Finalmente ocurrió lo inexorable. Sergio Massa cayó rendido ante los pies de la ex presidenta y tal vez, en esta nueva etapa ni siquiera logre parecerse al coffieur exclusivo que la peinaba y atendía obsecuentemente desde la pantalla de Tinelli, en una farsa a pura realidad y muy premonitoria. Solo que esta vez Massa perdió todo, casi por nada.
El tigrense logró “reentrar” a las filas del cristinismo/kirchnerismo sin siquiera llegar a Cristina Fernández. El “café con Massa”, solo llegó a tomarlo con Alberto Fernández el vocero-títere de la viuda, de quien todo sabemos lo que piensa de Sergio Massa; pero aún así, la fidelidad del ex Frente Renovador fue más fuerte que sus convicciones (si alguna vez las tuvo) y su conciencia política.
Después de la capitulación, el demacrado Massa ha deslizando que no se ha “fundido” con Unidad Ciudadana, sino que forman una alianza o Frente. Esto significa el hecho de poder ir a competir en las PASO con fórmula Fernández-Fernández. Esto es falso. Massa sabe perfectamente, porque Alberto F se lo dejó perfectamente claro que eso es IMPOSIBLE. Aún así, Massa sigue engañando (ya no tiene a quién) y soñando con recuperar, al menos, la dignidad política que entregó.
Clarín tituló: “Massa selló su acuerdo con los K, pero no definió si los enfrentará en las PASO”, una falacia total. No es definible por parte de Massa si va a enfrentar o no a la fórmula de CFK en una PASO. La decisión es de la ex presidenta y Massa ya sabe lo que decidió: eso jamás ocurrirá.
“Yo estoy para liderar si me toca liderar, pero también estoy para empujar el carro desde donde sea porque tenemos la responsabilidad de reconstruir nuestra patria. Nuestra decisión es transformar a esa mayoría de argentinos que quieren un nuevo gobierno en una mayoría política para construir ese cambio de gobierno, tenemos que transformar ese enojo en votos de esperanza, el sufrimiento en participación de la gente, el miedo y la desesperanza en la construcción de una mayoría arrolladora que le ponga final a estos cuatro de años de fracaso de Macri”.
Después de decir esto, Massa se juntó con el vago (Máximo Kirchner) y allí cambió la dignidad de su discurso por un carguito en la Cámara de Diputados, ya que le ofrecieron ser Presidente del Bloque K, como mayor logro y él pidió que su esposa pueda pelear la intendencia de Tigre. Nada, muy poco.
Realmente Massa ha decepcionado y sin duda el kirchnerismo hizo un trabajo muy fino, tentando a quien nunca dejó de pertenecer al círculo de CFK y a estas alturas podemos inferir que cuando gritaba desde los medios y en las tribunas del Frente Renovador, lo hacía por despecho porque la ex presidenta lo había echado de su entorno.
Con dignidad política “cero” y el argumento falaz de que hace falta generar un frente para ganarle a Macri, Sergio Massa se convirtió en “el segundo Alberto Fernández”, con el agravante que éste último estaba relegado y lo llamaron para sumarse a la jefa de la banda, en tanto Massa entró solito.
El fenómeno Massa, sin embargo, no decanta allí, no se agota con la anécdota de un hombre mentiroso, egocéntrico y un gran simulador que solo contaba las horas para volver al regazo de la chorra; no, es la imagen vívida de una argentina sin rumbo, sin convicciones, sin futuro. Por estas horas los “massistas” contrarrestan su actitud genuflexa con la adoptada por Pichetto ante Macri; pero la diferencia es obvia. El peronista adhirió al gobierno nacional y contravino su discurso. Massa se alió con los corruptos contradiciendo no solo sus discursos, sino la moral que dijo representar en esos discursos.
Pino Solanas, después de haber hablado pestes del kirchnerismo, denunciar al afano de los trenes y la corrupción establecida por la mafia K, terminó abrevando en el partido de CFK, solo por sostener la beca política y los 90 ñoquis que tiene en el Congreso. Lo mismo pasa con Victoria Donda, ni hablar de Hugo Moyano que a quien esto escribe le dijo personalmente lo que pensaba de Néstor y Cristina y son cosas irreproducibles.
Quiero cerrar esta reflexión con una magistral nota de humor político que publicó en su columna de Clarín Alejandro Borenzstein titulada “La masa de Massa” y en cuyo texto hace referencia a estos satélites cambiantes de la política nacional que se acercan a Cristina pensando que “suman”, pero en realidad ellos, por si mismos, no suman: son absorbidos.
Por eso Borensztein dice con gran acierto: “Demostremos esto con una fórmula química: Donda + Pino + Solá + Cristina = Cristina. Va otra: Manzur + Moyano + Insaurralde + Cristina = Cristina. ¿Se suman los votos? Ni uno”.
Massa pecó de egocéntrico, narcisista y engreído. Todos se abrieron en su camino hacia ninguna parte, como líder de barro quien no construyó más que un espejismo. Stolbitzer y Caamaño, son las pruebas palpables de su infortunada decisión. El electorado que seguía la quimera del Frente Renovador jamás votaría al kirchnerismo; él lo impulsa hoy a que voten por el macrismo. En Massa no hubo ni hay estrategia política, solo existe el deseo de volver derrotado a dormir a los pies de su madre política, de su mentora. Lo que no le perdonarán a Sergio Massa es haber destruido las esperanzas de un sector que creyó posible hacer algo distinto. Su capitulación y entrega, sepultó con él la esperanza de muchos que creyeron posible una Argentina diferente. (OPI Santa Cruz)