“Es doloroso decirlo, pero el consumo escolar en baños, recreos, en la plazita es grande…también traen lo que sacan de la plantita de marihuana de la casa”. Alumna compungida de una escuela nocturna.
Me emocionó el relato de esta abuela-alumna sobre la situación en su escuela. Ella ve en ellos a sus nietos. Compañeros entre 17 y 24 años forman parte de este grupo. Los profesores la apoyan. Se sienten impotentes ante esta realidad. Muchos le confiesan que fuman de 8 a10 cigarrillos diarios de marihuana por día (dosis eminentemente tóxica).El uso de cocaína también es habitual. La única contención que tienen es la escuela me dicen los maestros. Afuera la intemperie (padres borrados o también ellos consumidores).
¿Es solo la escuela una espectadora de esta debacle? ¿Pueden estudiar así por las capacidades de aprendizaje bloqueadas por los estupefacientes? ¿Es un escenario más para la distribución o sea un “kiosco” más de los tantos?
Sentí angustia ante tanta verdad escuchada; pero sólo desde lo emocional aprendemos ya que el conocimiento para que sea efectivo necesita pasar primero por el “corazón” o sea por las vivencias. Pensé también que me debía a mí mismo trabajar mucho más en la prevención desde la adolescencia. Trato jóvenes que comenzaron a consumir a los 12 o 13 años. Falló la prevención porque ésta es ver con anticipación, prever.
Necesitamos empezar incluso antes en la infancia. Los maestros me lo recordaron; los problemas empiezan a observarse en la en el Jardín: maltrato, violencia, golpes. Escenas de devastamiento y abandono familiar. Hiperkinesia. Trastornos de conducta. Depresiones infantiles. Luego de estas historias de desencuentros aparece el contacto con sustancias.
Muchas veces los estupefacientes surgen como una “auto-medicación” para sostenerse en un mundo de “nadies” y de soledad. Es también una forma de huir ante el vacío adolescente sin sostenes humanos. Después vienen las historias conocidas de agravamiento de patologías psiquiátricas o en algunos casos pertenencia bandas o grupos vandálicos y, entonces, la entrada en circuitos institucionales (clínicas, comisarias, etc.).
Nuevos circuitos culturales de promoción
A. Circuito Porno: desde tempranas edades los niños y adolescentes se encuentran estimulados por el marketing de la pornografía que se halla ligada al consumo de estupefacientes. Horas y horas frente al computador en los centenares de páginas pornográficas son un incentivo enorme en épocas de extrema vulnerabilidad de la personalidad. En Europa hay estudios de comienzos a los 8 años de edad generalizándose a los 14.Esto está ligado a las ofertas de prostitución en los mismos ámbitos. Esto también está vinculado a las agresiones sexuales con el consiguiente aumento de la violencia sexual y las violaciones en grupo. Se aumentan los “patrones machistas” y a la mujer como objeto generándose los comportamientos en “manada”. Además la pornografía estimula ciertas zonas del cerebro y libera neurotransmisores generando efectos similares a los de una droga y actuando sobre los mismos centros químicos.
B. La desvinculación y la caída del vínculo familiar que es la primera escuela y matriz educacional para un desarrollo sano empiezan a lucir por su ausencia. La mega-barbarie organizada que relata E. Morín ligada a la “errancia de los amores, la droga masificada y el individualismo “deja a miles en la “banquina”. Los hijos “sueltos” y sin tutela son el gran problema moral y económico (Z.Baumann) de hoy así como los viejos arrumbados en geriátricos sin visitas ni cuidados afectivos familiares. Pero nadie habla en los “mentideros” políticos y culturales de la familia como eje de la socialización sana y de la Libertad.
El individualismo hedonista triunfó y el hijo no pertenece a los valores a prestigiar y cuidar cuando la cultura judeo-cristiana base del Occidente se justificó sobre la Promesa del Hijo. El Hijo como Transcendencia para los adultos que en el plano religioso era el Hijo como Mesías o como futuro Mesías. Todo esto parece olvidado de aquel valor central que los hijos que formarían parte de esa Promesa como base de la cultura. “Mi hijo el Doctor” de Florencio Sánchez en la literatura rioplatense muestra ese vigor valorativo.
Dejamos en la escuela la educación cuando la realidad es que ésta solo debe ser un complemento y con función solo de instrucción. Luego será el psicólogo o el psiquiatra quien tendrá que cumplir ese papel sustituto y así seguirá esa marginación creciente.
C. La sociedad de la anomia va surgiendo claramente. ¿Sin “nomos” (Ley-norma) se puede vivir?. Solo se apela en nuestra sociedad a la Ley Penal y cuando esto sucede estamos realmente perdidos. La Ley se “mama” y circula en la mesa familiar, en las escuelas con normas y limites, en las tertulias faltantes, en sociedades del encuentro y de la Palabra.
D. Además el individualismo anómico lleva a privilegiar lo económico por sobre todo y hoy varios países reconocen que su economía está basada en la producción de drogas y el consumo de los mismos. El marketing de la promoción queda asegurado por la magnitud del proceso económico que se desenvuelve y se apela en la lógica individualista a la Libertad y se generan masa de esclavos.
El gasto es mínimo porque los tratamientos para tantos no existen y los costos en daños sociales, enfermedades psiquiátricas, discapacidades, cárceles,etc. lo pagaran otros gobiernos. La “matrix” “progre” triunfa y lo que vendrá…a quien le importa lo que vendrá si todo está basado en el Hoy como premisa cultural predominante.
Principios preventivos
1. A menor edad de iniciación en el consumo en el consumo de drogas y alcohol mayor es la posibilidad de desarrollar un problema de drogas y esto queda confirmado por los estudios actuales de desarrollo del sistema nervioso y el salto y cambio biológico que se da en la adolescencia. A esto se une que hay un nuevo hecho dentro de la epidemia como lo es el comienzo a los 11 o 12 años en el consumo de alcohol y marihuana.
2. Hoy se considera a la adicción como un fenómeno evolutivo. El consumo en la pubertad, infancia o adolescencia implica una activación muy fuerte de sistemas cerebrales de recompensa y del placer sin el freno inhibitorio de los sectores cerebrales superiores que se encuentran en desarrollo y todavía inmaduros. El cerebro recién termina desarrollarse a los 25 años de edad. La entrada precoz en el consumo aumenta la actividad de las memorias adictivas y no solo los estupefacientes son tóxicos y dañan los distintos sistemas orgánicos sino que comprometen la libertad. Toxicidad y pérdida de la libertad son compañeras insustituibles de esta saga que comienza desde edades tempranas. En los adolescentes la ingesta es concomitante con un cerebro que no ha terminado de desarrollarse.
3. La prevención de drogas se relaciona con la máxima vulnerabilidad en esta etapa: biológica, psicológica, social y en muchos casos familiar. En los momentos de construcción de la identidad las drogas generan un “combo” dañino. El antecedente clave son las problemáticas no resueltas en la infancia: la salud mental infantil es un dato necesario a estudiar como anteriormente mencionamos con conductas de dificultad en la escuela, desorden familiar, etc.
Vigorizar la prevención
En tiempos de probables cambios en el marco jurídico en la cuestión de drogas la cuestión fundamental parecería pasar por otro lado. Generar un sistema inmunológico social preventivo se hace necesario. Las escuelas, las familias, las organizaciones sociales y los municipios son los aliados. Los líderes tienen la palabra en cada aula, en cada centro municipal. Los jóvenes cuando les hablamos escuchan atentos y participan. Tienen miedo por lo que sucede.
Esto me hace acordar aquella célebre frase de Freud: “Papá háblame porque tengo miedo”. Dar la palabra, poner el problema en palabras y escuchar es una salida posible. Miles de padres y maestros son necesarios para generar una cultura preventiva o sea un sistema inmunológico social.
Brillante como siempre!