueblo, General Alvear, Mendoza, me consultaron por alguna maestra que quisiera ir a dar clases al campo en Santa Isabel, La Pampa. Y la verdad es que ni lo pensé... al otro día, madrugada de un viernes, me tomé el primer colectivo a Santa Rosa -L.P.- para inscribir mi título. Esa misma noche regresé a mi casa y en la mañana del siguiente lunes, tuve la llamada de la directora de la Escuela Hogar N°99 de Santa Isabel, y esa misma noche, tomé el Chevalier.
En ese entonces Santa Isabel era un pequeño pueblo que tenía solo cuatro cuadras asfaltadas, en esos pueblos de La Pampa, las escuelas rurales -por lo menos las que conocí- era prácticamente el lugar más importante, tanto o más que la municipalidad, porque allí era donde se albergan los niños para poder estudiar y forjar un futuro. La Escuela era la Institución más importante de esa comunidad.
¿Cómo vivió esa primera experiencia?
Las directoras y las maestras, por lo general viven en las escuelas, no en todas, pero en este caso era así. Teníamos una casa solo, para chicas, éramos ocho, con dos habitaciones con dos cuchetas en cada una y un comedor.
Llegué a las tres de la mañana, y por supuesto no conocía a nadie... me esperaba el esposo de la directora que me llevó hasta la misma y como debía ser, todas dormían.
Era mitad de año, y la verdad que no fue fácil, porque ya estaban los grupos conformados y esas sociedades eran bastante cerradas.
Me tocó un pequeño grupo de quinto grado, con chicos de edades heterogéneas. Pero como fue a mitad de año todo pasó muy rápido. De todas maneras los fines de semana todos nos volvíamos a nuestras casas.
¿Durante cuánto tiempo dio clases en ese lugar?
En esa escuela estuve un año y medio, y de ahí pasé a otra en Puelén; ahí sí que fue más bravo, porque no teníamos televisión, ni radio, ni diarios, ni plaza, ni luz desp de las 9 de la noche. Terminábamos preparando las clases para el otro dia con velas.
La escuela N° 157, en Puelén, originalmente estaba destinada a una institucion para hacer el servicio militar, pero cuando asumió Alfonsín la convirtieron en escuela hogar y el edificio era hermoso.
Los dormitorios eran cuatro pabellones de varones y cuatro de nenas, en cada uno, había una habitación pequeñita para nosotras. En total eran alrededor de 250 chicos albergados, porque todos venían de campos cercanos y algunos lejísimos.
Los chicos llegaban al colegio en marzo con sus padres, o en el colectivo que solo estaba destinado a recogerlos para el inicio de clases y regresaban a sus casas en vacaciones de invierno. Solo algunos niños eran visitados esporádicamente por sus padres, pero la verdad que los primeros días de adaptación, eran terribles, porque la generalidad extrañaba mucho a sus familias y nosotras veníamos a reemplazar y contener esos niñitos con todas las necesidades emocionales de la edad.
Los maestros prácticamente no teníamos descanso, trabajábamos 45 días seguidos para juntar unas semanas más para las vacaciones de invierno. Nunca hacíamos paro, o parábamos los dias feriados, porque sino a los chicos, quiénes los cuidaban, había un régimen de turnos.
¿Cómo es, para los maestros, el momento en el que termina el año escolar y tienen que despedirse de esos alumnos con los que convivieron desde el momento en que se levantan a la mañana hasta que se van a dormir durante todo un año?
Terrible... es que una, es prácticamente la mamá de todos esos chicos... darles el besito de las buenas noches, cuidarlos cuando están enfermos, contenerlos cuando extrañaban mucho, cuestionamientos de sus edades mismas. Una semana antes de terminar el ciclo lectivo, empezábamos a llorar todos, y los chicos te decían, por ejemplo: -Señorita, ¡por favor vuelva!, no nos abandone. Y creo que uno volvía por eso; La verdad, es que allí estaba en un mundo diferente y muy lindo.
Nosotras habíamos conformado un grupo de docentes muy unido, y muy solidario. Porque nosotras también estábamos sin familia y también extrañábamos. El Director que teníamos era demasiado estricto, con una pedagogía antigua, tanto que en los recreos no nos dejaba conversar entre los maestros, porque sostenía que sino, no les prestábamos atención a los niños; por supuesto que es algo muy cierto, ya que te lo inculcaban en el magisterio: "vos tenés que estar con tus alumnos durante todas las horas que estén en el colegio", máxime en este tipo de escuelas, donde te tenés que encargar de todo… sacarle los piojos, cortarles el cabello, en muchísimos casos hasta enseñarles a bañarse usando champoo y crema de enjuague. (nunca me voy a olvidar de una niñita de 5 o 6 años, que puso una carita increíble de admiración cuando entró a ducharse y dijo… “llueve calentiiiiito”!
¿Cómo era una jornada normal?
Nos levantábamos a las 7 de la mañana, y cuando estabas de turno a las 6, y a las 7:30 se desayunaba; y allí todos los docentes colaborábamos para facilitar la tarea al los de turno. A las 8 en punto formábamos, izábamos la bandera y cantábamos Aurora, y de ahí a las aulas.
Después del horario escolar, lógicamente, almorzábamos, y a la tarde hacíamos los deberes.
También había profesores especiales, que les enseñaban a los niños cómo usar herramientas o cómo hacer una huerta. Pero en realidad estábamos todo el día educando. A veces les tenías que enseñar como agarrar los cubiertos, o como usar una servilleta porque no tenían ni idea de lo que era, o enseñarles a lavarse los dientes.
¿Qué fue lo peor que le ocurrió siendo maestra rural?
En realidad fue algo personal. Nosotros para volver de la escuela teníamos que hacer dedo, porque el único colectivo que nos podía llevar hasta Mendoza, pasaba a las 3 de la mañana, y si venía lleno no paraba, y por lo general nos levantaba un camionero ya conocido. Una noche de muchísimo frío, nos llevaba otro camionero con la condición de que no nos durmiéramos y le diéramos charla, pero después de viajar toda la noche, ya llegando al límite con Mendoza, nos encontramos que no se podía avanzar porque había llovido tanto que los vehículos pesados se enterraban, porque no había asfalto y solo pasar algunos autos o camionetas. El punto es que finalmente pudimos viajar en una camioneta, pero en la parte de atrás.
Hicimos poco más de 100 kilómetros, y era tanto el frío que llegué entumecida a mi casa y sin voz. Pasé todo el fin de semana con fiebre y por tres meses prácticamente no tuve voz.
¿Y lo más lindo?
Todo…. El Amor de mis alumnos, el comprobar que lo enseñado daba fruto... pero la mayor felicidad fue cuando desde el gobierno de La Pampa nos hicieron hacer una excursión a la Ciudad de Santa Rosa con todos los chicos, todo pago a pasar una semana para que ellos pudieran conocer la vida en una ciudad.
De ese viaje puedo contar mil anécdotas. Por ejemplo, todos los chicos vieron por primera vez una juguetearía, ese día fue realmente emocionante. Ya estaba acordado que todos los alumnos se llevarían un regalo de allí, y ver sus caritas literalmente con la boca abierta e inundados de felicidad, fue inolvidable.
Los llevamos a comer a los mejores lugares, a tomar tomar helado, que para todos, menos uno, fue su primera experiencia, y todo era nuevo para ellos, incluso conocer una plaza o las estatuas y monumentos.
¿Qué es en lo que más le cuesta adaptarse a un chico cuando va a una escuela rural?
Muchas cosas... desde usar los cubiertos correctamente o bañarse como ya te conté hasta la rutina de desayunar, almorzar, merendar o cenar a horario, incluso la diversidad de comida. La mayoría, al principio no tiene idea de lo que le sirven, y miran la comida como diciendo "¿que es esto?". Con el tiempo se iban adaptando y en las pocas semanas, sus semblantes eran resplandecientes, subían de peso e incluso hasta les brillaba el cabello. Esa por lo menos es mi experiencia, porque sé que hay muchas escuelas rurales, especialmente en el norte, que tienen muchas carencias y muchísimas más dificultades; donde yo estuve, y en aquella época, dentro de todo no lo pasábamos mal, salvo el frío, el viento seco y lo inhóspito del lugar.
¿Qué siente hoy al recordar aquella época?
Me pasa algo muy lindo... después de estar trabajando 19 años en Radio Continental sigo teniendo contacto con mis alumnos gracias a las Redes sociales; me escriben, me mandan fotos, algunos me vinieron a visitar, y juntos recordamos anécdotas y demás. Es muy bonito ver cómo a través de los años evolucionan esos niños, cómo les cambió la vida para algunos, pero todo lo vivido se transforma en algo muy gratificante. Estoy muy orgullosa de haber sido docente de Escuela Rural.
Hola Pablo, Muchas gracias por esta nota. Mi mama es maestra rural, jubilada actualmente, y esto que contas es un poco el reflejo de lo que ella hacia cuantro trabajaba. Saludos y muchas gracias.
Tengo una prima maestra rural. No para ni un segundo, porque en epoca de cosecha que algunos chicos no asisten a clase, ellas van a visitarlos y seguir enseñando. Tienen los huevos y ovarios de basalto. Si algunos de estos pseudoeducadores que tenemos en CABA trataran de hacer lo que hacen las maestras rurales, a la semana salen corriendo. Mis respetos a estos docentes.