¿Por qué en Argentina nadie llama a un cambio radical de sistema si estamos en una crisis terminal: altísima inflación, 38 % de pobreza, BCRA fundido, deuda externa impagable, desocupación de dos dígitos y usura financiera interna inédita?
¿Por qué si la corrupción nos ha carcomido como nunca en las últimas tres décadas ni el peronismo ni la futura oposición plantean soluciones concretas sobre el tema?
El robo al Estado le cuesta a Argentina casi el 8% del PBI según datos de la World Compliance Association (WCA), una entidad con sede en España y vinculada a la Universidad de Salamanca.
Ergo, solucionando este flagelo se equilibrarían las finanzas públicas, desaparecería el déficit fiscal y la inflación.
Sin embargo, la casta gobernante conformada por políticos ladrones, jueces venales, empresarios prebendarios y sindicalistas corruptos bloquea cualquier posibilidad de transparencia.
Ellos viven cada vez mejor y ya hemos naturalizado que esta nueva “clase” habite en carísimos barrios cerrados, se mueva en autos alemanes y elija como destino de sus veraneos las playas más paradisíacas del mundo.
¿Qué medidas podrían tomar (pero nunca lo harán) para frenar la decadencia argentina?
1-Organizar un sistema de compras de mercado electrónico abierto para bienes y servicios. Esto desterraría los Lázaros Báez que crecen en cada dirección, Secretaría, Ministerio, Comuna o gobernación del país.
Sin embargo, prefieren seguir utilizando la ley de compras de 1947 cuando no existía la computación ni internet.
2-Modificar un Código Penal que data de hace un siglo (1921) donde los delitos de corrupción son excarcelables.
Sin embargo, prefieren moverse con un cuerpo legal obsoleto que les garantiza la casi completa impunidad.
3-Transparentar el ingreso al Estado, como en España, por ejemplo. Debería haber exámenes de ingreso y concurso de oposición y antecedentes.
Sin embargo, todo sigue siendo a dedo. No importa que los nuevos empleados públicos sean ignorantes o ñoquis. Basta con que se comporten de manera leal a quién lo designó.
4-Utilizar boleta única en las elecciones para evitar las listas sábanas y el tren fantasma.
Esta metodología ha demostrado ser muy eficiente en las provincias de Córdoba y Santa Fe.
Sin embargo, el hipócrita de Mauricio Macri, a poco de dejar el poder, se lamenta por no haber impulsado la transparencia en los comicios.
5-Regular la pauta publicitaria en los medios, para evitar que sea usada como disciplinadora de las empresas periodísticas.
Sin embargo, siguen destinando fortunas para los amigos y migajas para los críticos desoyendo fallos al respecto de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
6-Transparentar los datos de las 20 millones de personas que reciben dineros del Estado. 3,6 millones de empleados, 8 millones de jubilados y pensionados, más de 4 millones de AUH, un millón de discapacitados, otro millón de cooperativistas y “planeros”, etc.
Sin embargo, permiten que cada puntero, cada organización social o partido de izquierda tenga su “tropa propia”. Los obligan a movilizarse a pesar de conformar las marchas más apáticas y desapasionadas de la historia nacional. ¿Por qué no los dejan en paz?
7-Eliminar el uso de aviones y autos para funcionarios.
Sin embargo, los estados pagan fortunas para satisfacer e la casta.
Por su parte, las empresas privadas sólo destinan esos servicios a directores o dueños. Se estima que hay miles de choferes en todo el país y centenares de pilotos para traslado de funcionarios.
8-Implementar un control biométrico de los empleados para despedir a quienes no trabajan.
Sin embargo, en general, no se controla el presentismo como en una empresa privada. Las inasistencias y los permisos triplican y cuadruplican lo que pasa en el sector no público.
8-Generar listas negras para las empresas que hayan estado involucradas en casos de corrupción.
Sin embargo, nadie quiere imitar al Perú, que le declara la “muerte civil a las firmas coimeras para evitar que regresen a las licitaciones.
Aquí, los ladrones que confesaron en la causa de los cuadernos siguen ganando una tras otra las compulsas del Estado.
9-Generar un gobierno abierto, open data.
Los terceros podrían auditar los datos de municipios y provincia.
Nueva Zelanda, el país menos corrupto del mundo, según Transparency International, es un ejemplo en este sentido. Sin embargo, nada de esto está permitido aquí.
10-Crear buzones públicos físicos y online para denunciar la corrupción y el narcotráfico.
Funciona ya con éxito este sistema en Barcelona. La sociedad civil vigila y denuncia a través de Tor Project un método que hace indetectables a los delatores.
Resumiendo: tienen las soluciones al alcance de la mano pero nunca accionarán los cambios que nos podrían salvar como sociedad.
¿Aparecerá algún día un Moisés que nos invite a compartir Diez Mandamientos como estos para frenar esta orgía de robo que protagoniza nuestra casta gobernante?