Existen dos clases de personas brutas. Están aquellos que son, podríamos decir, brutos antropológicamente, y luego los que son brutos intelectualmente.
De hecho, según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra bruto tiene dos acepciones, a saber:
1. Persona que hace uso excesivo de la fuerza, la emplea sin control o comedimiento o se comporta de manera maleducada o desconsiderada con los demás.
2. Persona que no tiene inteligencia, y por tanto conocimientos. Por supuesto, también existe un tercer grupo. Los que reúnen ambas condiciones.
Esta semana se celebró en Buenos Aires la cumbre del Grupo de Puebla, donde 30 líderes progresistas de América Latina se reunieron para tratar diversos temas en la que Alberto Fernández fue el anfitrión.
En dicha reunión, el presidente electo, en su afán de defender la situación de Evo Morales dijo, textualmente: "Lo que ocurre en Bolivia es que hay una clase dominante que no se resigna a perder el poder en manos de un presidente que es el primer boliviano que se parece a los bolivianos."
Luego, durante la presentación del libro "Política y elecciones en América Latina", utilizó varios minutos para referirse a lo que ocurre en Bolivia, y afirmó, sin ruborizarse: "Ningún ejército ha liberado un pueblo, aquí ha habido un golpe de Estado en Bolivia. Que nadie se confunda. Hablemos claro y sin mentira. Después, que cada uno se haga responsable de lo que dice".
Pero las declaraciones desafortunadas de Alberto no terminaron ahí. En diálogo con Radio 10, advirtió que "nadie garantiza la paz ni la tranquilidad en Bolivia porque hay millones de bolivianos que votaron algo y esa votación ha sido desatendida", y agregó: "A mi juicio, Estados Unidos retrocedió décadas y volvió a lo peor de los 70, cuando avalaron intervenciones militares contra gobiernos elegidos democráticamente".
Decididamente, Alberto Fernández es una "persona que no tiene inteligencia, y por tanto conocimientos", como dice la segunda acepción de la palabra bruto.
Porque hay que ser un bruto para decir que Evo Morales es el primer boliviano que se parece a los bolivianos.
Porque hay que ser muy bruto para decir que Ningún ejército ha liberado un pueblo.
Porque hay que ser muy bruto para decir Estados Unidos retrocedió décadas y volvió a lo peor de los 70, cuando precisamente él pertenece a un partido que no solo atrasa más de setenta años, sino que además está conformado por lo peor de lo peor de los dirigentes de los años 70.
Pero más allá de estas declaraciones, hay que ser muy bruto como para tratar de justificar a un dictador que llamó a una consulta popular para saber si los bolivianos querían que siguiera, y el triunfo del NO fue aplastante, y que como buen dictador su respuesta fue ignorar el resultado y presentarse igual a las elecciones.
Hay que ser muy bruto para defender a alguien que se auto proclamó Presidente a través de un fraude electoral tan grande, que todas las organizaciones internacionales de control lo denunciaron.
Alberto Fernández es bruto, o lo que es peor, es un oportunista, un cínico que sabe perfectamente bien que lo que está diciendo o haciendo está mal, y eso tiene una explicación: Alberto nunca fue un político; siempre fue, es, y va a seguir siendo un funcionario, el funcionario de algún político de turno que lo manejó, y que lo sigue manejando, como ahora.