“Existen cinco clases de países: los capitalistas, los socialistas, los del Tercer Mundo, Japón (escasos recursos naturales y gran potencial humano e institucional) y la Argentina (país impredecible)”. Paul Samuelson-Premio Nobel de Economía (1980)
Las drogas y su consumo epidémico y casi pandémico en algunos sectores de nuestra sociedad son uno de los síntomas de nuestro “default” aunque solo se habla del default en términos económicos. Parecería que tenemos un pasivo cultural mucho mayor que nuestras reservas y fortalezas disponibles.
Nuestro “default” parece ser cultural y de nuestro capital social (institucional) y humano (des-familiarizaciòn creciente, pérdida del valor de la escuela como signo de transmisión de valores y normas de vida).
Los países hoy se miden no solo por sus capitales económicos y financieros sino por su capital humano y social. En nuestro país desde hace décadas hemos ido retrocediendo.
La Argentina pasa de ser la Tierra Prometida con todas las riquezas naturales posibles y al mismo tiempo el riesgo de una Africanización incipiente.
Dia a día mientras aumenta la epidemia de consumo de estupefacientes incluido el alcohol se suceden interpretaciones livianas sobre el drama de miles de argentinos que deambulan por guardias médicas o intentan encontrar un lugar sólido donde tratarse que son cada vez menos e incluso muchos sin conocimientos profesionales.
Están aquellos que pregonan el consumo libre de drogas ignorando el daño a la salud pública y el dolor a miles de familias o los que solo piensan en una postura represiva de la oferta.
Es cierto que la multiplicidad de los puntos de oferta origina demanda de consumo, pero si no hay prevención cultural de la demanda todo se cae.
En la Argentina unir la política represiva a la cultural preventiva se hace necesaria con una red de asistencia primaria y de alerta temprana desde los primeros años de vida en todas las redes institucionales.
El problema de las drogas en avance se confronta con una cultura “liquida y blandengue” que ha abandonado a la prevención como alerta temprana y la detección precoz ante los primeros consumos.
Sociedad, entonces, desmovilizada culturalmente por la falta de criterios transmitidos parcialmente hacia el cuidado frente al problema de las drogas y el alcohol e ignorando a los jóvenes que son los primeros en soportar la falta de amparo y ya en la intemperie del desierto de la falta de palabras y orientaciones huye en la química.
A menos Palabras transmitidas por los adultos en todas las instancias institucionales (familias, escuelas, barrio, institucione culturales, Municipios, rovincias, instancias Nacionales) a los niños surge la química ofertada desde distintas instancias con un marketing poderoso de aceptación social que pregona la banalización del uso incluso desconociendo los daños al sistema nervioso (pensemos que el niño no termina de evolucionar cerebralmente hasta los 25 años).
A esto necesitamos agregar la des-familiarizaciòn creciente de la Argentina (parte de esto sucede globalmente, pero en otros países existen mayores reservas acerca de la función del hijo y de su cuidado).
Fracasa la noción de Ley transmitida o sea de la Palabra como eje de vínculos y queda solo la Ley Penal como único resorte y, considero, que cuando la Ley Penal es la única instancia de “nomos-orden “el fracaso social es absoluto.
La Ley se transmite en los círculos familiares, escolares, barriales, culturales y la Ley Penal es una instancia que muestra el fracaso de todo lo anterior. Llega tarde y frecuentemente mal porque los problemas que tendría que resolver la superan totalmente.
Además, hay otro gran problema sanitario como lo es el consumo de varios miembros de la familia de drogas con las consiguientes consecuencias de abusos, violencia, crisis de los modelos parentales, etc.
Pensando nuestro default humanistico
Ortega y Gasset que vivió durante casi cuatro años en la Argentina en tres sucesivos viajes como nadie nos describió y decía: "Yo no conozco ningún otro país donde los resortes radicales y decisivos sean más poderosos". (“Meditación del Pueblo Joven” conferencia dictada en la ciudad de La Plata en 1939): pero al mismo tiempo en ese mismo trabajo decía: "Los conflictos que nos aquejan llegarán a hacer del argentino un símbolo de la humanidad deficiente".
Hoy pareciera que somos como lo describiera el filósofo; ese símbolo, precisamente, de la humanidad deficiente. Entre la riqueza potencial y la deficiencia permanente van pasando los diversos ciclos históricos argentinos.
La mitología griega nos puede ayudar a entender esta singular “discapacidad” para crecer como comunidad, como Estado y como Nación.
El calvario sin “resurrección” de los argentinos
En el mito de Sísifo se retrata este singular drama argentino que nos lleva a no poder arrancar en un proyecto útil y fructífero.
Sísifo lleva sobre sus hombros una gran piedra que levanta hasta llegar a la cima de una montaña. Al llegar a la cúspide ésta cae y vuelta a subirla. Su vida transcurre en este doloroso calvario, toda su vida es eso. Compulsión tanática (Thanatos era la divinidad griega representante de la muerte en contrapartida a Eros que representaba el Amor) o sea mortífera.
Esto quizás nos permita entender esta compulsión por lo inútil. Repetir. Repetir. No aprendemos de la experiencia y en este repetir y repetir sin aprender surge un hondo desencantamiento vital base de la desesperanza que se troca por momentos en desesperación.
Por eso Ortega decía también "argentinos a las cosas... argentinos a las cosas".
Fue muy atacado el célebre filósofo español porque perspicazmente mostraba los complejos que nos acuciaban. El no poder ir a las cosas y por ende no poder asumir la realidad, según Ortega está relacionado con una posición narcisista ante la realidad.
Así nos decía que el argentino no atravesaba la realidad y solo parecía contemplar su Yo en un espejo. Verborragia sin transformación, ni interior, ni exterior.
El argentino decía Ortega habla "por delante de las cosas, no las penetra virilmente". Por eso no aprendemos de las consecuencias y repetimos siempre lo mismo que es casi la búsqueda de la muerte misma como cuerpo social.
Esta, parecer ser una tragedia cíclica que se remonta a décadas en donde decreció nuestra calidad educativa año tras año, se deterioró la vida familiar alcanzando niveles altos de des-familiarizaciòn que es germen del abandono de miles de niños que entonces quedan entregados al delito, las mafias, las drogas y, todo esto a su vez resintió el horizonte de la Ley con todas las secuelas de inseguridad y delito que hoy vivimos.
El "default" humanístico es una deuda muy seria que tampoco podemos levantar (quizás porque no tomamos conciencia de ello) en relación a la educación de las jóvenes generaciones, al declive de la vida familiar, así como de nuestro sistema jurídico y de la ley misma en la vida cotidiana.
Es el trabajo de las drogas, lo que hace de nuestros pobres niños seres desprotegidos, con armas blancas y armas de fuego en sus manos, madres ausentes, padres desconocidos, parias del mundo triste en que les ha tocado venir a existir. Pero lo mas hiriente y sarcastico, es el legado de Peron que no se cumple, el deseo mas profundo de Evita, que fue de velar por los niños. ( se creo la ciudad infantil, todo para los chicos) Donde el lema era que los unicos privilegiados eran los niños.... Hoy, tenemos de todo, y los unicos que no son privilegiados son precisamente los niños. Peron ya fue. Lo que sigue hoy es una farsa. Dejenlo descansar. No lo nombren mas. Es tiempo de cambiar, de renovar y de hacer algo por los chicos enfermos, darles tratamiento ya. Sacarlos de las drogas, combatir el narco menudeo, a los narcos, etc. Mientras no se de ese paso, a la mierda como nacion. No seremos nada. La droga manda, y los demas, los politicos son solo personas que vienen y van.