En las últimas horas, una escena de tensión y violencia se vivió en el acceso hacia el Aeropuerto internacional de Puerto Iguazú cuando piqueteros que realizaban un corte de tránsito total en el kilómetro 5 de la Ruta Nacional n° 12 golpearon a turistas que intentaron cruzar el piquete a pie para no perder sus vuelos (ver video al pie).
Lo protagonizaron cientos de personas que se identificaron como integrantes del Movimiento Resistencia Popular y que acapararon por completo ese tramo de ruta que da al viaducto de ingreso al aeropuerto.
El motivo del reclamo –dirigido a la municipalidad local– fue la eliminación del cobro de la tasa de abasto a productos de alimentos básicos que ingresan al mercado local, para acompañar la quita del IVA impulsada por el gobierno nacional.
La protesta, no solo provocó golpiza a transeúntes y automovilistas que solo pretendían circular, sino una enorme congestión de autos, camionetas y micros que no pudieron avanzar, y la desesperación de los turistas que no querían perder sus vuelos y bajaron de sus transportes para caminar hacia el aeropuerto.
Entretanto, en estas horas integrantes de movimientos sociales mantienen un acampe en la avenida 9 de Julio, frente al Ministerio de Desarrollo Social, reclamando por la declaración de la emergencia alimentaria en todo el país.
El acampe comenzó ayer por la tarde sobre la avenida 9 de Julio, entre Avenida de Mayo y Belgrano, con corte total de tránsito.
Quienes protestan son militantes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), CTEP, Barrios de Pie, FOL y el Polo Obrero, entre otras organizaciones, a la espera de ser recibidos por la ministra del área, Carolina Stanley.
¿No se trata de una clara extorsión? ¿Por qué no pidieron directamente ser recibidos por la funcionaria, quien jamás ha rechazado recibir a piqueteros de ninguna índole?
Molestan este tipo de actitudes extorsivas, que dejan de rehén a quienes intentan circular por la Ciudad de Buenos Aires, en una movida que no queda del todo clara, ya que se suma a otras, como la de Ctera y las agresiones verbales de Juan Grabois. Todo huele demasiado raro.