Ni el más optimista de los peronistas/kirchneristas creía que en las PASO iban a ganar por 15 puntos de diferencia, y ni el más pesimista de los macristas pensaba que podían perder por tanto. Pero como decía el General, “la única verdad, es la realidad”… y la realidad dice que es prácticamente imposible evitar que el kirchnerismo vuelva al poder.
Producto de ello, el presidente Macri en su primera conferencia de prensa después de las PASO, lejos de reflexionar y analizar por qué no recibió la cantidad de votos que esperaba se enojó con el electorado.
Ahora bien, más allá de esta falta de autocrítica por parte de Macri, la pregunta es: ¿Por qué se dio este resultado? En primer lugar, Macri, desde el principio, trató de gobernar para quienes no lo votaron. El presidente asumió con el estigma de que era la derecha, que volvía la represión, el neo liberalismo, y en honor a la verdad, no solo nada de eso ocurrió, sino todo lo contrario.
De hecho, como bien dijo Roberto Cachanosky en un artículo recientemente publicado en Infobae, "el Gobierno pagó el costo de castigar a la clase media para beneficiar a los que cobran planes sociales", y agrega: "Aumentó los impuestos a los trabajadores para poder elevar los subsidios sin afectar el déficit fiscal".
Hubo yerros económicos, muchos, especialmente con el ajuste de las tarifas, que si bien había que hacerlo si o si para solucionar la peor crisis energética de la historia generada por el kirchnerismo, se hizo de manera desastrosa.
También hubo una pésima estrategia comunicacional en torno a las obras públicas, su principal caballito de batalla, y se dedicaron a hablar de corrupción, cuando es algo abstracto que, aparentemente, al votante peronista no le impresiona demasiado.
Otro grave error fue no desdoblar las elecciones en Provincia de Buenos Aires, error que al gobierno le puede costar todo. Todos sabíamos que en CABA el triunfo iba a ser del oficialismo, pero a María Eugenia Vidal había que dejarla sola, sin involucrar al gobierno nacional.
Ni Macri ni sus asesores entendieron que poniendo a Vidal en su boleta la que perdía era ella y no él.
Otro grosero error del este gobierno fue que la billetera a gobernadores "infieles" fue bastante liviana, como en Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja o Formosa. No pensar en el bolsillo del ciudadano de a pie, se paga con creces.
Evidentemente, tiene su equipo una lectura equivocada del asunto, lo que se denomina comunmente, falta de cintura política. Ahora, es tarde como para meter fichas económicas. Es subestimar a la gente.
El talón de Aquiles es el bolsillo, la economía. Para ello, en primer lugar, había que ajustar lo que verdaderamente había que ajustar, o sea, el gasto público para luego poder bajar impuestos. Aceptar un ajuste violento ahora, sería inútil; habría que haberlo hecho desde el comienzo, y explicar: "empezamos con estas cuentas, se viene una moderación".
Los trabajadores públicos representan cerca del 18% de los ocupados de la Argentina. Son cerca de 3,9 millones de trabajadores que se desempeñan en el Estado nacional, provincial o municipal.
La cantidad de empleados públicos creció entre el 2001 y el 2014 casi un 70% (pasó de 2,3 millones de trabajadores a 3,9 millones). El motor de esta expansión fue el empleo público provincial, que explica el 51% de este aumento, seguido por los gobiernos locales (32%), y finalmente, el gobierno nacional (17%), y tiene su correlato en las cuentas públicas, donde los salarios explican en promedio la mitad del gasto público. No solo que nada de eso se corrigió, sino que se aumentó un 2,5%.
Por último (aunque la lista de errores cometidos por el oficialismo es mucho más extensa y solo citamos los más significativos) la polarización salió cara, y no encarcelar a Cristina (por sugerencia de Durán Barba) y escuchar al Ministro de Justicia Germán Garavano decir "no es bueno para el país que la ex presidenta termine presa" fue la peor de las estrategias.
Existen, todavía, unas mínimas chances de que pueda haber una segunda vuelta. Para que ello ocurra la fórmula Fernández-Fernández deberá perder 3 puntos, y la fórmula Macri-Pichetto sumar 3, para que haya menos de 10 puntos de diferencia. Es muy difícil, pero no imposible; pero si Macri no reconoce que el principal responsable de su derrota es él mismo, el 10 de diciembre deberá entregar el bastón presidencial, agachar la cabeza, y ver como dilapidó una oportunidad histórica.