El jefe de gobierno porteño Jorge Telerman tuvo que ceder su bicicleta por dos
meses, cuando el notero de CQC Daniel Malnatti la tomó como garantía de que en
ese lapso de tiempo, cesaría la usurpación de casi 5 km2 de bosques por parte
del Lawn Tennis Club. Con su humor
especialmente sardónico, Telerman aceptó el convite y se comprometió a que
ese vital pulmón vuelva a ser de los vecinos.
Pero no es ese el único tema de peso
que el reemplazante del depuesto Aníbal Ibarra sabe que desvela a los porteños.
Continuando con los espacios verdes, es conciente que precisamente su ciudad
carece de estos dado que progresivamente moles de cemento los cercan con
perversas intenciones. Si la mirada se dirige a la Costanera Sur, a modo de
ejemplo más que ilustrativo, los edificios gemelos de las Torres El Faro
con sus 160 metros es una cuña que amenaza directamente a la Reserva Ecológica.
A la vera de esta, está prevista la construcción del complejo habitacional
Santa María del Plata, de la empresa
IRSA, que con alrededor de cuarenta torres instaurará el excluyente concepto de
una suerte de country urbano sobre los restos de la Ciudad Deportiva de Boca.
Hace 30 años los porteños cruzaban el puerto para encontrarse con el Río de
la Plata, mientras que ahora deben sortear las paredes de concreto de Puerto
Madero para recrear su vista con el cada vez más escaso verde.“No hay que ponerse sentimental. A Buenos Aires hay que leerla como
una metrópoli”, puntualiza el arquitecto Justo Solsona, uno de los
responsables de la construcción del edificio Mulieris.
Esta metrópoli, luego de la tragedia de
Cromañon, que reveló hasta que punto
puede llegar la falta de controles, posee otras graves fallas dignas de mención.
Sin ponerse sentimental, merece destacarse la falta de control en el tránsito,
con semáforos descoordinados que obligan a los peatones a convertirse en
improvisados velocistas. Pobres de ellos si van en sillas de ruedas o llevan un
cochecito de bebé. Un dato ilustrativo, lo constituye la subida de la autopista
25 de mayo sobre Paseo Colón, en la cual los automovilistas hacen continuamente
caso omiso del semáforo rojo acelerando con impunidad desaprensiva. Lo mismo
ocurre en la Avenida 9 de Julio, como
también en la avenida Ingeniero Huergo.
Otro párrafo a destacar son los
hospitales públicos. A manera de muestra, la Maternidad Ramón Sardá muchas
veces se torna un espectáculo dantesco cuando su capacidad es colapsada. Una
caterva de médicas jóvenes, la mayoría egresada de la UBA, pregonan lo
denominado por ellas “fundamentalismo de
la teta” como única forma de alimentar a sus bebes. Y si no pueden darles
el pecho, bien gracias, no aportan ninguna otra solución alternativa a menos
que se les gane por cansancio. Hay que agregarle a esto, para colmo de males,
varios casos de mala praxis, de desidia profesional, nivelación desde abajo
falta total de apertura.
También en el Argerich, considerado por
muchos como un hospital modelo, la atención diaria se ve resentida cuando la
cola de gente llega como en estos días, al tercer piso a las 7:30 AM.
Si Telerman desea mostrar los logros de
una gestión eficaz, asimismo debe tener en cuenta el eterno problema del
Riachuelo y las emanaciones tóxicas del Polo Petroquímico Dock Sud. Esta
cloaca a cielo abierto, y su socia la fábrica de cáncer necesitan ser
erradicadas a corto plazo, para que no sigan provocando las lágrimas de
impotencia de las Madres de las Torres.
Los subterráneos, ahora nuevo escenario
de sádicos violadores según la corporación mediática, siguen careciendo de
rampas para discapacitados y para aquellos que portan cochecitos es una tarea de
turismo aventura.
Una ciudad bifronte
El otrora compañero de Juan Alberto Badía, intenta
conformar un piso propio porque percibe que el oficialismo intentará
seguramente cifrar en Daniel Scioli los números ganadores. Si quiere derrotar a
Mauricio Macri, Néstor Kirchner deberá apostar al autodenominado afrancesado
y no por su a veces díscolo vice.
En el lluvioso sábado 24, asistió al
lanzamiento de “Corriente Porteña” en
el Club Alvear de Parque Avellaneda, donde afirmó que “la
idea es generar este espacio para que la política vuelva a ser un instrumento
de debate”. Iniciativa muy interesante, que se da de pelos con un gobierno
que permanentemente le huye al mismo porque siempre pretende poseer la verdad
revelada.
Porque con esa absurda apreciación de
la realidad, la Capital Federal seguirá divida en dos porciones antagónicas,
en un norte opulento y un sur marginal y cada vez más inseguro. No sólo este
se agota en San Telmo, paraíso de turistas y anticuarios como tampoco en la
zona vip de Barracas donde antes se levantaban las fábricas y ahora en las
mismas existen lofts para nuevos ricos.
Existe vida más allá del Parque
Lezama, ahora entristecido por la reciente muerte del mítico bar Británico,
ejemplo viviente de una falta de política que preserve aquellos edificios donde
se refugia el duende de la memoria.
Fernando Paolella