El presidente Mauricio Macri supo transitar el quinto paro general en lo que va de su gobierno. Con este número, iguala la cantidad de paros sufridos por Cristina Kirchner en sus dos mandatos. Y confirma una tendencia del sindicalismo argentino de hacer más medidas de fuerza, más rápido y con mayor frecuencia, a los gobiernos no peronistas.

Esa benevolencia a favor de los gobiernos de extracción peronista, que expresan los datos duros, podría tener diferentes lecturas según el intérprete, pero no conmueve al resultado: todos los gobiernos no peronistas sufrieron más paros por días gobernados que los gobiernos peronistas.

El movimiento sindical argentino, su conformación y consolidación organizacional en gremios, centrales obreras y confederaciones, tiene una profunda raigambre histórica y cultural vinculada al movimiento peronista. No se puede desconocer, sin embargo, su valor en la defensa de los trabajadores ni el ejercicio del derecho a reclamar a través de la huelga, una garantía consagrada a nivel constitucional. Desde la restauración de la democracia, se efectuaron en el país un total de 42 paros nacionales, 26 de ellos se concentraron en tres presidentes no peronistas (Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa y Mauricio Macri) cada uno con un único mandato total o parcialmente ejercido. En contraste, se realizaron menos cantidad de paros generales (16) a más presidentes de origen peronista (Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, y Cristina Fernández) que gobernaron durante mayor tiempo -cerca de 24 de los 36 años desde 1983- y sumaron en conjunto cinco mandatos regulares más un mandato especial por la crisis del 2001. En términos porcentuales: 62% de esos paros (a fuerzas no peronistas) versus 38% (a fuerzas peronistas).

Con 5, Macri sigue siendo, por el momento, el Presidente no peronista con menor actividad sindical vinculada a planteos y realización de paros generales. Alfonsín encabeza el listado de paros recibidos, con 13, seguido por De La Rúa con 8.

No habiendo finalizado aún su mandato, Macri ya iguala la cantidad de paros generales que sufriera Cristina Fernández de Kirchner, en sus dos períodos al frente del Poder Ejecutivo Nacional, si bien la ex Presidenta no sufrió ningún paro general en su primer mandato. Y las cinco medidas de fuerza en su contra se acumularon en su segunda gestión presidencial.

Dentro de ese contexto, el mandato de Macri supera -ahora- el promedio de paros por días gobernados de Duhalde (el presidente peronista con peor promedio de paros en relación a días en el poder). Macri tuvo 5 paros en 1.238 días de gobierno vs Duhalde con 2 paros en 509 días, confirmando -también- con este índice, una mayor actividad del sindicalismo argentino con gobiernos no peronistas.

Tomando el indicador de “frecuencia de paro medido en días”, De La Rúa es quien se llevó la peor parte con un paro cada 92 días, seguido de Alfonsín, con un paro cada 157, cerrando la lista Macri con un paro cada 248 días.

El promedio de días a que se hace el primer paro general muestra un notable contraste si se trata de presidentes de variantes peronistas (1.108 días) o de no peronistas (275 días).

Los paros generales han sido planteados a lo largo de la nueva democracia por diferentes modelos de conducción sindical desde una CGT organizada de manera unificada y verticalista, a otras ocasiones en que fue comandada de manera colegiada (en general por triunviratos), pasando por modelos de fragmentación que mostraron a una CGT dividida en alas “oficialista” y “opositora”, sin contabilizar expresiones alternativas de polos disidentes que pudieron congregar a los gremios más fuertes.

En todos los casos, la acción sindical de “parar” ha sido más benigna para los presidentes del eje peronista que para los no peronistas también rotulados como “radicalismo y alianzas”.

Las 42 medidas de fuerza llevadas a cabo por el sindicalismo argentino, un actor y factor determinante de poder, permiten preguntarse si han sido efectivas y si han ayudado a resolver los problemas de fondo en un país cíclico y de crisis recurrentes. Una mirada más profunda también ayudaría a abordar los variados negocios e intereses que representan ciertos sectores sindicales y la calidad democrática hacia su interior.

La Argentina cruje en medio de un tironeo de fuerzas que no consiguen elevar la discusión ni encontrar una salida superadora. Parar, detener, impedir, son los infinitivos que se usan para “protestar” contra la política económica. Algo más queda en claro, la calidad Institucional de la democracia sigue en deuda.