“La ambición de poder es una mala hierba que sólo crece en el solar abandonado de una mente vacía”. Ayn Rand
Es difícil imaginar una definición más contundente de lo que es el peronismo, que la inaudita fórmula presidencial Fernández/Fernández. Esta movida política los define en carne y hueso: sólo les importa el poder.
Valga un pequeño comentario sobre el hambre de poder. Este no es privativo de los peronistas, también se presenta en el radicalismo, en el macrismo, el massismo y en todos aquellos movimientos políticos que no son realmente partidos políticos. Esto se debe en parte, a que no poseen una posición filosófica que los aúne, sólo los aglutina el voluntarismo y cierto origen sectorial reaccionario frente a un determinado contexto histórico; podríamos definirlos como una suerte de corporativismo sociológico.
Después de repasar las declaraciones de Alberto Fernández de los últimos años, a saber: "toda su acción institucional es deplorable, todo lo que hizo en materia judicial es deplorable, toda su intromisión en la Justicia es deplorable, lo que hizo con el Consejo de la Magistratura y con la designación de los jueces subrogantes, lo que inició con la llamada 'democratización de la Justicia'; todo eso es deplorable. Lo que hizo con el tratado de Irán es deplorable, la muerte de Nisman es deplorable, la no resolución de la muerte de Nisman es deplorable", “Cristina tiene una distorsión sobre la realidad”, “es dificilísimo encontrar algo virtuoso”, “llegó a decir que Alemania estaba más preocupada que nosotros en términos de pobreza. Llegó a decir que el cepo no existía, eso es un gesto de negación terca y por momentos absurda”, “es muy difícil decir que uno está preocupado por los pobres y al mismo tiempo invisibiliza la pobreza”, “los que aplaudieron a Cristina y no fueron capaces de decirle que estaba mintiendo”, “no me arrepiento de haberme ido del gobierno de Cristina, de haberme quedado debía hacer sido parte del sequito de obedientes” o "no sé si Cristina lloró por lo que hizo José López o porque lo descubrieron"; después de todo esto, ¿alguien puede pensar que estos sátrapas tienen algún valor ético?. No son inmorales, son amorales.
En el video en el que Cristina sorprendió a todos con la presentación de su compañero de fórmula (raro, el vice presenta a su compañero de fórmula), hay detalles que valen la pena puntualizar.
Primero evoca a su difunto esposo, buscando reavivar en algo el sentimiento compasivo que le ayudó a ganar alguna otra elección; también lo “pegó” al 25 de Mayo, creando un paralelismo entre aquellos próceres y su marido.
“Nunca me desvelaron los cargos políticos”, aseveración llamativa, teniendo en cuenta que lo dice alguien que vivió de cargos políticos los últimos 32 años...; pero es probable que haya superado lo mundano y por eso ahora sólo busca “un lugar en la historia”, indisimulable ataque de “broncemia” de quien imagina su “busto” engalanando cada plaza de la argentina.
“Primero la Patria, segundo el movimiento y por último una mujer, un poco de humor feminista”; aquí busca de nuevo sumar al feminismo, tal como lo hizo al cambiar su postura con respecto al aborto, al respecto Groucho Marx diría “estos son mis principios, si no le gusta tengo otros”.
Definió al gobierno de Macri como “perverso” y su asunción como una “estafa electoral”; de este modo, convierte al presidente en el mismísimo Satanás, el que compró con engaños el alma del pueblo incauto para luego sumirlo en el infierno.
Varios fueron los conceptos en los que quiso mostrar una actitud "inclusiva” y así ampliar su base electoral: “la coalición que gobierne deberá ser más amplia que la que haya ganado las elecciones”, “necesitamos de hombres y mujeres que puedan gobernar una Argentina, que tenga la suficiente amplitud de ideas y de sectores políticos” y finalmente, le hizo un guiño a los oligarcas: “cuando en la Sociedad Rural presenté mi libro Sinceramente…”, olvidándose de la Feria del Libro, evento que enmarcó su presentación.
Fijó su posición ideológica socialista/populista, al mostrar su desacuerdo con la realidad internacional, “el mundo actual y Latinoamérica en especial han mutado para mal en los últimos tiempos”; pero se cuidó de tomar distancia del pasado de Lula y del presente de Maduro, aclarando que “nosotros también” hemos cambiado.
En un nuevo ataque de “broncemia”, se auto proclamó como LA representante del pueblo por excelencia “desde que me despedí del gobierno con una Plaza de Mayo colmada de pueblo, como no se recuerda en la historia Argentina”, para ubicarse inmediatamente como mártir y perseguida política “he sido víctima de la más feroz y despiadada campaña de mentiras y difamaciones contra mi persona, mi familia y nuestro gobierno” y después mostrarse más magnánima que la madre Teresa de Calcuta: “no me guían ni el odio ni el rencor”.
Para finalizar, lo que me resulta más preocupante de este lanzamiento, es el siguiente párrafo: “ese nuevo contrato social (que) permita el desarrollo individual de las personas dentro de las condiciones humanas y espirituales, pero siempre en el marco de una realización social colectiva”.
O sea, lo importante es lo colectivo, la sociedad, el pueblo, colectivismo puro. El individuo, VOS, podés hacer lo que lo que quieras siempre y cuando no vayas en contra del pueblo. ¿Y quién conoce la voluntad del pueblo?, ¿adiviná?; exacto, ellos, los políticos iluminados, sensibles y desinteresados.
Se repite lo mismo de los últimos 90 años, lo mismo que expresó el comunismo y el nazismo, sólo que estos demagogos usan palabras más dulces: el individuo debe sacrificarse por el bien común, vos sos sacrificable. Este principio fracasó en todo el mundo, nos ha hundido en la pobreza y ha convertido a la Argentina en una enorme villa miseria.
Depende de todos y cada uno de nosotros, oponernos a la entrega de nuestra vida, nuestra libertad y nuestra propiedad a manos de estos parásitos.