Advertencia: En Francia, un nuevo concepto como categoría política está en boca de prestigiosos politólogos: el “vegano- terrorismo” (1).
Para referirse a los actos criminales que se han iniciado contra carnicerías y entidades de rubros afines (quema de comercios, heridos, y otros tipos de aprietes por parte de activistas veganos) que, utilizan el alimento como medio de expresión y batalla política. La mitología de la lucha de clases, ahora en su versión nutricional maniquea: los que comen carne (los capitalistas) y los veganos (los anticapitalistas).
Terrorismo. La Real Academia Española (RAE) lo define: 1. Dominación por el terror. 2. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. 3. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común, de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
La jineteada gaucha en la Sociedad Rural y la teatralización vegana
El grupo de 40 activistas ultra-veganos que tomaron por asalto el domingo próximo pasado, eludiendo las vallas perimetrales que separan la arena central del público en la Exposición Rural de Palermo, jamás imaginaron sufrir en carne propia lo que denuncian en sus pancartas proselitistas. Los militantes de la alimentación libre de proteína cárnica, irrumpieron en la pista donde se desarrollaba una tradicional jineteada gaucha, alterando el normal desarrollo del concurso. La reacción de los paisanos montados en sus reservados, fue sacar del predio a estos manifestantes foráneos. El rebenque y los pingos fueron herramientas de expulsión efectiva, al tiempo que el público presente insultó a los intrusos por la conducta provocadora.
En un comunicado de prensa la Sociedad Rural Argentina (SRA), a través de las redes sociales, hizo su descargo: “un grupo de activistas irrumpió en la pista alterando el desarrollo del concurso que se venía realizando; algunos de los participantes, que se prepararon durante un año para competir, reaccionaron para desalojarlos. La Sociedad Rural Argentina rechaza cualquier accionar violento”, concluyó la entidad agrícola ganadera.
Como suele suceder en estos casos, los manifestantes que violentaron una manifestación de clara raigambre nacional y popular, luego se victimizaron. Los “victimarios” se transformaron – por obra y gracia de elucubraciones ideológicas –, en “víctimas”: “fue muy violento” / “¡Algunos sacaron las boleadoras!” / “Para colmo la gente de la tribuna nos gritaba ¡basuras salgan de ahí!”, resume una activista ultra-vegana. Ahora bien, ¿qué pretendían estos grupos marginales? ¿Qué les hagan reiki en las cabezas, los inviten a salir y den chupetines de premio?
¿Exageran quienes piensan que el veganismo es una ideología política cuyo fin es disciplinar a los demás? ¿Cuál es la verdadera dimensión del activismo animalista extremo? ¿Qué hay detrás de estos practicantes de dietas alternativas a la proteína cárnica? Más allá de la postura personal de cada individuo y el respeto que se merece, lo que se juega aquí y ahora, son los lobbies ocultos de una pretendida forma de vida (ascética, filosófica o entelequia armónica “con el universo”), al tiempo que sus contradicciones internas los llevan a cismas intramuros y los veganos-arrepentidos hablan de imposición sectaria más que libertad en la nutrición. Su prédica se asocia a todas las imposturas intelectuales de contracultura (relativismo, idealismo, igualitarismo totalitario, etc.), que a lo sumo tracciona como fenómeno de autocomplacencia ficticia.
Conclusión: el dogma del especismo baja líneas doctrinarias sobre el “deber-comer” por sobre el “deber-ser” de los humanos. El posestructuralismo /posmodernismo entre tantos macaneos y dislates sociales, tiene un nuevo juguete peligroso: El vegano-fundamentalismo. La comida como arma de expresión política y fragmentación social. Recordemos la definición de terrorismo: “de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.
Material didáctico de ONGs veganas. Curiosamente sostienen “el amor” animal en su prédica, al tiempo que pretenden imponer – de manera intolerante y totalitaria –, una dieta universal según su dogma.