En cierta ocasión, una mujer le pidió a su esposo que se ocupe de una gotera que tenía en el dormitorio, ya que cada vez que llovía se le inundaba. El marido, después de estudiar varios minutos y evaluar la situación, le dice a la señora que ya lo había solucionado.
Asombrada por la rapidez de su marido en solucionar el problema de la gotera le preguntó cómo hizo, y la respuesta del hombre fue: "Fácil, puse un balde debajo de la gotera, así que ya no se inunda más".
Más o menos así solucionamos los problemas en nuestro país. Citaremos varios ejemplos únicos en el mundo.
Argentina posee el récord mundial de robos conocidos como "salideras de bancos". Para solucionarlo, en lugar de combatir la delincuencia, a algún funcionario de turno no se le ocurrió una medida, sino dos: Poner mamparas en las cajas para que no se vea si alguien retira dinero y prohibir el uso de teléfonos dentro del banco.
Otro ejemplo es que para solucionar la vandalización de plazas, se recurrió a otra genialidad, enrejarlas.
Y el fútbol no escapa a estas ideas maravillosas. Para evitar la violencia en el fútbol, en lugar de erradicar a los barrabravas o violentos, se recurrió a otra idea fantástica, impedir el ingreso del público visitante.
Pero esta no fue la única. También fuimos los inventores de la "manga", una especie de túnel de lona inflable para que salgan los jugadores a la cancha y no ser agredidos o escupidos por el público.
Dicho de otra manera, los argentinos, en lugar de ocuparnos de las causas de nuestros males, atacamos a las consecuencias.
Un claro ejemplo es la maravillosa idea del presidente electo: el plan "Argentina contra el hambre", que no es más que otro brillante plan que rememora a los "planes para todos y todas" que anunciaba Cristina con bombos y platillos a través de interminables cadenas nacionales, como el "Plan Inquilinos", que fue el primero, allá por agosto de 2006 cuando, en compañía de la por entonces ministra de Economía, Felisa Miceli, Néstor Kirchner presentó dicho plan para que Inquilinos puedan acceder a una vivienda, y fue un rotundo fracaso.
Y los fracasos de los "planes para todos" siguieron, y así tuvimos heladeras para todos, autos para todos,taxis y camiones para todos, LCD para todos, bicicletas para todos, cerdo para todos, lácteos para todos, merluza para todos, milanesas para todos, ropa para todos, y la más desopilante, sonrisas para todos, que en realidad se llamaba "Argentina Sonríe", el plan nacional de salud bucal gratuito para que también puedan hacerse hasta prótesis dentales -también gratuitas- todos los argentinos.
Pero volviendo a la maravillosa idea del plan "Argentina contra el hambre", ¿realmente creerá Alberto que con una tarjeta para comprar comida va a solucionar el problema del hambre en Argentina?
Seguramente que no, y seguramente todos los personajes que se prestaron a esta venta de humo también lo saben, pero claro, se quieren congraciar con el nuevo gobierno.
Otra vez el peronismo arranca con lo único que sabe hacer, administrar miseria, darle algo a los pobres par hacerles creer que que con ellos van a vivir en una "miseria digna".
Cualquier persona medianamente instruida sabe, perfectamente, que la solución para erradicar el hambre de una nación no es regalar comida, sino crear trabajo, o sea, generar las condiciones para que haya inversiones y así lograr fuentes de trabajo genuinas.
Por último. ¿Sabes usted, estimado lector de dónde van a salir los fondos para financiar esta maravillosa idea que se asemeja a las tarjetas de racionamiento de Cuba y Venezuela que promete erradicar el hambre? Adivinó, de la maquinita de imprimir billetes, y si le dicen otra cosa, le están mintiendo.
Evidentemente, como dijo alguna vez Borges de los peronistas, "son una maravilla, tienen todo el pasado por delante". Todo parece indicar, hasta ahora, que la nueva versión del kirchnerismo nos propone solucionar el problema de la gotera con un balde, o si usted prefiere,volver a tener todo el pasado por delante.